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LEYENDO ENTRE LINEAS

El bajo precio de algunas ediciones no justifica los ostensibles vicios en su impresión

22 de agosto de 1983

Acaba de aparecer la serie de libros reimpresos por Oveja Negra dedicados a Vargas Vila. Vuelve esta editorial a cometer sus viejos vicios: decide por economías o desidia fotografiar directamente de un ejemplar impreso, con lo cual los errores de impresión del original se reproducen con creces. Quien trate de leer "Aura o las violetas" (Edit. Oveja Negra, Bogotá 1983) no sólo descubrirá fructuosamente que todas las páginas son distintas entre sí -grises, renegras, borrosas, ilegibles-, sino que a la vez, consciente o inconscientemente seguirá siendo perseguido por ese incansable virus criollo de que las cosas deben tomarse sin mucha prevención; de que una letra, aunque esté sucia, borrosa o fea, no deja de serlo (aunque el lector gaste córnea y cerebro sin darse cuenta); es decir, que mugre que no mata, engorda. Ya es hora de que esta prestigiosa editorial, ejerza un control de calidad sobre sus productos. A ella le agradecemos estas ediciones baratas y oportunas; pero a la ligera, con tantos errores y descuidos las buenas intenciones terminan quebrándose en la cima del esfuerzo.
El caso de "Cien años de soledad" es más dramático: las reimpresiones, incluida la última de fines del 82 realizada por Carvajal, carecen de márgenes y de interlineado o espacio entre renglones adecuado. Con mínima inversión y sobretodo con un mínimo de elementales conocimientos editoriales, la Oveja Negra dejara de serlo en lo único que ofrece descuido: diagramación (páginas titulares, índices y contenidos, portadillas de capítulos, cubiertas y, fundamentalmente, tipografía). De nada sirve premio Nóbel a bordo si hay que tirar las ediciones por la borda.

PLAZA & JANES: CRIA FAMA Y ECHATE A LA CAMA.
Esta importante editorial española asentada en Colombia hace varios lustros, no sólo promueve importantes concursos literarios aquí sino que a la vez imprime en nuestro país para toda el área americana. Acaba de publicar los dos premios de novela 1983. La obra de David Sánchez Juliao, "Pero sigo siendo el rey" (primer premio), a pesar de su impecable presentación externa, arrastra un par de fallas protuberantes, y engorrosa la primera de ellas: omisión de créditos. A primera vista el dibujo de cubierta y los internos son obra del conocido grabador mexicano José Guadalupe Posada (1851-1913) El método de Posada consistía en grabar directamente con buril sobre una plancha de zinc, la cual se imprimía posteriormente. Cerca de 15.000 grabados constituyen su obra gráfica, de la cual los diseñadores del libro en mención extraen uno para la cubierta y cuatro más para el mismo número de portadillas de los capítulos. De acuerdo con la clasificación que Luis Seoane hace de la obra de Posada, encontramos que el grabado de la pág. 15 en Sánchez Juliao es titulado Ni aquí te olvidaré; o el que aparece en la 215 es el llamado Panteón de las calaveras. Sin embargo, ni Vicente Stamato ni Indalecio Camacho -los dos diseñadores- le dan crédito alguno a don J. G. Posada.
La segunda falla se refiere el descuido en el tratamiento tipográfico de los textos. El tipo en que está compuesta la novela es un cuerpo 11 de la familia Roman press y levantado sobre 12 puntos. La fuente de itálicas que la acompaña no es de esta familia sino que pertenece a la llamada Century.
Minucias de esta índole es importante recabarlas, pues la mezcla de familias tipográficas, a más de ser improcedente, ocasiona, en la presentación de los impresos, disparidades de color en las páginas, diferencias extravagantes en vez de las sutiles que requieren los distintos niveles de lectura. Si a esto se suma el trastocamiento en las páginas preliminares, el reiterado y absurdo hábito de usar centros geométricos en vez de los ópticos y el uso de un papel de baja opacidad o transparente llegamos a un libro que dificulta su lectura antes que estimularla. Vuelva Plaza & Janés por sus fueros de editorial competente y rigurosa, tipográficamente hablando.

GARCIA MARQUEZ Y EL REALISMO TRAGICO
No deja de ser dolorosamente penoso que el homenaje postal colombiano a nuestro premio Nóbel le haya hecho una trastada ortográfica al escritor. En los tres sellos que le dan la vuelta al país y al mundo el apellido García aparece sin la respectiva tilde. Márquez la tiene, por contraste, y tal vez el corresponsal acucioso repare en los gazapos tamaño premio Nóbel mientras el país alborozado no repare en la defensa de su propia lengua.