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Sherilyn Fenn (Audrey Horne) y Kyle MacLachlan (Dale Cooper) repiten 25 años después en la tercera temporada de ‘Twin Peaks’. Sin duda esta obra de David Lynch es la serie que más despierta inquietud este año. Se estrena el 21 de mayo, aún sin canal definido.

TELEVISIÓN

Las series que no se puede perder en 2017

Este año habrá una gran oferta de nuevas historias en televisión y en plataformas como Netflix. El periodista y experto Jordi Carrión recomienda las más importantes.

14 de enero de 2017

¿Qué habrá de nuevo, viejo, en 2017? Pues bastante remix y remake y otros relatos nuevamente imaginados que ya han probado su validez en el mercado.

En enero se estrenó Emerald City, que le da una vuelta de tuerca al mundo de El mago de Oz, siguiendo la estela de Once Upon a Time. Y también  Una serie de eventos desafortunados, adaptación de una popular colección de libros infantiles que tratará de aprovechar la resaca de Stranger Things, una de las mejores series de fantasía de los últimos tiempos y un auténtico fenómeno entre periodistas y fans.

También llegan varias nuevas series de superhéroes como  Legion, Taboo, Riverdale, Iron Fist y Marvel’s The Defenders, porque la vieja rivalidad (lo más parecido a la de Pepsi y Coca-Cola) entre Marvel y DC ha encontrado su nuevo ring en la televisión. 

En mayo llegará Star Trek: Discovery, con Bryan Fuller (que trabajó en Heroes y en Hannibal). Y en algún momento del año, si es que no pasa finalmente a 2018, la esperadísima (o innecesaria) tercera temporada de la mítica y fundacional (y por eso tal vez podría haberse quedado en su lugar canónico y en paz) Twin Peaks.

Además, 2017 va a ser un año de adaptaciones de novelas. Después de la bellísima e inquietante The Leftovers, que terminará pronto, basada en una novela de Tom Perrotta, le llegará el turno a American Gods (una versión de la novela fantástica de Neil Gaiman) y a la serie que espero con más ganas:The Handmaid’s Tale (traducción audiovisual del libro El cuento de la criada, de Margaret Atwood, una distopía sobre el rol de la mujer). Pero no nos hagamos demasiadas ilusiones: uno de los títulos más esperados de 2016 a finales del año pasado era Crisis in Six Scenes, más conocida como “la serie de Woody Allen”, que ha pasado sin pena ni gloria ni nada de nada.

Aunque ya no estemos en la época de la relativa autonomía creativa de los grandes

showrunners, pues Netflix, Amazon, AMC o la propia HBO cada vez interfieren más en las estéticas y los guiones de las producciones, lo cierto es que seguimos disfrutando de relatos de gran nivel. Otros títulos de estos últimos meses que así lo certifican son series con capítulos de estructura narrativa perfecta, como las cuartas temporadas de House of Cards o Masters of Sex; joyas de la sensibilidad y el preciosismo como Transparent o Rectify; docuseries como la premiada The People v. O.J.Simpson: American Crime Story; o experimentos tan inquietantes e hipnóticos como The Girlfriend Experience.

El monopolio ha dejado de ser norteamericano. A Gomorra o Borgen (o Black Mirror o Sherlock) se le añade ahora The Young pPope, una coproducción europea escrita y dirigida por Paolo Sorrentino que traslada a la serialidad su imaginario barroco. La excelencia en capítulos se ha vuelto absolutamente global.

Si tuviera que escoger solo una temporada del año pasado sería la segunda de Gomorra. La serie italiana, inspirada en la impactante crónica de Roberto Saviano sobre la Camorra, ha conseguido algo que tal vez solo logró Borgen: ser una producción europea de altísimo nivel, que incorpora los mejores rasgos narrativos de la televisión norteamericana, pero impone un sello personal, a través de historias monográficas de personajes secundarios y de escenarios decadentes, rotos; un sello que solo pertenece a ella. El resultado es una historia de relevo generacional de tintes shakespearianos que si sigue así podrá competir con The Sopranos como mejor serie sobre crímenes mafiosos de la historia.

Mientras que Gomorra es ‘teleshakespeariana’ en tono menor, Game of Thrones lo es a lo grande. Tal vez sea el proyecto más ambicioso, en términos de rodaje y de tramas paralelas, de la historia de la televisión. Su sexta temporada ha sido muy irregular, pero ha contado con algunos episodios extraordinarios, inolvidables: ‘El portón’, ‘La batalla de los bastardos’ y ‘Vientos de invierno’. Capítulos que te admiran, que te hacen sentir la épica en la piel, que te involucran en una gran experiencia emocional (como hizo en su día Lost, una serie sin duda menor que la de Benioff y Weiss, pero que también fue un gran fenómeno transmedia y colectivo). 

Tal vez esas dos sean mis series favoritas de 2016. Un año que terminó con Westworld, una apuesta muy contundente de HBO por continuar siendo el canal de referencia: con un reparto liderado por Anthony Hopkins y Ed Harris, edifica en todos sus detalles un parque temático del Salvaje Oeste poblado por robots, tan parecidos a nosotros que puedes mantener con ellos una conversación o incluso sexo sin notar la diferencia con el cerebro y la piel humanas. Si durante la primera década del siglo HBO fue líder catódico con producciones realistas, ahora lo está siendo gracias a la fantasía y la ciencia ficción.