Home

Cultura

Artículo

A LAS GRANDES LIGAS

7 de octubre de 1996

Apenas los tenores logran su consagración internacional aparece el consabido disco con las grandes arias del repertorio. Que por regla general se vende como pan caliente. Pero nunca termina de satisfacer a los conocedores porque es el típico resultado de grabaciones hechas en un par de horas, con orquestas mediocres y directores de pacotilla. De esto no se ha salvado ni el mismo trío de los tenores. Por eso la aparición de este disco consagrado al arte del tenor mexicano Fernando de la Mora, estrella de la actual temporada de ópera, resulta francamente refrescante. Primero, porque aunque va al repertorio 'de combate' de los tenores líricos, con las indispensables arias de Tosca, Bohème, Traviata y Rigoletto, también trae novedades que están estrechamente ligadas con su carrera: Fausto y Romeo y Julieta de Gounod y Werther de Massenett. Y lo más interesante, la guía de hacia dónde dirige su carrera: Gioconda de Ponchielli, Pescadores de perlas y Carmen de Bizet. Lo acompaña la Welsh National Opera Orchestra, con dirección formidable de sir Charles Mackerras. Aquí la diferencia. Ahora, lo auténticamente importante es que se trata de una grabación que, además de hacer justicia a sus medios vocales (oír los nueve do de pecho de La hija del Regimiento es toda una experiencia) tiene la virtud de evitar la rutina y aproximarse admirablemente al estilo de cada una de las selecciones. De hecho es una grabación para situar al lado de la ya legendaria de Plácido Domingo con dirección de Carlo Maria Giulini.