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LIBRO A CUATRO MANOS

A propósito de su vida, obra, influencias, política, mujeres, supersticiones y amigos célebres, García Márquez se confiesa con un amigo.

14 de junio de 1982

EL OLOR DE LA GUAYABA, GABRIEL GARCIA MARQUEZ- CONVERSACIONES CON PLINIO APULEYO MENDOZA. Editorial La Oveja Negra.
"Las conversaciones con Eckermann" debieron tenerse en mente no solo por el título sino por el fondo, al redactar este libro-clave de Gabriel García Márquez como hombre, como escritor, como celebridad mundial, como político. No se queda por fuera ningún aspecto de quien posee, para asombro del subdesarrollo y sus frustraciones, la inquietante cualidad de la realización plena. El diálogo, y una tersa y suelta prosa descriptiva -a fin de introducir variedad y encuadrar situaciones- son los instrumentos de que se vale el pesquisidor para obtener múltiples hallazgos, imposibles por cierto de compendiar en una crónica. Sólo puedo aludir a la visión central del que, como héroe de una historia infantil, recibió por herencia un cofre repleto de tesoros pero sin la llave para abrirlo. La encontró al averiguar el secreto de la abuela y aprender a escribir como hablaba ella. (Quien entre otras cosas se llamaba Tranquilina, nombre de cuento de hadas).
Antes de descubrir lo que le interesaba, el predestinado pasó por muchos avatares. A su lado presentía el conjuro mágico, mezclado con aires africanos, precolombinos, andaluces, y gallegos, y con el aporte de los tonos suministrados por los piratas suecos y holandeses que surcaron el Caribe (forma de expresión que Mendoza denomina "la soberbia tradición del relato oral en la Costa, presente inclusive en los vallenatos"). Pero el joven fue obligado a viajar a una ciudad andina donde llueve "desde el principio del siglo XVI" y a ingresar en un Liceo situado en otra, llena de mariposas de Muzo que no notó (su color es el amarillo del mar Caribe visto a las 3 de la tarde desde Jamaica"), y que le pareció un calabozo glacial. No obstante allí lo esperaba la poesía: la del siglo de oro, la nerudiana y la de los piedracielistas sin los cuales confiesa que nunca habría sido escritor. Los profesores del Liceo, formados en la Escuela Normal regentada en esa época por un marxista, le enseñaron a nombre de un poder instaurado muy lejos, extrañas fórmulas que aceptó porque le prometían dar de comer a la gente muerta de hambre en América.
Hasta aquí la historia, que luego se complica con el regreso a Barranquilla y con idas y venidas por el resto del mundo. Al interlocutor de "El olor de la Guayaba", que conoce hasta el mínimo suceso de esa vida, le encanta repasarla para redondear episodios y explicar puntos oscuros. ¿Cuánto influyeron en García Márquez novelistas como Kafka, Virginia Woolf y Saint-Exupery, a pesar de su invisibilidad para los críticos? ¿Qué diferencia la imaginación de la Fantasía? En una novela ¿la realidad debe ser fotográfica o sintética? Obviamente, a mí es la literatura lo que me importa, pero en la parte de las intervenciones políticas abundan datos que completan la figura, como el de su colaboración cerca de Torrijos, Carter, Castro, López Michelsen y Carlos Andrés Pérez. Un detalle sobre los hábitos de trabajo del creador del realismo mágico, que suele destruir centenares de hojas de papel a causa del más pequeño error mecanográfico -no es raro que gaste 500 en un cuento de 12- me permite casualmente echar mi cuarto a espaldas. Cuando la sucursal de la Editorial Losada en Bogotá mandó "La Hojarasca" en consulta a Buenos Aires, en la copia tomada de los originales del autor escritos en galeras de "El Heraldo", me consta (porque yo era entonces la secretaria de la sucursal) que la copia estaba plagada de errores, inclusive se saltaba renglones. Quizá fue por eso que quedó "pavorosa" y la rechazó Guillermo de Torre.
Para García Marquez cada escritor posee una única motivación, por lo cual no produce en realidad sino un libro, aunque publique muchos. La suya es la de la soledad, que lo cerca ahora más que nunca como dura exigencia del poder y de la gloria. Ya no puede ni siquiera escribir a sus amigos. Una colección de sus cartas fue vendida a precio de oro a una Universidad norteamericana. En cambio, en "El olor de la Guayaba" los ojos de un camarada lo retratan, y no los fríos de un secretario como Eckermann, al que Goethe dictaba olímpicamente las frases con que quería inmortalizarse.

FRASES DE G.G.M.

-Diálogo
El diálogo en lengua castellana resulta falso. Hay una gran distancia entre el diálogo hablado y el escrito.
-Fantasía
La fantasía a lo Walt Disney, sin ningún asidero en la realidad, es lo más detestable que puede haber.
-Imaginación
La imaginación no es sino un instrumento de elaboración de la realidad.
-Inspiración
La inspiración no es un estado de gracia sino la reconciliación con el tema a fuerza de tenacidad y dominio.
-Matrimonio
El matrimonio, como la vida entera, es algo tremendamente difícil que hay que volver a empezar todos los días.
-Mujeres
Las mujeres conocen la realidad más que los hombres, pero carecen de sentido histórico. De no ser así no podrían cumplir la misión fundamental de perpetuar la especie.
-Novela
Toda buena novela es una trasposición poética de la realidad.
-Macondo
Macondo no es un lugar del mundo sino un estado de ánimo.
-Poder
El poder absoluto es la realización más alta y más compleja del ser humano.