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Mano a mano de gigantes

La nueva donación de Fernando Botero al Museo Nacional y la retrospectiva de la obra de Eduardo Ramírez Villamizar en el MamBo son el plato fuerte del arte en Bogotá.

25 de abril de 2004

Fernando Botero se ha caracterizado por los grandes volúmenes, por su alusión a lo local, a la cotidianidad desde el humor, por el uso del color, por su reinterpretación de la historia del arte y por la representación que ha hecho de la sociedad colombiana. Estos temas lo han hecho famoso a través de la pintura, la escultura y el dibujo, para muchos su mayor virtud como artista. En los últimos años Botero ha seguido trabajando estos temas pero también sobre uno en especial: la violencia. En los años 70 ya se había acercado con obras que aludían a hechos ocurridos en la mitad del siglo XX. Ahora es evidente su referencia al drama y el dolor de los colombianos que están en medio del conflicto armado. Buena parte de su visión de la violencia se ve reflejada en la nueva donación que Botero acaba de hacer al Museo Nacional: 23 óleos y 27 dibujos, realizados entre 1999 y 2004, y que se exhibirá al público desde el próximo 4 de mayo. Antes de esta donación, que sigue demostrando la generosidad del artista, el Museo Nacional contaba con 23 obras suyas, la mayoría óleos concebidos entre 1951 y 1980, entre los que se destacan la famosa Naranja y Los obispos muertos, una de sus pinturas más elogiadas. Con esta donación, el museo completa el recorrido por la obra de Botero que abarca diferentes períodos de su producción.

Mientras tanto el MamBo, con una retrospectiva conformada por 120 obras, abre sus puertas a otro gran maestro del arte colombiano: Eduardo Ramírez Villamizar. Allí se pueden apreciar los cambios que ha tenido la obra de uno de los escultores más importantes del siglo XX en Colombia.

La muestra, que está dispuesta en los tres pisos del museo, incluye pinturas, esculturas y relieves que van mostrando su cambio de lo figurativo a lo geométrico. También hay fotografías de algunas de sus principales obras exhibidas en diversos espacios públicos. Como sucedió con varios de los artistas de su generación -entre ellos Botero, Negret, Obregón, Grau, y Roda-, Ramírez Villamizar tuvo un cambio radical en su obra después de salir del país. Su viaje a Francia y después a Nueva York en los años 50 lo llevó a establecer un estilo por el que hoy es reconocido. La crítica Marta Traba lo tildó de ser el primer pintor abstracto del país y sus figuras geométricas se impusieron especialmente a través de sus relieves.

Las dos exposiciones serán una gran oportunidad para apreciar el trabajo de dos artistas que son referencia obligada en el arte colombiano. Botero y Ramírez en Bogotá, dos magníficas opciones para el público bogotano.