LOCURA DE AMOR
En la última película de Robert Altman, otra vez Estados Unidos más allá de las postales de viaje.
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Durante los últimos quince años este hombre y esta mujer, Eddie y May, se han amado con una pasión sadomasoquista, se han buscado, han renegado del otro, se han golpeado, han hecho el amor con sabor de lágrimas y sangre, han tratado de escapar y siempre regresan a los brazos del otro mientras comprenden que la vida es un infierno y que esa relación que en verdad comenzó cuando eran adolescentes, es dañina, punible, vergonzosa, sucia, que deben suspenderla, que cada uno tiene que organizar su vida como sea, que cada uno debe zafar su destino del otro, eso se lo prometen mientras descansan y se acarician, llenos de verdugones y lágrimas y mientras el cuerpo del uno entra en el cuerpo de la otra, quizás por última vez.
Lo que contado así a grandes rasgos puede parecer una telenovela brasileña, es la línea narrativa de una película demencial, violenta y estruendosa, llamada "Locamente enamorado", dirigida por un hombre quien también está loco y es violento en sus películas y siempre provoca escándalos con los productores (una de sus películas lleva año y medio guardada en los depósitos de la Metro porque no confían en su rentabilidad), y se llama Robert Altman y según algunos, el director más lúcido que ha producido Hollywood en toda su historia. Tan lúcido que sus películas se dedican a atacar esa sociedad que se niega tercamente a pagar por mirarse retratada en esas crónicas amargas. El autor de la historia (en realidad es una pieza de teatro exhibida en el circuito no comercial de Off-Broadway), Sam Shepard, también es un renegado y además actor, dramaturgo, esposo de Jessica Lange, empresario, vaquero y escritor de relatos, uno de los cuales sirvió de inspiración al alemán Wim Wenders para "París, Texas" .
De la unión de un realizador que siempre ha mirado críticamente su país (Mash, "Los delincuentes", Brewster McLoud, McCabe and Mrs Miller, "Imágenes", "Búfalo Bill y los Indios", "Tres mujeres", "Un día de boda" entre otras historias), con este escritor para quien Norteamérica está compuesta por seres desolados que atraviesan el desierto sólo por sentir la tibieza del cuerpo de una mujer que los rechazará enseguida ha salido esta película que golpea al espectador por su sinceridad, su virulencia, su humor negro y sobre todo, por la profunda y corrosiva carga de ternura que hay en cada uno de sus diálogos, en cada uno de los gestos de los personajes, en cada una de estas escenas que el director, inteligentemente ha conservado en su entorno teatral, jugando con una cámara inquieta, nerviosa y sagaz que da vueltas alrededor de la cama, rebota contra las paredes, busca los rostros sudorosos de ambos, mira a través de la ventana, se asusta con el fuego, retrocede con los ruidos de los animales y los vehículos y permanece en ocasiones quieta, tranquila como esperando que toda esa demencia encuentre una canalización más racional, más apropiada, más humana.
Decir que " Locamente enamorado" es la crónica de un hombre y una mujer que se quieren con sentido de destrucción sería referirnos sólo a uno de los múltiples aspectos de una película que nos deja exhaustos. Es toda una mirada a una cultura del machismo y el sexo, una cultura sostenida por relaciones conyugales que fracasan y persisten, una cultura que mira la mujer como un simple objeto de deseo que debe estar dispuesta cuando el otro la busca, cuando el otro, atravesando el desierto del Mojave llega en su vehículo sucio de polvo y corre y la busca porque quiere retenerla y ella, en un diálogo lleno de perversidad le huele los dedos y dice que huelen a cobre, que huelen al sexo de una mujer rica y él se rie y trata de abrazarla y ella entiende que siempre serán enemigos. La Norteamérica de Altman y Shepard no tiene nada qué ver con la que aparece en las postales turísticas y los documentales almibarados. Le falta la sangre y el dolor y las lágrimas que se incuban en este hotel mientras un anciano lo mira todo, un hombre que tiene el secreto de la raíz de esa pasión dolosa.