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LETRAS CACHACAS

Con la publicación de "Biblioteca de Bogotá", el alcalde saliente recuperó parte de la literatura bogotana.

11 de julio de 1988

Con la publicación de los ocho primeros volúmenes de la "Biblioteca de Bogotá", el alcalde saliente, Julio César Sánchez --promotor de la obra--cumplió con el propósito de entregar a la ciudad, en homenaje a los 450 años de su fundación, una selección de su patrimonio histórico y literario. Estos ocho volúmenes, editados por Benjamín Villegas, abren un horizonte hacia nuestro espacio intelectual del pasado, en donde una constelación de nombres nos sitúa ante la experiencia del reencuentro con lo más representativo del ámbito literario bogotano.
Tanto la ficción como la historia, la crónica como las semblanzas, concurren a componer un mosaico con un solo carácter y un claro objetivo: mostrar dentro de la heterogeneidad y la diferencia, la expresión del carácter propio de una ciudad, con sus costumbres, su cultura y los rasgos distintivos de sus pobladores.
De esta manera, la "Biblioteca de Bogotá" realiza una labor de rescate de libros hasta hoy inencontrables, publicados 30 y 40 años atrás, por última vez, en ediciones limitadas y muchas veces deficientes. Volver sobre nuestro pasado literario, cuando el presente es lánguido, establece un contraste entre los estilos y preocupaciones literarias de las diversas épocas, pero también un contraste frente a la importancia que a la literatura se le ha dado, como memoria de un pueblo, de un grupo humano, o como expresión particular de la sensibilidad y del espíritu de una época.

La "Biblioteca de Bogotá" destaca autores diversos y en la diversidad se encuentran nombres de gran valor, como otros de menor interés; o sea algunos se situarán del lado de nuestra predilección, otros apenas lograrán interesar. Es obvio que los ocho volúmenes que conforman esta Biblioteca no sean rigurosamente la suma de las más sublimes expresiones que ha dado la literatura bogotana. La selección unánime es en la práctica inalcanzable pero, como un trazado por la historia, es una idea tan interesante como válida, de tal modo que uno no deja de simpatizar, por una u otra razón, con cada uno de los volúmenes que componen la colección.

Así, la reedición de "El Carnero" es uno de los grandes aciertos. En esta obra Juan Rodríguez Freire realizó la crónica de la época de la conquista y parte de la colonia. Es un libro delicioso, en el que el autor relata las noticias de la guerra, los cambios de gobierno, entramando los hechos políticos y militares con aventuras, escándalos, crímenes, crónicas de amores adulterios y venganzas, en un estilo escueto, pero imaginativo, que coloca al libro tan cerca de la crónica histórica como de la narrativa de estilo literario.

Uno de los prosistas más exquisitos que ha dado la ciudad en toda su historia es, sin lugar a dudas, don Tomás Rueda Vargas, hoy olvidado.
Descubrir a Tomás Rueda Vargas hoy, es como conquistar un terreno literario lleno de grandes sorpresas. El amplio sentido de la observación de los sucesos del país, reflejado en breves cuadros de costumbres, es un don que se dio en Tomás Rueda en grado sumo. Prosa culta, honor a la tradición, humor indirecto, propensión a la melancolía, son características de sus pasajes, escritos con tal soltura y vivacidad, que nos introduce al círculo de lo que se ha llamado la prosa conversacional. Sus "Escritos sobre Bogotá y la Sabana" están sellados por el sentido histórico y son una selección de lo que publicara entre 1908 y 1942.

Otro escritor rescatado aquí es Eduardo Posada, el primero de nuestros historiadores. Posada recrea episodios históricos de diversos lugares de Bogotá, de tal manera que nos traza un itinerario excepcional por la Bogotá de principios de siglo, a través de anécdotas que conducen a lugares que el progreso arrasador echó por tierra. Así, estas "Narraciones" aparecen hoy como un libro abierto a la historia de la ciudad.

"Haciendas de la Sabana de Bogotá", en su momento constituyó un verdadero éxito de librería. A los pocos días de su publicación la edición se encontraba agotada. El interés que suscitó el libro de Camilo Pardo Umaña residió, muy seguramente, en que satisfacía la curiosidad que, sobre los ancestros de algunas familias ilustres de Bogotá, se había mantenido como vínculo con una larga tradición. Los blasones, las herencias sucesivas, los árboles genealógicos, las intrigas, los pleitos, las leyendas, las historias familiares, están acompañadas por aquellos sucesos históricos que en las haciendas de la Sabana se llevaron a cabo en épocas en que, más que en la ciudad, era en las haciendas en donde se daban los grandes acontecimientos de la vida social y política de esta parte del país.

Una recopilación de ensayos sobre José Asunción Silva, realizada por Juan Gustavo Cobo-Borda, rinde homenaje a José Asunción Silva, demostrando lo que es en realidad: un poeta universal. El libro, hasta hoy inédito, desde su título postula ese sentido: "Silva, un bogotano universal".
Otros títulos de la Biblioteca de Bogotá, en la exquisita presentación elaborada por Benjamín Villegas con la colaboración editorial de Marcela Camacho Arboleda, son "El alma de Bogotá" de Nicolás Bayona Posada, la novela "Diana Cazadora" de Clímaco Soto Borda, ambientada en la época de la guerra de los mil días, y "Estampas santafereñas" de Guillermo Hernández de Alba.

Como se puede advertir, aquí está una parte significativa de nuestra tradición narrativa, prolongada en la literatura, en la crónica y en la historia, a través de autores que le han dado dignidad especial a nuestras letras. --
Enrique Pulecio --