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Los nietos de García Márquez

Durante el encuentro 'La nueva narrativa colombiana. Escribir después de García Márquez', cuatro escritores hablaron en Buenos Aires del llamado nuevo 'boom' de la literatura nacional.

27 de octubre de 2003

"Garcia Marquez era sólo un señor famoso vestido de guayabera al que le gustaba el vallenato cosa que era todo lo contrario a mi imaginario estético. Después, cuando empecé a escribir, él ya era 'García Marketing', una marca registrada. Lo peor fue cuando le dieron el Premio Nobel y teniendo la oportunidad de ponerse un elegante frac prefirió ir vestido de cocinero". De esta manera se refirió el escritor Efraim Medina a Gabriel García Márquez en el encuentro La nueva narrativa colombiana. Escribir después de García Márquez, celebrado en Buenos Aires y que contó, además, con los autores colombianos Santiago Gamboa, Enrique Serrano y Mario Mendoza. La cita fue en el Malba (Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires) y el debate, moderado por Silvia Hopenhayn, giró en torno a lo que representaba para ellos escribir bajo la sombra de Gabo.

El primer punto que se debatió fue el de el llamado nuevo boom literario colombiano y el hecho de que las novelas sean tan diferentes tanto en el estilo como en los temas. "¿Qué hay en común -se preguntó Hopenhayn- entre un escritor que inhala el presente y propaga su fogosidad con otro que lo estira hasta volverlo eterno, con un tercero que cuenta algún infierno de su ciudad y un cuarto que traslada a China los conflictos de la literatura? Siempre ocurre lo mismo: cuando se habla de nueva narrativa se espera algo en común pero lo que sale a relucir son las diferencias".

Es justamente esa variedad temática y estilística la que estos escritores reivindicaron como emblema de su generación. Los cuatro, que tienen en común haber nacido en los años 60 y haber sido criados y formados en ámbitos urbanos, dieron sus opiniones ante la insistencia en agruparlos como generación. "Cada uno surgió por sus propios medios, solo, y sin embargo hemos venido a coincidir en una serie de cosas: pertenecemos a un horizonte que creció en los 70, que bebió en las fuentes del rock y su ideario, que tuvo sueños relativamente parecidos aunque no se convirtieran en lo mismo; todas nuestras obras están en construcción, y todas son distintas", dijo Serrano. Por su parte Gamboa dijo: "Para nosotros ha sido una sorpresa descubrir que somos una generación; no tenemos una declaración de intenciones conjunta y cada uno escribe con absoluta impunidad e irresponsabilidad". Mendoza optó por exaltar el apoyo editorial en Colombia: "Sin editores comprometidos seguiríamos a la deriva, huérfanos de protección y esto no sería posible".

A la pregunta sobre el legado de García Márquez hubo consenso en que su influencia no ha sido tan fuerte en esta generación de escritores. Gamboa aceptó haberlo leído como un clásico: "Nací en Bogotá y el mundo Caribe del que habla García Márquez me produce la misma sorpresa que a un argentino o a un checo. Mi relación con él ha sido de admiración porque su obra me enseñó a querer la literatura". Algo similar opinó Mendoza: "Nosotros no somos los hijos de García Márquez, somos sus nietos. La relación con los abuelos es cariñosa pero distante. No necesitamos quitarnos su peso porque ninguno ha comenzado a escribir bajo sus parámetros. Siempre lo he visto como un clásico". Medina, quien reconoce la calidad literaria de García Márquez pero critica sus posturas políticas, se hizo sentir otra vez: "Se trata de un ícono que retrata muchas taras de nuestra cultura y representa y ejerce una forma de poder. Creo que es hora de patearles el trasero a más de una momia y sus cortesanos. Para abrir espacios en Colombia muchas veces se debe recurrir al escándalo y las palabrotas. Mejor eso que el silencio cómplice". Serrano también hizo su reflexión sobre el maestro: "Su influjo cambió porque también lo hizo la sociedad. Los lectores del mundo se condicionaron con el imaginario de Macondo, pero ese país ya no existe. Colombia es una sociedad occidentalizada con valores hispánicos muy arraigados y aspiraciones de modernidad europeizante. Y por tanto, en la medida que se produce por primera vez literatura desde Colombia para Colombia García Márquez queda como un referente lejano".

Al final del debate varias cosas quedaban claras, quizá la más importante es que los propios escritores no creen que pueda hablarse todavía de un nuevo boom. Prefieren decir que hay en Colombia un grupo de escritores no sólo los invitados a este encuentro en Buenos Aires- con diversas búsquedas cuyas obras han despertado el interés de los lectores nacionales, cosa que no pasaba, con algunas excepciones, desde García Márquez.

Lo cierto es que a pesar de que cada escritor marcha por su propio camino es inevitable que se hable de la nueva literatura colombiana. Para fortuna de los lectores y, sobre todo de los escritores, la literatura se ha ido renovando. Y no porque el legado de Gabo sea malo ni mucho menos, sino porque es muy difícil de imitar o de seguir. Ahora es evidente, como ellos dicen, una búsqueda por diversas direcciones en las que Bogotá aparece cada vez más real, pero también China o Nueva York o Medellín. Sólo el tiempo dirá qué tanto quedará de este auge de nuevos escritores. El propio Medina concluyó al respecto: "Esta generación que empieza después de Fernando Vallejo está conformada por escritores menores. Nadie en Colombia ha escrito en los últimos años una obra maestra y quien así lo piense está perdido".