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LO BUENO LO MALO Y LO FEO

Un balance del cine que vieron los colombianos

30 de enero de 1984

Un extraterrestre en el comienzo, "E.T.", y otro en el final del año, "Jedi". Pueden ser las pistas de lo que veremos en los próximos años: cuentos muy sencillos, con personajes muy tipificados, abundancia de efectos técnicos y una lección evidente (la amistad y el amor vencen al mal, que en "E.T. " es la ciencia sin sentimiento y en el "Jedi" es el "lado oscuro", el odio y la ira). Lo discutible de este cine no es su simplicidad de cuento infantil, ni el uso de estereotipos tan conocidos, sino la forma como se violentan fenómenos culturales encuadrándolos en modelos culturales reconocidos. Sin embargo es innegable la importancia social de estas películas: todavía está por investigar en qué radica su capacidad para atraer público sin recurrir a la respuesta fácil de la ignorancia y alienación.
Algo que llama la atención, digno también de ser investigado, es la oscuridad de los ambientes en que se desarrollan estas películas, en contra de la costumbre del cine espectacular norteamericano de llenar la pantalla de luz y color.
Otro taquillazo fue "Fuga sangrienta" (Silvester Stallone) con su moraleja contra los radicalismos que no generan sino violencia. Como no todas las películas de acción y violencia tuvieron el mismo éxito tenemos que preguntarnos por qué esta sí ¿qué resortes tocó en el público? Lo mismo en el caso de "El gran racket". ¿Será todo tan negativo en este cine?
Un caso extraño fue "Tootsie", acogida por el público y por la crítica. La exaltación del melodrama tal cual es, sin las pretensiones intelectuales de dignificarlo. Aprovecha todos los elementos que tiene el melo para construir un universo propio que no es sino una forma de comprensión de mundo distinta de la del drama.
En el otro extremo está el cine que recibió más aplausos de la crítica que del público. "La piel" y "Aprendí a matar", de Liliana Cavani y Giuliano Montaldo respectivamente, convergen en ser películas muy sensoriales Se mueven con seguridad en los límites indefinidos que hay entre el impacto visual fuerte, corriendo el riesgo de ser tildadas de truculentas, y la construcción de unas relaciones complejas, fuente de la pluralidad de interpretaciones a que se prestan.
En el campo latinoamericano está "Bye Bye, Brasil", de Carlos Diegues, que también puede ser vista de dos maneras, como cuento melodramático o como viaje al centro del Brasil, de su historia, de sus conflictos, de sus gentes sobrepasadas por un intenso cambio social.
Como siempre, no faltaron las grandes decepciones. Todos esperábamos algo de Fellini ("La ciudad de las mujeres"), de Arthur Penn ("Cada amigo un amor"), de Alan J. Pakula ("La decisión de Sophie") y de Linsay Anderson ("Britannia Hospital"). Resultó un cine con pretensiones desbordadas, que quería decir muchas cosas y desembocó en el vacío. De Fellini se salva el espectáculo visual de la imagen, de Pakula la escena en que finalmente Sophie confiesa su terrible decisión en el campo alemán. De Penn y Anderson no se salva nada.

EL CINE COLOMBIANO
Comenzó mal. En navidad del 82 se estrenó "El manantial de la fieras" (Ramiro Meléndez) como puente que pasara al 83. Pero no llegó a enero. El público le dijo que no le bastaba la presencia de figuras como Pacheco, que no se dejaba engañar por la carnada de los llamados temas populares (el boxeo) si estaban mal contados.
Se puede decir que este año fue la demostración de que el cine colombiano tiene que aprender a narrar, a contar historias. Lo que vimos fue un narrar a trancazos en "La noche infernal" (Rittner Bedoya), o un cine de óptimas intenciones pero materializadas en narraciones sin fuerza: "Pura Sangre" (Luis Ospina) y "Carne de tu carne" (Carlos Mayolo). En estas son innegables los aportes temáticos, la novedad de los personajes y de la concepción dramática, pero todo pierde vigencia por falta de un ambiente que le dé cuerpo y vida. Y el ambiente es producido por la forma de contar la historia. Por eso no convencen ni los vampiros de "Pura sangre", ni los jóvenes de "Carne de tu carne" que se vuelven vampiros.
De ahí la importancia de "La virgen y el fotógrafo" (Luis Alfredo Sánchez). Deja muchas situaciones sueltas que podría explotar más, es desigual en la técnica y en la actuación, tiene diálogos pobres, pero la anécdota se narra con convicción, se siente la progresión y ésta va construyendo un ambiente que agarra.
Si me tocara escoger no dudaría en quedarme con "Carne de tu carne", pero más por su intento de romper modelos y por su propuesta de un cine que busque nuestras raíces que por su resultado final.

LO LAMENTABLE
La pobreza de los argumentos con que se ha llevado el debate sobre Focine. Más pobre que las sillas y la calidad de la proyección en nuestros teatros.
Que Marcos Jara, con una terquedad incomprensible, tenga todavía debajo de su cama a "El Escarabajo", la película de Lisandro Duque.
La organización del Festival de Cartagena, víctima de intereses personales encubiertos tras la fachada de lucha contra el centralismo.