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La artista Clemencia Echeverri en una de las salas de su exposición en el Museo de la Universidad Nacional

ARTE

Lo que queda por decir

Clemencia Echeverri expone en el Museo de Arte de la Universidad Nacional cuatro obras deslumbrantes que reflexionan sobre la impotencia del artista ante la violencia.

21 de marzo de 2009

En una sala se proyecta un video en el cual se ve la matanza de un cerdo que será el plato principal de una reunión familiar. En otra se proyectan los corredores del panóptico del Museo Nacional y se escuchan las voces de unos presos que, de manera fragmentada, cuentan sus historias familiares. Más adelante un video muestra una desesperada mano dibujando una casa, primero sobre el papel y luego sobre el lodo. En la sala principal se encuentra el río. Seis pantallas gigantes proyectan de lado a lado el movimiento de la corriente del río Cauca.

Las cuatro muestras de video hacen parte de la exposición Actos de habla de la artista Clemencia Echeverri, que se inauguró el 10 de marzo en el Museo de Arte de la Universidad Nacional y que estará abierta al público hasta el 8 de mayo. Para María Belén Sáez, la curadora de la muestra, estas obras se preguntan sobre cómo el lenguaje transforma las experiencias individuales y se convierte en una herramienta para comprenderlas. Es así como en la exposición se escuchan gritos, voces y murmullos que señalan la impotencia que siente la artista frente a la violencia que produce el conflicto en Colombia.

Echeverri, quien cambió la escultura y la pintura por el video y el sonido, dice que estos lenguajes le permiten documentar experiencias directas. Una de estas experiencias fue la visita a las cárceles de Pentonville, en Inglaterra, y el Buen Pastor, en Bogotá, donde pudo entrevistarse con presos que le contaron las historias con las cuales hizo Voz/net, obra que se mostró por primera vez en el Museo Nacional de Colombia en 2006. Para la artista, "la experiencia marca. Puede ser una marca desde lo desagradable o lo agradable. Yo creo que estamos escindidos, fragmentados por muchas experiencias que son ejes que denotan y que mencionan lo que somos. Es ahí cuando el arte elabora lo que ha quedado por decir y los vacíos que posiblemente un ser humano tiene".

Una de las constantes de su obra es hablar desde la experiencia del conflicto. Para Echeverri la guerra ha silenciado y opacado elementos de la realidad colombiana, frente a los que nadie se sienta a reflexionar. Treno, su pieza más reconocida, que hace parte de la colección Daros en Suiza, busca ampliar la imagen y el sonido del río Cauca, lugar con la doble connotación de vida y muerte al haber sido un medio de comunicación fluvial importante para el país que ahora es el lugar en donde se arrojan los cadáveres de la violencia. Para Echeverri: "El río en 'Treno' es como la metáfora de dos orillas. Estamos en un lugar y nos es muy difícil llegar al otro. En este país me he sentido en muchos momentos en lugares de impotencia y de no respuesta. En esta obra puedo mediar el poder que tiene el río en su caudal y extrapolarlo para que enuncie lo que está sucediendo dentro de nuestra historia política".

Es la voluntad de enunciar, reclamar y señalar lo que pasa inadvertido, la que se pone de manifiesto en estos Actos de habla: "El artista le pone un freno a lo vertiginoso, a lo que se descarta como noticia, a lo que aparentemente está sucediendo. El arte reúne memoria, reconstruye el presente y puede llegar a anticipar, si es capaz, si su lenguaje es lo suficientemente poderoso". En el caso de Echeverri, es su voz que desde el dolor quiere transformar su experiencia en arte. Señalar a otras voces y ponerlas en altavoz para que el río no se las lleve corriente abajo.