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“Siempre confié en mis facultades y pensé que nunca se iban a acabar. Hoy no tengo seguridad social”. Pepe Sánchez. “El actor hace una labor social importante. No solo entretenimiento, también reflexión”. Víctor Mallarino.

POLÉMICA

Los actores toman la palabra

Tres puntos del Plan Nacional de Desarrollo, y las políticas de la industria, amenazan la producción nacional. Los artistas reaccionan.

2 de mayo de 2015

El martes 21 de enero de 2014 hubo un hecho que para muchos pasó inadvertido, pero que pudo haber cambiado el destino de los actores colombianos y tal vez de la televisión nacional: el Canal RCN estrenó en el horario estelar de la noche la producción brasilera Avenida Brasil. A la mañana siguiente, los actores colombianos invadían las redes sociales con comentarios como “es una falta de respeto que las producciones extranjeras tengan prioridad sobre las nacionales en ese horario” o “nuestra tele ya no es tan nuestra”. El asunto fue más allá de una simple indignación en Twitter, pues casi cuatro meses después, el 26 de mayo, se conformó la Asociación Colombiana de Actores, ACA, que reúne a unos 1.200 artistas de teatro, cine y televisión con el propósito de mejorar las condiciones laborales del gremio.

Hasta aquí, nada nuevo. Aunque se suele pensar que gran parte del mundo del espectáculo vive en medio de la fama, la riqueza y el glamour, la realidad es muy diferente y la vida de los artistas suele estar marcada más bien por la incertidumbre. Por eso, en casi 60 años de historia de la televisión nacional han aparecido muchos sindicatos de actores que por diferentes razones duraron poco y nada lograron. La idea siempre es la misma: luchar por los derechos de autor, tener seguridad social, estabilidad laboral, profesionalización y contratos dentro de lo legal.

Pero algunos logros de la ACA hacen creer que la historia esta vez puede ser diferente. Los actores festejaron recientemente porque llegaron a un acuerdo con una productora para no grabar Jueves y Viernes Santo, un hecho sin precedentes. Antes se grababa o se grababa. Otra victoria celebrada es que ahora en los set hay cierta comodidad durante las producciones y no impera el “hágase por ahí donde pueda mientras su compañero está en escena”. Hay más: los canales y productores de contenidos también están empezando a aceptar que no se puede grabar sin parar durante más de 20 horas al día.

Sin embargo, sus preocupaciones están lejos de terminar. La transmisión de Avenida Brasil acentuó un problema que los actores vienen denunciando tiempo atrás: cada vez hay menos espacios para los dramatizados nacionales, lo que significa menos posibilidades de empleo.

Según el actor y director Víctor Mallarino, la variedad y cantidad de los dramatizados ha caído. “Los canales –dice– ahora programan con temor. Si un estreno no funciona es posible que lo saquen del aire y todos aquellos que están dentro de la producción pasan a engrosar la lista de desempleados”.

Y es que hoy casi nada es como hace 30 años, cuando se grababa con una sola cámara y las telenovelas podían durar hasta 150 capítulos. Era una época en que los contenidos obtenían reconocimientos internacionales y marcaron la época dorada con producciones como San Tropel o Sangre de lobos, entre otras. Las telenovelas nacionales abrían puertas en el mundo.

Pero con la llegada de la televisión privada, especialmente de RCN y Caracol, también llegó la industria. Así se pasó, entre otras cosas, a grabar con varias cámaras por lo que los días de trabajo se redujeron. Ana Piñeres, vicepresidente de la compañía productora CMO, tiene una observación: “Puede que se acorten las jornadas de grabación, pero también hay que decir que la riqueza visual es superior”. Así igualmente se abrió una distancia entre un grupo de gerentes formados para hacer negocios y un grupo de actores cada vez más profesional, más humanista y más comprometido con la cultura. Y también más unido.

Por eso, por medio del ACA muestran su inconformidad por asuntos como que los canales no producen como antes. Sin embargo, Caracol argumenta que años atrás produjo más de lo habitual para fortalecer su inventario de productos. Y esto, según el canal, “de alguna manera ‘infló’ la expectativa del mercado ya que se empezó a producir más de lo normal. Hoy, aproximadamente el 70 por ciento del horario triple A está dedicado a dramatizados y no se puede producir más de lo que la parrilla necesita”. Por su parte, RCN no se pronunció al respecto.

No hay duda que las telenovelas perdieron su hegemonía desde la irrupción de los realities, generosos en audiencia y moderados en gastos. Y los canales también les apuestan a otros géneros como los periodísticos del fin de semana. Más allá de los costos de un dramatizado –producir una hora puede costar 100 millones de pesos en promedio–, algunos consideran que existía un desgaste con tanto melodrama, mañana, tarde y noche.

El actor Julio Correal, secretario del ACA, dice que la gente puede pensar que hay muchas telenovelas y sentir apatía hacia ciertos contenidos, como las narconovelas, “pero la solución no es dejar de hacerlos, la solución es hacerlos con calidad y de manera responsable”.

El tema salarial, pero sobre todo las regalías, también relucieron en el último año. En Colombia un actor gana dependiendo de su rango: una gran estrella puede ganarse más de 60 millones de pesos mensuales mientras duren las grabaciones. Pero el promedio oscila entre los 15 y los 2 millones de pesos. Hay casos en los que se paga por capítulo o por días.

Los actores creen que cuando hay desempleo –este gremio trabaja por prestación de servicios– es necesario tener un colchón que debería ser el dinero por las regalías, un derecho por el que llevan luchando más de 20 años, que consiste en recibir un porcentaje sobre la venta que se hace de un contenido del que hagan parte.

Sin embargo, Caracol dice que los actores sí obtienen regalías de las producciones, pues se les paga una suma global estimada sobre la posible venta del producto. Una actriz, que pidió no ser identificada, dice “eso es una manera de formalizar que no las pagarán. Una venta de un producción no se puede valorar por anticipado”.

El problema no surgió cuando apareció la televisión privada. Este derecho se reconocía en Colombia hasta 1992, pero el apagón de ese año hizo que las programadoras de entonces les pidieran a los actores que no les cobraran las regalías, con el argumento de que, ante la crisis de pauta, la televisión se acabaría. El asunto se quedó así.

El debate también concierne a la calidad de los contenidos. Aunque los canales y productores insisten que actualmente se hace muy buena televisión, varios artistas no están de acuerdo. Pepe Sánchez, actor y director, dice que “en la televisión de hoy se avanza mucho en tecnología, pero la calidad va hacia atrás: ‘se hacen clichés, todo es repetitivo’”.

Y en una manifestación sin antecedentes, hace dos semanas ACA le envió una carta el presidente Juan Manuel Santos en el que le pide excluir del Plan Nacional de Desarrollo (PND), que actualmente se discute en el Congreso, los artículos que hablan de la cuota de pantalla (que bajaría el contenido nacional los fines de semana de un 50 a un 30 por ciento); también los que se refieren a inversión extranjera en la televisión, otorgamiento de espacios de horas a uno o varios concesionarios por porcentajes iguales o superiores al 25 por ciento y, además, muestran su preocupación por el presupuesto para la cultura (unos 500.000 millones de pesos entre 2015 y 2018).

Ernesto Benjumea, vicepresidente de la ACA, es enfático: “A la cultura le toca una migaja que termina invertida en otras cosas antes de apoyar a los artistas que necesitan del respaldo estatal para hacer cultura, memoria y patrimonio”. Otros miembros del ACA tampoco entienden cómo se le entrega la televisión a extranjeros y privados si se tiene en cuenta que los actores hacen parte de una población trabajadora inestable y, además, si se piensa que en un posible escenario de paz se necesita promover a través de la televisión un nuevo ciudadano.

Diego Molano Vega, ministro de Tecnologías de la Información y las comunicaciones, respondió que las investigaciones de audiencia indican que el consumo de producciones internacionales está muy por encima de las series nacionales. “De tal manera que buscamos, no solo garantizar la producción local en la parrilla, sino competir en los mercados internacionales. La nueva cuota de pantalla del PND existe para cumplir una exigencia recíproca con los países con los que tenemos tratados de libre comercio como Estados Unidos, Chile, Honduras, El Salvador y Guatemala”.

Aunque todavía falta tiempo para saber en qué terminan estas peticiones, lo real es que el ACA entró haciéndose oír y, lo mejor, sin romper las buenas relaciones con los canales privados, productores y el gobierno. Porque si bien es cierto que Colombia se ufana de tener una industria de televisión, no lo es menos que en esta hay demasiada informalidad.