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Desde hace unos meses canales internacionales vienen al país a producir series. ¿Qué hay detrás del fenómeno? ¿Cuáles son las críticas a un modelo que parecería ser la manera de internacionalizar la producción colombiana?

25 de julio de 2009

El fenómeno no es nuevo. Desde los años 80 -la época dorada de la televisión colombiana para muchos-, productoras extranjeras han venido al país en busca de locaciones, mano de obra y a veces talento nacional para producir series y telenovelas para un público que no es el local. El zorro y hace poco Sin senos no hay paraíso fueron grabadas en Colombia y distribuidas en el exterior, en cable o en canales de otros países. Siempre en silencio, como producciones que nacían de iniciativas individuales.

Nunca tan sonadas, en todo caso, como Mental, la última producción de Fox Telecolombia, la primera serie estadounidense que se graba en Colombia y la primera que produce tanta expectativa. Expectativa porque con la serie se construyeron estudios con características nunca antes vistas en Colombia y porque con ella quizá se abre la posibilidad de que Colombia entre al mercado de países que ofrecen facilidades de producción internacional. Después de esa primera experiencia, sin embargo, apareció el descontento de algunos que no creen que las cosas son tan idílicas como parecen.

La entrada de estas productoras y su nueva forma de hacer televisión han tenido críticas. Hace unas semanas, el crítico de televisión Ómar Rincón dijo en su columna de El Tiempo que, de alguna manera, lo que hacían estas productoras era explotar la mano de obra colombiana y, poco después, dijo que el resultado de estas nuevas producciones aún eran muy pobres de calidad. "Los escenarios están mal iluminados, todo se ve pobretón, los paisajes son apagados, todo es como de noticiero. Se nota que cobramos poco".

Y él no es el único. Actores colombianos también se mostraron molestos por lo que consideran una situación desigual. Según Álvaro Bayona, que hizo el papel de Juan Pablo Preciado en Aquí no hay quien viva, en la producción de series puede ocurrir algo similar a lo que ha empezado a pasar en cine. "Los colombianos somos los 'convidados de piedra', en el sentido de que ponemos la mano de obra barata, el paisaje, digamos, el toque exótico, pero los protagonistas son de afuera y trabajan en condiciones distintas a las de los actores colombianos". Lo que más le preocupa, sin embargo, es que, de alguna manera, este nuevo modelo afecte forma de contar historias: "Mantener la riqueza con que contamos nuestras historias -con telenovelas como Betty la Fea y Pedro el Escamoso-. Con este modelo global pareciera que todas estas historias que se cuentan terminan siendo iguales".

Lo cierto es que el modelo de producción de Mental más que una amenaza parece una tendencia. Teleset (que lleva 15 años haciendo televisión en Colombia, conocido por programas como La invencible Mujer Piraña, con Amparo Grisales y, más recientemente, por la Baby Sister) hace unos meses fue comprado por Sony. Entre sus proyectos más sonados está una serie para transmitir en el canal de Sony basada en el best-seller de Isabella Santo Domingo Los caballeros las prefieren brutas y una versión criolla basada en Grey's Anatomy.

El fenómeno es indudable. Hace poco David Medina, Alejandro Arango Gómez y Laura Vargas crearon Contento Films, una nueva productora independiente que tiene en proceso tres películas, La bruja, de Brad Halloway, cuyo guión ya compró Paramount y que se empieza a rodar en agosto; Pescador, una coproducción con Ecuador, y Brujas, la primera de las series del tipo de Tiempo final y Mental que producirán, con historias originales, filmadas en Colombia, un formato internacional y calidad Hollywood. "Todo lo que hacemos son producciones colombianas, aunque sean en inglés y producciones de exportación con la calidad de Hollywood -dice Laura Vargas-. La razón es que en Colombia contratar al equipo técnico, conseguir locaciones y demás es más barato; en pocas palabras, el costo de la producción se reduce hasta el 50 por ciento.

En Contento Films, no obstante, son conscientes de que esto no puede hacer con todas la producciones. Un set de Nueva York en Colombia se hace en estudio y hay que simular ciertas locaciones, lo que hace no sólo que el resultado no sea el mejor, sino que se incrementen los costos. "Nosotros nos encargamos de seleccionar qué producciones se pueden hacer acá -continúa Vargas-. Y en muchos casos se trata de producciones en las que los interiores se hacen aquí y los exteriores se hacen allá". O producciones en las que se pueden adecuar los paisajes. En este momento, por ejemplo, están preparando una superproducción de Hollywood que se lleva a cabo en la Inglaterra medieval, y en la que las escenas campestres se rodarán en la sabana de Bogotá. El trabajo de estas productoras es, precisamente, hacerse cargo de evaluar qué proyectos van a funcionar, cuáles no, que se puedan hacer en Colombia y, en otros casos, que tengan salida del país.

Pero, en términos prácticos, los del día a día, este modelo también revoluciona la forma como se ha venido trabajando en televisión hasta el momento. Aunque, como dice Bayona, no se trata de hacer una persecución a lo extranjero (la nueva forma de hacer televisión, reconoce, puede tener su ventajas), "se trata de que las condiciones en las que trabajan los que vienen de afuera sean las mismas en las que trabajan los actores colombianos: las mismas posibilidades, oportunidades, remuneración, condiciones de tiempo de trabajo (mientras los actores colombianos trabajan jornadas de hasta 16 horas, los extranjeros ponen límites), y que exista la posibilidad de que si actores extranjeros vienen a trabajar acá, nosotros podamos trabajar allá". Sin embargo, la televisión no sólo está hecha por actores. Además de ellos están los técnicos, los camarógrafos, los escenógrafos, un equipo de catering, por no mencionar guionistas, directores y creativos. Y es ahí donde aparecen nuevas posibilidades de empleo de estas producciones, así como duras críticas. Ómar Rincón le dijo a SEMANA que mientras no haya un código laboral para todos estos técnicos y en general para la gente que está detrás de las imágenes, Colombia será solo una "maquiladora que vende mano de obra barata y cobra muy poco por su saber al hacer ficción. Lo otro es que casi no hay talento local en la creación, somos 'hacedores' con un saber muy bueno pero no lo cobramos, 'nos encanta' ser internacionales, pero hace falta poner más talento local. Se deben crear organizaciones laborales para que no se venda como virtud su esclavitud".

Algo contrario opina Juan Maldonado, de Colombo Films (otra de las productoras de Fox en Colombia). Para él, las producciones internacionales en Colombia traerán más beneficios que daños a la televisión colombiana. La principal es la nueva autonomía de las productoras independientes, que muchas veces se ven limitadas por RCN y Caracol, pues ellas tienen la palabra final en cuanto a escogencia de actores, el presupuesto y hasta en el tipo de historias que quieren contar. "En Colombia creemos que tenemos buena televisión, y aunque eso es cierto -tenemos mucha experiencia y buena producción de telenovelas-, sólo tenemos dos canales y un solo concepto de hacer televisión". Que haya nuevos espacios para producir en Colombia, que se abra el mercado a distintos países y que las producciones colombianas se transmitan por cable abre la mente de quienes hacen televisión: desde los maquilladores, que tienen que aprender nuevas técnicas para las grabaciones en alta definición, pasando por los escenográfos, que se tienen que especializar, hasta que se construyan estudios como los de Fox Telecolombia y los de la alianza Sony-Teleset.

Es evidente que la industria cinematográfica y audiovisual en Colombia está en ciernes, que no existe la misma experiencia técnica que hay en otros países, pero, como dice Laura Vargas: "Se ha hecho un avance. Pasamos una etapa que era tocar temáticas locales, a contar historias más universales y series como 'Mental' nos están abriendo las puertas". Y este nuevo modelo de hacer televisión implica un cambio, el paso de una economía (para hablar en términos de industria) local a una global. Y aunque Bayona y Rincón lo entienden, creen que así como hay beneficios indudables en producir televisión para el mercado internacional, también hay que hacer críticas, pues este es un proceso.