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MADONNA AL DESNUDO

Tete a tete de dos revistas "porno" para ver cuál vende más con las atrevidas fotos del fenómeno pop de los 80

26 de agosto de 1985

A los once años, Madonna tenía muy claro qué quería ser en la vida: monja. "Durante años quise serlo. Me encantaba verlas sin maquillaje, con sus rostros serenos y luciendo inmensos crucifijos. Me parecían, además, sexys", cuenta ahora, 15 años después, la gran sirena del rock de los 80, cuando de su admiración por las monjas sólo le queda lo de sexy.
Recientemente desató el más duro forcejeo entre los dos mortales que quizás hayan desnudado más criaturas en el mundo: Bob Guccione, el editor de Penthouse, y Hugh Heffner, el de Playboy, forcejeo que terminó en la edición simultánea de las dos revistas con la cantante pop "en almendra"; con estudios en blanco y negro de Madonna reclinada en un sofá y posando en el marco de una ventana. Sin embargo, el verdadero placer, afirma la revista Time en su última edición, ha sido la pelea comercial de las dos revistas en los puestos de las esquinas. Playboy imprimió 5.9 millones de ejemplares, 350 mil más que el tiraje normal, mientras que Penthouse editó 5.2 millones, en lugar de los 4.9 millones habituales. Si Penthouse se vende bien, Guccione ha anunciado que publicará otro set de fotografías el próximo mes, utilizando al parecer la misma estrategia que aplicara a la bella Miss América, la negra Vanessa Williams y que le costara su corona.
En esta oportunidad, las fotos de Madonna al desnudo tal vez no van a producir efectos negativos en su carrera y así parece pensarlo ella, quien no ha querido hacer comentario alguno y ha visto con indiferencia la lucha callejera en los quioscos que están vendiendo las dos publicaciones.
Las fotos, sin embargo, no son recientes y ella se ve diferente a la rubia alborotada que hoy vende millones en discos. Según afirma Guccione, él tuvo la oportunidad de conocer las fotografías que publicó Playboy, tomadas a finales de los años 70 por un fotógrafo de Nueva York que la contrató como modelo cuando era una bailarina improvisada, para sesiones por las cuales le pagaba 30 dólares (ver recuadro). En lugar de comprar esas fotos, Guccione dice que compró el trabajo de otro fotógrafo, quien le había pagado a Madonna 50 dólares por una sesión de dos horas en 1978. "Las fotos de Playboy eran vulgares, no favorecían a Madonna", dijo Guccione. "Estupideces", dijeron en Playboy, aduciendo que sabían que Guccione había ofrecido por lo menos 100 mil dólares por las fotos en cuestión, y que el fotógrafo había rechazado la propuesta. "Guccione está haciendo escándalo para llamar la atención", afirmaron. Pero ninguna de las dos publicaciones ha revelado la suma que pagó por las fotos de la cantante pop. Y las revistas se están vendiendo como pan caliente.
El revuelo es tal y la fama de Madonna tanta, que en Colombia, uno de los más ortodoxos diarios en materia de destapes, El Tiempo, publicó en su edición del pasado 11 de julio una foto de la reina del rock con los senos al aire. Esto no lo había hecho el diario ni cuando Julie Andrews, famosa por sus papeles santurrones, resolvió mostrar su escasa dotación pectoral en un atrevido escote, y apenas si se había dado una licencia muy sutil cuando estalló el escándalo de la Williams.
Madonna ahora no sólo circula con su voz en millones de álbumes y sencillos que han pegado con canciones como "Like a Virgin " y "Material Girl", sino también "en bola", a través de dos de las publicaciones "porno" más famosas del mundo y, además, lleva 52 semanas en cartelera en una pequeña sala de cine de Broadway desempeñando un papel en la película "Buscando desesperadamente a Susan".
Entre lo vamp y lo naive
Con todo, parece que Madonna aún conserva vestigios de su vocación primaria, los crucifijos, pero eso sí incorporados a su peculiar estilo, sobre camisetas de colores chillones que dejan el ombligo ostensiblemente al aire. De todas maneras, cuenta que es católica, procura no hacer a otros lo que no quiere que le hagan a ella y parece seguir el mandato de amar al prójimo, como lo evidencia su próximo matrimonio con Seann Penn, un actor que fue puesto preso recientemente por agresión contra un fotógrafo.
Madonna, esa exótica reina del pop y del rock de los 80, esa mujerniña que oscila entre lo vamp y lo naive, conserva todavía muchos rasgos de su infancia. Como el hábito de estar siempre sin un céntimo encima, aunque ahora lo hace para no complicarse llevando cuentas y no simplemente por carecer de billete. Y no fue por esta razón, sino por exceso de popularidad, que acaba de recibir un "no" rotundo a una solicitud para comprar un apartamento de 1.2 millones de dólares en el edificio San Remo de Nueva York. Personajes famosos que viven allí como Diane Keaton y Dustin Hoffman le echaron bolas negras. No querían, se dice, el inevitable alboroto de los fans y los fotógrafos que siguen a Madonna.
Una prueba evidente del fenómeno que constituye la cantante fue la carátula que hace dos meses le dedicó Time, en donde ella se confiesa y exorciza sus demonios de infancia.
La imagen más patética que conserva de su madre es la de una impenitente ama de casa, angelical, quien soportó sin quejarse nunca un cáncer del seno que terminó por consumirla, cuando la niña sólo tenía 7 años: "La muerte de mi madre me hizo madurar más pronto, porque la familia tuvo que separarse y los hijos (seis, ella la tercera y la mayor de las mujeres) debimos repartirnos en las casas de los parientes", dijo Madonna recordando, entre otras cosas, la estricta educación que recibiera de su padre, un ingeniero que siempre la premiaba con 50 centavos de dólar por cada buena calificación en su libreta. "Heredé los ojos azules de mi padre y los rasgos faciales y la sonrisa de mi madre", dice la cantante de cejas tupidas, enigmáticos ojos y un cuerpo voluptuoso que mueve provocadoramente cuando canta.
La familia se reintegró cuando su padre volvió a casarse con una de las mujeres que le había servido de ama de llaves. Fue a dar a un colegio católico a donde tenía que asistir de uniforme y en donde se dejó cautivar por las monjas. "Era una especie de quintaesencia de la Cenicienta. Nunca tuve vestidos bonitos, odiaba que me pusieran vestidos iguales a los de mis hermanas, cuando en realidad yo quería usar medias y vestidos de colores encendidos, y lazos en el pelo. De pronto, de esa limitación nació mi inclinación por las vestimentas que ahora uso", afirma y recuerda también la decisión de su padre de que cada uno de sus hijos tocara un instrumento musical. A ella le toco el piano, a pesar de que, fiel a su tendencia de decirlo todo, protestó. Pero finalmente se salió con la suya y logró cambiar la tortura del piano por unas clases de baile. Fue el comienzo de su real destino y el final de su hechizo por las monjas.
Durante el bachillerato echó raíces su pasión por la música. Siempre quería los papeles de buena en las presentaciones del colegio, pero todos pedían que hiciera los de lanzada, los de vampiresa. Como era deshinbida con los muchachos, ya que había crecido en un ambiente en el que compartía hasta el baño con sus hermanos, "gané fama de puta, cuando aún era virgen. Pasé todo un período durante el cual las chicas pensaban que yo era una perdida y los chicos que era una ninfómana. Sin embargo, el primer muchacho con el cual me acosté había sido mi novio durante un buen tiempo y yo realmente lo quería". Su desenfado para tratar a los muchachos, su agresividad, su carácter fuerte y su cuerpo bien dotado fueron creando en torno suyo la imagen de un símbolo sexual. Pero ella no se siente así. No obstante que encuentra de pronto en los closets de los hoteles donde se hospedan hombres que saltan de improviso, que recibe miles de cartas de un tenor como si la destinataria fuera Xaviera Hollander, Madonna se ve a sí misma dulce y delicada como un huevito de codorniz.
La historia del boom de Madonna empezó a gestarse un par de meses después de haber terminado su bachillerato. Antes que a la química, la física, la literatura o el cálculo, guarda gratitud a las clases de danza donde conoció a Christopher Flynn, el hombre que la salvó de la presión de sus compañeros y la hizo enfrentarse a lo que realmente era. El hombre que, por primera vez, le dijo sin acento lúbrico que era bella. "Me educó, me llevó a museos, me enseñó arte. Lo amé sin reservas; fue mi mentor, mi amante, mi hermano".
Aunque su padre nunca vio con buenos ojos las inclinaciones artísticas de su hija, poco a poco, el éxito de los discos y los artículos de prensa fueron derrotando sus prejuicios. Entonces comprendió que su consentida estaba socavando el imperio de Michael Jackson, que era tan o más popular que Brooke Shields y que sumaba tantos dólares como Dolly Parton. Lo que hace falta ahora es que definitivamente entierre todo prejuicio y acepte, sin golpes de pecho, el hecho de que su "nenita" haya mostrado desinhibidamente el suyo.--
Las sesiones del fotógrafo de Playboy
El curso de fotografía de desnudos del New School de Nueva York, fue fundado por Martín H. Schreiber, cuyos estudiantes pasaron los días del 12 al 14 de febrero de 1979, poniendo a prueba sus habilidades con una "bella, inteligente y poco convencional joven", llamada Madonna.
"Ella era más delgada hace seis años", dice Schreiber, "había algo especial en ella. Pienso que aunque ahora es bastante bella, tenía una clase de belleza diferente entonces"
Los estudiantes avanzados de fotografía de Schreiber se encontraron con una joven a quien tenían que pagarle en efectivo por modelar, porque no tenía cuenta bancaria, pero a quien claramente se le veían recursos internos.
"Creo que ella realmente no sabía qué quería", señala el fotógrafo, "pero tenía algunas ideas. Estaba experimentando. Habría hecho cualquier cosa para lograr lo que quería". En ese tiempo, sus experimentos la llevaron a formar parte de una banda llamada Breakfast Club, y al poco tiempo exhibía una cabellera rubia y el cuerpo felino que muestran las fotos. Su voz y cuerpo son sus características de mostrar, pero el secreto de Madonna puede ser más bien ese toque satírico que proyecta. Piensa que muchos de los elementos con los que se ha construido su imagen son basura y que eso también lo sabe el público. Pero piensa que si ya están todos metidos en eso, hay que disfrutarlo.
Todo ese ritual de la imagen está haciendo de Madonna la más excitante estrella de 1985, pero las cosas no eran tan así en 1979.
"Hacía frío en mi estudio, había puesto dos calentadores cerca de Madonna": recuerda Schreiber. "Pero ella se reía y lo estaba pasando bien. No había ninguna vacilación de su parte, estaba ahí, sin problema. Yo estaba fascinado con ella". La fascinación de Schreiber lo llevó a hacer las fotos no de un desnudo anónimo sino a descubrir una persona. "Con tantos desnudos, no fotografío caras", dijo alguna vez Schreiber, "pero con ella quería incluir la cara, ¡Madonna tenía una cara!" Schreiber se interesó más por fotografiar a la Madonna íntima. "Los desnudos que hice son hermosos. Uno de mis papeles es hacer que la gente mire desnudos en forma diferente. Trato de que la gente se sienta menos incómoda con su cuerpo"
Aunque pudiera pensarse que Madonna es como su canción, una Material Girl, el año que ella pasó haciendo de modelo dejó, paradójicamente al desnudo, un registro distinto el de una joven etérea que afirma que, a pesar de que es considerada un símbolo sexual, ella no se siente eso y que "en realidad tengo un lado modesto y creo que la imagen que proyecto está por lo menos veinte pasos adelante de lo que considero que soy".
Tomado de Playboy