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La ‘última’ grabación de la Callas

Se trata de una recopilación de arias de ópera utilizadas en el cine. Curiosamente para la Callas el cine fue más que una anécdota.

Emilio Sanmiguel
25 de diciembre de 2000

El mito de María Callas, la más grande cantante de ópera del siglo XX, no deja de atraer pues 23 años después de su muerte, ocurrida en París en septiembre de 1976, continúa siendo la soprano más vendedora de discos del mundo.

Callas, la primera soprano moderna de la historia, tuvo una carrera pasmosamente breve. Sus grandes años, a lo sumo fueron 10 —entre 1949 y 1959— porque en el 60 apenas cantó siete representaciones de dos óperas: Norma de Bellini y Medea de Cherubini; en 1961 se limitó a siete apariciones en Medea y nada entre el 62 y el 63. Regresó con Tosca en 1964 en Londres, después hizo Norma en París y se retiró en julio del 65.

En efecto, una carrera sorprendentemente breve pero tan intensa como para haber rubricado uno de los momentos culminantes de la historia lírica. La parte más importante y significativa de su discografía es patrimonio del sello británico EMI porque en los inicios de su carrera firmó con ellos contrato de exclusividad. De modo que estos registros les pertenecen: 26 óperas completas —algunas en más de una versión—, la mayoría grabaciones de estudio pero también hay registros en vivo y antologías de arias y escenas.

La EMI entiende bien que este es un tesoro. Por esto acaban de poner en el mercado una ‘nueva’ antología de Callas que, paradójicamente, resulta novedosa. Recopila este compacto 74 minutos de música en 17 fragmentos de diferentes óperas que, a lo largo de los últimos años, han sido utilizados en producciones cinematográficas o de televisión.

Encuentra el aficionado sólo hechos que ratifican la vigencia del arte de ‘La Divina’. Va un ejemplo: Callas jamás cantó Carmen de Bizet en escena pero la grabó en 1964, y su versión es un punto de referencia del personaje; pues bien, su Habanera ha sido utilizada en tres películas: Entrapment, Street Fighter y Trainspotting. Algo similar ocurre con Un bel di vedremo de Madama Butterfly de Puccini que se utilizó en My Geisha y Fatal Attracction.

Naturalmente, está la célebre versión de La mamma morta de Andrea Chénier de Umberto Giordano, que constituye uno de los momentos culminantes de una de las películas más galardonadas de los últimos años: Philadelphia.

Por supuesto Ebben? Ne andró lontana de La Wally de Catalani de la película Diva, dos arias que se escuchan en The Bridges of Madison County: Casta Diva de Norma de Bellini y Mon coeur s’ouvre à ta voix de Samson et Dalila de Saint-Säens. También un fragmento de la Escena de la locura de Lucia de Lammermoor de Donizetti de The Fifth Element. El complemento son fragmentos de Traviata de Verdi, Gianni Schicchi y Tosca de Puccini, Il barbiere di Siviglia de Rossini y Orphée et Eurydice de Gluck.

La novedad en sí no es otra que escuchar la selección como tal. Sin embargo vale la pena llamar la atención sobre un hecho: son grabaciones utilizadas en el cine y Callas misma incursionó en el séptimo arte en 1970 cuando protagonizó la Medea de Passolini.

Un dato anecdótico pero significativo: la imagen de una actriz fue su gran obsesión porque cuando inició su carrera era extremadamente obesa y su peso rondaba los 100 kilos pero se propuso llegar a tener la figura de Audrey Hepburn: instaló en el espejo de su camerino una foto de la actriz e inició un régimen espartano: le tomó dos años pero llegó finalmente a tener la figura de una modelo, y eso también ayudó a acrecentar su leyenda en tiempos de sopranos obesas, desgarbadas y desinteresadas por la actuación.