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Los miedos del mundo

Un análisis de la geopolítica actual a partir de las más exitosas series de televisión.

Luis Fernando Afanador
24 de febrero de 2018

Dominique Moïsi

Geopolítica de las series

Errata Naturae, 2017

192 páginas

“Se acerca el invierno”, esa frase es el santo y seña de Juego de tronos, la serie de televisión más popular de la historia. Una frase que para el politólogo francés Dominique Moïsi sería una metáfora del mundo actual: “Esa expresión ha pasado a ser de culto no por graciosa o romántica, sino porque traduce y resume todas nuestras aprensiones frente a la evolución del mundo que nos parece cada vez más caótico y ansiógeno”. Si Juego de tronos explora el miedo al caos y la vuelta de la barbarie, House of Cards explora el miedo al declive ligado a la crisis de la democracia; Homeland, el miedo al terrorismo y la pregunta sobre la naturaleza de la amenaza y la identidad del enemigo; Downton Abbey, el miedo al cambio drástico a otro orden del mundo, acompañado de la nostalgia por un orden condenado; y Occupied, el miedo a la ocupación rusa. En síntesis, este libro trata sobre los grandes miedos –planetarios después del 11-S– que se ven reflejados en algunas series famosas. Su premisa es que entenderlas lleva a entender la geopolítica actual y las emociones que la dominan.

En la era de la globalización, dice Dominique Moïsi, las series de televisión se han convertido en un referente cultural (si no el único) imprescindible para analizar ‘las emociones del mundo’, su especialidad académica, y sobre el cual ya había escrito otro libro en 2008: La geopolítica de la emoción: cómo las culturas del miedo, la humillación y la esperanza están reconfigurando el mundo. En la actualidad, las series se han convertido en el equivalente de lo que fueron los folletines en el siglo XIX, un elemento esencial de la cultura. Y sus guionistas –los mejores– son comparables con los grandes novelistas del pasado como Balzac, Flaubert y Dickens. “No se conforman con analizar fríamente la realidad: la perciben y la adivinan, gracias al poder de su intuición y al coraje y lucidez de su imaginación. De hecho, estos guionistas se han convertido en los mejores analistas de las sociedades y del mundo actual, por no decir en los futurólogos más fiables”.

En Juego de tronos, matan al padre, al hermano, al hijo. Hay incesto e hijos incestuosos: no hay ninguna norma que se mantenga, la transgresión es la ley. En los Siete Reinos, como ahora, no se está a salvo en ningún lugar de los actos de guerra. En House of Cards, escuchamos que “la democracia está sobrevalorada”. Por eso, allí todo está permitido en la lucha por el poder. Es el zeitgeist, el espíritu de los tiempos que marca la desconfianza absoluta ante la política y explica la gran acogida de la serie. Pero ¿se puede vivir en ese grado máximo de cinismo? ¿Roma no cayó después por vilezas parecidas? Es conocida la capacidad de Estados Unidos de criticarse a sí misma, aunque esto ya es otra cosa, un índice de autodestrucción, el verdadero fin del sueño americano y de su legitimidad como líder mundial. Así lo ven sus rivales en la supremacía mundial, según le contó a Moïsi uno de sus amigos chinos: “A los dirigentes de mi país les encanta ‘House of Cards’. Les reafirma su convicción de que no hay diferencias de fondo entre el sistema político estadounidense y el sistema chino. La lucha por el poder es la misma en todas partes. Al menos, los chinos no son hipócritas”.

En contrapunto con House of Cards, Dominique Moïsi analiza El ala oeste, también una serie sobre la conquista y el ejercicio del poder en la Casa Blanca, en la que su protagonista, el presidente Jed Barlett, es un gobernante ideal que sobresale por su cultura, su ponderación y su sentido de la justicia (este libro se publicó inicialmente en francés, antes de la elección de Trump). Y la serie danesa Borgen, en la cual su protagonista es la primera ministra, jefa del gobierno, quien ‘juega el juego’ de la política pragmática, pero sin “comportarse como un lobo”: mantiene sus principios y su honestidad. Moïsi trata de contrastar y al final aboga por un ‘optimismo lúcido’ y series ambiciosas, didácticas y hasta pedagógicas. Sin embargo, estas son series menos exitosas, los personajes negativos son más taquilleros. ¿Por qué? Porque quizás, como él mismo sospecha, el invierno ya ha llegado.