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Algunas de las piezas de Tillmans que se verán en Bogotá

FOTOGRAFÍA

Los mundos privados, el trabajo de Wolfgang Tillmans

Desde la caída del muro de Berlín Wolfgang Tillmans se dedicó a retratar la cotidianidad de la juventud europea. SEMANA habló con este alemán, uno de los fotógrafos contemporáneos más respetados, a pocos días de su primera exposición en Colombia.

13 de octubre de 2012

Uno de los elementos más importantes en el trabajo de Wolfgang Tillmans es la duda. "No entiendo a las personas que creen con certeza que el mundo funciona. Hay que tener fe, por supuesto, en lo que uno piensa y hace. Pero no creo que yo podría vivir o hacer arte si no dudara constantemente de lo que ocurre a mi alrededor", le dijo a SEMANA desde su estudio en Berlín, a pocas horas de tomar un vuelo hacia Bogotá.

Tillmans es, desde hace varios años, uno de los artistas europeos más respetados. De hecho, fue el primer fotógrafo en recibir el prestigioso premio Turner —uno de los mayores reconocimientos en el mundo del arte— en 2000. Nacido en Remscheid, en 1968, desde muy joven empezó a interesarse en la obra de Richter, Rauschenberg y Warhol. El contacto con esos artistas lo inspiró a hacer sus primeros trabajos: Tillmans recortaba fotos de diarios, las fotocopiaba y las ampliaba. A los 16 años se fue a vivir a Hamburgo, donde empezó a interesarse en la música electrónica y en el rock underground. El joven artista pasaba horas escuchando los discos de New Order y Joy Division. También comenzó a vivir la escena nocturna de la ciudad y la cultura rave. Tillmans frecuentaba los bares de Hamburgo, donde probó las drogas sintéticas y empezó a tener sus primeras relaciones con otros hombres. El fotógrafo cuenta que el descubrimiento de su sexualidad fue bastante traumático. Sentía una enorme fascinación por el mundo gay pero también le temía al sida, que se encontraba en su auge. "En el año 85 empecé a preocuparme realmente por la enfermedad. Fue duro crecer en una época en la que ser gay significaba estar muy cerca de la muerte", dice.

En 1989, cuando tenía 21 años, cayó el muro de Berlín. Tillmans se dedicó entonces a retratar los profundos cambios que vivió la sociedad alemana, en especial la juventud. "Había una sensación de libertad en el aire. La gente estaba realmente abierta a experimentar. Los noventa fueron un momento único, una época casi romántica. La caída del muro hizo que la juventud europea se uniera. La vida nocturna y la cultura 'techno' se convirtieron en un movimiento cultural muy fuerte", cuenta. En 1992, después de terminar la carrera de Arte y Diseño, se fue a vivir a Londres donde empezó a publicar sus fotos en la revista I-D. Ahí retrató a celebridades como Kate Moss y John Waters, pero también a su entorno privado: sus amigos, sus amantes y su casa. La crónica gráfica de su cotidianidad fue publicada en revistas como Purple, The Face e Index Magazine.

Durante esa década, Tillmans exhibió algunos de sus mejores trabajos como Chemistry, Elbow, Man Pissing on Chair y Lutz and Alex. Esta última, justamente, fue muy polémica: una serie de fotos que retrataba el día a día de una pareja de andróginos. Algunos críticos se refirieron a esta serie como "el Adán y Eva de la era del éxtasis". Las fotos de Tillmans fueron exhibidas en la galería Maureen Paley de Londres y luego viajaron por varias ferias europeas, donde llamaron la atención del público. Uno de los más interesados fue Benedikt Taschen, el excéntrico editor de libros de arte, quien decidió comprar los derechos de la obra de Tillmans para hacer un libro.

Durante los años siguientes Tillmans exhibió su trabajo en las galerías y museos más reconocidos. Su obra era controversial por las imágenes que decidía mostrar —en apariencia triviales— y por la manera en las que las exhibía: muchas veces sin marco, pegadas a la pared con cinta pegante o con clips. También se hizo famoso por las fiestas que organizaba en su estudio en Londres, que a veces duraban varios días. No ha perdido la costumbre: "Cuando uno entra al mundo de Tillmans nunca sabe qué va a pasar ese día o, más específicamente, dónde puede terminar esa noche", escribió Paul Flynn en la revista Fantastic Man.

Después de recibir el premio Turner, la Tate Britain organizó una gran retrospectiva de su trabajo. La muestra se llamó If One Thing Matters, Everything Matters —que se podría traducir como "si una cosa importa, todo importa"— y resumía muy bien la lógica de su trabajo: cualquier situación cotidiana puede ser una obra de arte. Desde luego, la propuesta generó dudas. Adrian Searle, crítico de arte de The Guardian, escribió: "Si todo importa igual, entonces tal vez nada importa realmente. ¿Significa esto que todo en el mundo tiene el mismo peso como imagen y como evento?".

A comienzos del siglo XXI, y frente al auge de la fotografía digital, Tillmans empezó a experimentar con otros formatos. "Nunca antes en la historia la gente había estado tan expuesta a la fotografía. Gracias a fenómenos como Flickr o Instagram la gente hoy produce y aparece en millones de imágenes al día. Ante este exceso, decidí replantear algunas cosas de mi trabajo", dice. Así empezó a hacer obras abstractas. Tillmans pasaba horas en el laboratorio fotográfico, donde jugaba con las texturas y la exposición de la luz.

A partir de 2005 dejó de exponer y decidió tomarse un tiempo libre. Viajó por varios países para "mirar el mundo de una manera más pausada". A su regreso decidió mudarse de nuevo a Berlín. "Sentí que en ciudades como Nueva York y Londres hay cada vez menos libertad. Hay un exceso de vigilancia: hay policías y cámaras de seguridad por todos lados. La vida nocturna se ha vuelto aséptica y controlada. Berlín es una de las pocas ciudades en la que todavía hay ciertas libertades y la gente está abierta a nuevas situaciones", dice.

El año pasado volvió a exponer en la galería Serpentine de la capital inglesa una muestra en la que reunió piezas de los últimos diez años. Mucho de este material será exhibido en Bogotá a partir de la próxima semana en el museo del Banco de la República. Tillmans, quien ha visitado Latinoamérica, pero nunca Colombia, siente que en ciudades como Bogotá "se está viviendo un clima similar al de las capitales europeas en los noventa. Hay muchos jóvenes artistas interesantes y el mercado del arte es cada vez más dinámico". Su obra, entonces, no podría llegar en mejor momento.