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MAESTRO DE MAESTROS

Escribir columnas no se improvisa: es un arte.

MARIA MERCEDES CARRANZA
7 de septiembre de 1998

He aquí un tipo bien polémico. Periodista entre los mejores, el inglés Paul Johnson dirigió durante varios años Réalités y The New Satesman y ha sido columnista semanal para Tribune, el Everning Standar, el Daily Telegraph, el Daile Express y, desde 1980, publica una colaboración semanal en el Spectator. Pero además ha escrito varios libros de tema histórico que le han valido el renombre de 'el Macaulay moderno' y 'el Carlyle contemporáneo'.
Modern Times, que muchos consideran su obra maestra, fue en cierto momento el libro favorito de Richard Nixon y es la Biblia de los conservadores modernos. No en vano Johnson fue asesor principal de Margaret Thatcher y se le conoce como un católico moralista que escribe sobre historia.
Aunque opina que "la mayoría de los periodistas son unos sinvergüenzas y deberían estar en la cárcel" y que "el periodismo es más una degradación que un deber". dice también que "escribir una columna regular sobre cualquier tema que se nos ocurra es uno de los grandes privilegios de la vida". Y ese privilegio Johnson lo usufructúa como un maestro de verdad.
Este volumen, que acaba de llegar a las librerías del país, reúne alrededor de 100 columnas, publicadas en el Spectator y resulta una verdadera delicia leerlas. Johnson demuestra que escribir una columna es un arte y que el conocimiento de ese arte no se improvisa.
Por cierto que la primera de ellas se titula así: 'El arte de escribir columnas'. Allí cuenta que fueron Montaigne y Bacon quienes inauguraron el género, pero que su florecimiento se dio en el siglo XVIII. Y luego explica qué define al buen columnista y cuál es su método personal. En verdad es este un texto fundamental, que debería ser leído por todos y todas los que se dedican al oficio.
¿Qué hace que uno se pierda en este libro, fascinado con los comentarios de Johnson? Diversos ingredientes: el conocimiento sobre una vasta variedad de temas; el don de la observación; el estar al tanto en el día a día de la política, el acontecer cultural y la vida social; la decencia de no escribir sobre sus problemas o intereses personales; la oportunidad para escoger los temas y, sobre todo, el no ser condescendiente con el lector.
Ello, por ejemplo, se revela en el mismo encabezamiento de la columna que da el título a esta selección: 'Al diablo con Picasso'. Sí, Johnson manda al diablo a Picasso y también a Cézanne por malos pintores. Con la misma libertad escribe sobre 100 temas distintos, que van desde el conflicto conyugal de Carlos y Diana de Gales, el sexo como hazmerreír entre la mujer y las ventajas de la familia numerosa, hasta la indignidad de Estados Unidos de tener a Clinton en la Casa Blanca.