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Esta película es la historia de Ivo, un estonio que debe elegir entre participar del conflicto independentista o cultivar mandarinas.

CINE

Mandarinas

Esta coproducción entre Rusia, Estonia y Georgia muestra con delicadeza cómo la guerra toca la cotidianidad de la población civil. Nominada al Oscar como mejor película extranjera. ***

Manuel Kalmanovitz G.
9 de mayo de 2015

Título original: Mandariinid
País: Rusia, Estonia y Georgia
Año: 2013
Director: Zaza Urushadze
Actores: Lembit Ulfsak, Giorgi Nakashidze, Misha Meskhi y Elmo Nüganen
Duración: 87 min


Es una historia que nos resulta dolorosamente familiar: un pedazo de tierra, una guerra entre dos bandos, el esfuerzo de los habitantes de esa tierra de seguir viviendo tan normalmente como sea posible a pesar de la amenaza de la barbarie, el fanatismo y la destrucción que les acecha.

Los paisajes donde sucede este precario equilibrio entre la normalidad y la violencia quizás no nos resulten tan conocidos: tienen la gama amarilla y verdosa de un otoño melancólico y largo, de la tierra alistándose para su descanso invernal. Pero lo que sucede sí que resuena.

Mandarinas tiene lugar en la región de Abjasia, en la costa oriental del mar Negro, que a comienzos de los noventa vivió una guerra complicada, con componentes étnicos e históricos, para separarse de Georgia. Allí, durante la guerra, un par de hombres de origen estonio esperan cosechar las frutas del título antes de dejar sus tierras –como ya lo hicieron familiares y vecinos– para volver a su país de origen.

Es una situación extraña, desolada y temporal, como quien vive en una casa con sus maletas siempre empacadas. Para la cosecha, Ivo (Lembit Ulfsak) construye las cajas de madera, y Margus (Elmo Nüganen), el dueño de la tierra, se encarga de coger las frutas de los árboles, esperando ayuda de alguno de los ejércitos para terminar su labor.

Pero este limbo no es inmune a los enfrentamientos y un combate en la vereda deja a Ivo a cargo de dos heridos de los ejércitos enemigos: Ahmed (Giorgi Nakashidze), un mercenario checheno que combate por el bando de los abjasios, y Niko (Misha Meskhi), que combate para los georgianos.

A partir de ahí, la situación adentro de la casa es limpia y compacta como una obra de teatro: los hombres hablan, se odian sin verdadero motivo, se hacen bromas pesadas, se retan con la esperanza de que uno de los dos revire para poder matarse. Pero la película se cuida de mostrar que detrás de la pose bravucona y varonil está el deseo de vivir y de volver a casa.

La metáfora central de la película, la cosecha de las mandarinas, habla de la conexión con la tierra, las responsabilidades que tenemos con ella, la forma como el trabajo y el tiempo se vuelven paisaje, cómo dan sus frutos. Es una labor que tiene un lado económico, claro, pero que no se limita a eso.

“No se trata de dinero, aunque las cantidades son grandes”, dice Margus. “Es que una cosecha como esta se va a perder y es una lástima”. Lástima por el trabajo invertido, pero también por los árboles cuyos frutos se pudrirán en sus ramas si nadie los recoge. ¡Semejante desperdicio!

En la película solo hay una mujer, la nieta de Ivo, pero no aparece directamente. Está en unas fotos enmarcadas puestas encima de un mueble, pero, desde allí, irradia una energía civilizadora. Gracias a ella los enemigos se dan cuenta por un instante que esa guerra en la que viven, a pesar de que sea emocionante y de hacerlos sentir rabiosamente vivos, no es la única realidad posible.

Cartelera
**** Excelente  ***½ Muy buena   *** Buena   **½ Aceptable  ** Regular  * Mala


El viaje del acordeón **½
Documental desordenado pero con personajes entrañables, que sigue a un grupo en el Festival Vallenato que luego viaja a la fábrica Hohner en Alemania.

El misterio de la felicidad **½
Simpática pero estereotipada cinta argentina, la partida de un empresario hace que su esposa y su socio unan esfuerzos para entender lo sucedido.

Avengers: la era de Ultrón ***
La segunda parte de esta serie balancea explosiones espectaculares con momentos relajados y humanos de sus superprotagonistas.

Timbuktú ***½

Nominada a mejor película extranjera en los Oscar, esta cinta sigue historias paralelas en Mali, país dominado por militantes islámicos entre 2012 y 2013.