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LAS REENCARNACIONES DE MENENHETET

El Egipto antiguo reinventado por Norman Mailer en "Noches de la antiguedad"

25 de noviembre de 1985

La muerte, la reencarnación, el juego amoroso, la religión, el poder, fueron constantes que marcaron la vida de los antiguos egipcios. Con tales elementos, más una detallada investigación de las dinastías XIX y XX (1320 a 1121 antes de Cristo) y su prodigiosa imaginación, el Premio Pulitzer 1969, Norman Mailer, ha escrito su novela "Noches de la antiguedad" (Ancient evenings).
Menenhetet, el personaje central, reencarna tres veces para hacernos vivir, en el curso de esas cuatro vidas, el devenir cotidiano de aquella fascinante civilización. Con seriedad de antropólogo británico, el novelista norteamericano detalla con nombres y fechas acontecimientos reales, entretejiéndolos sutilmente con diversos hechos creados por su propio magín. Así, nos invita a conocer aspectos generalmente olvidados de la rica mitología egipcia --como la existencia de siete almas en los hombres, las cuales emprenden distintos "vuelos" al llegar la muerte--, costumbres célebres pero escasamente conocidas (el complejo proceso de embalsamamiento de los cadáveres) y abordar sin recelo alguno las relaciones personales de la época: donde los acercamientos sexuales entre familiares consanguíneos (padre, madre, hermanos, abuelos, tíos, etc.) y la sodomía, eran prácticas legítimas y frecuentes y sin distingos de sexo. Todo ello, en "Noches de la antiguedad" funciona dentro de un espacio vital en el que el conocimiento y la aceptáción del hombre como ser apunta hacia una sola meta: el ser feliz, para después rebasar la nada de la muerte, transformándola por medio de acciones perfectas y de conjuros de la más ipgenua hechicería.
Mailer le sigue la pista a nombres impronunciables, describe vestimentas, fiestas, desfiles, explica cuánta riqueza y misterio puede albergar una ciudad y una necrópolis (cementerio), sin dejar de lado, claro está, el elogio del río Nilo, razón y médula de ese pueblo.
De las pirámides y de personajes alucinantes, como Bola de Miel (una reina menor) y Rama Nefru (segunda esposa de Ramsés 11), habla Mailer con evidente fruición en uno de los siete magníficos frescos históricos en que divide su novela, traducida al castellano con prestancia por Rolando Costa Picazo. Y a partir de lo poco que se sabe de Nefertiti, hermanaconsorte de este faraón, el autor de "Los desnudos y los muertos" se enfrenta a los temas del poder, la seducción y la desdicha como podían ser en aquellos tiempos antiguos. Pero también irrumpe Hera-Ra, el león de Ramsés II en la batalla de Kadesh. Enorme, terrible, bellísimo, dotado de gran inteligencia y ferocidad, cualidades éstas sólo supeditadas a la autoridad de su real dueño a quien ama entrañablemente, y viceversa. HeraRa pelea codo a codo con Ramsés II instalado en el mismo carro militar del faraón, vehículo éste que de por si amedrenta a los más curtidos enemigos gracias a sus filigranas de oro y plata que, bajo los rayos del sol, refulgen inmensamente en la llanura de la guerra y cuyos caballos bautizados "Fuerza de Tebas" y "Satisfacción de Maat", además de impulsar enérgicamente el carro, destrozan a dentelladas a uno que otro enemigo, aunque no con la eficacia y fuerza, clara está, de Hera-Ra.
Según Mailer, este león del cual hoy se conservan estatuas de piedra en su honor, tomaba parte en los concejos reales, haciendo gala de sabiduría ante los notables. Pero un día, tras un gesto de glotonería en un campo de batalla, tuvo él que transitar, como sus víctimas, por el río de los muertos, causando honda pena al faraón quien no vaciló en decretarle honores militares.
Todo ello nos es revelado por Menenhetet, quien durante sus diversas vidas fue de todo: auriga real, general, jefe de harem, mago, sumo sacerdote y ladrón de tumbas.
Mailer sólo deja irresuelta una expectativa obvia, dada la temática: el papel desempeñado en aquella civilización por los gatos, animales en verdad venerados por los antiguos egipcios, de cuya admiración hablan las esculturas y lacas que hoy guardan museos como el Louvre.
La gran fuerza que tiene la obra en sus primeros capítulos, no parece decrecer a lo largo de sus 568 páginas. La clave está en que Menenhetet es quien siempre habla en primera persona desde diferentes ángulos y asumiendo diferentes personalidades, según cada reencarnación. Mailer, convencido él mismo de las teorías sobre la metemsicosis, busca con este trabajo recuperar la gloria de aquellos años cuando la crítica no tenía sino elogios para el joven de 25 años que había escrito ese texto enorme de "Los desnudos y los muertos", pero que después fue acerbamente criticado por "Costa bárbara" y "El parque de los ciervos".
Sin embargo, con "La canción del verdugo", y Ancient evenings, Mailer ha vuelto a erigirse como uno de los grandes de la narrativa norteamericana.--