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MARCHA CONTRA RELOJ

El lado oscuro y el lado positivo de una gran edición: <BR>"Colombia, Parques Nacionales"

27 de mayo de 1985

Treinta y dos parques naturales conforman nuestra riqueza ecológica. Repartidos en medio millón de hectáreas, dieron pie para la edición del libro "Colombia, parques nacionales". (23 X 33 cms., 264 páginas, 1984, impreso en Bogotá por O.P. Gráficas y diagramado por Marta Granados). Se unieron el capital --la FEN-- los científicos --el Inderena--, para imprimir 3.500 ejemplares. Papel importado, 250 fotografías a todo color, $ 5.900 el precio de venta. Prólogo (inevitable) del presidente Betancur y la redacción de 10 periodistas sobre el informe preliminar que escribieran los dos autores del libro: Jorge Hernández y Heliodoro Sánchez, un par de sabios que fueron llamados en julio del año pasado para hacer el libro del año. Duraron en esta faena hasta el mes de noviembre. El original se redujo a la mitad de información y de sus 1.600 citas originales de bibliografía se publicaron 400. La estructura del especimen es un recorrido por los treinta y dos parques, junto con sus fotografías y textos respectivos.
Lo primero que se observa es la carencia de mapas. Ningún parque los presenta. Ni vías de acceso, ni exacta localización, ni posibles recorridos. Otro aspecto es la desproporcionada relación de fotografías por parque. En el denominado "Cordillera de los Picachos" sólo aparece una brumosa foto. Pero es un territorio de 286 mil hectáreas con más de 300 especies de aves. Otro parque, el "Tamá", con 48 mil hectáreas, apenas presenta una foto de unos arbustos. Sin embargo, tiene osos negros, dantas, osos hormigueros, etc., es decir, muy destacable desde el punto de vista de la fauna. Indudablemente el problema fue tiempo. Esa vieja manía nuestra donde la imprevisión que genera el entusiasmo de mostrar algo y ya, muchas veces por órdenes superiores, se compensa con la enjundia y las carreras. Juan Rengifo, uno de los 50 fotógrafos que participó en esta contra reloj, se montó en una avioneta y durante dos días efectuó tomas de cinco parques. Entre estos el de "Paramillo" que tiene la bicoca de 460 mil hectáreas.
Aunque el libro es espectacular, hermoso, muy bien impreso y limpio en diseño, hay detalles que, sin demeritar la idea original, la alcanzan a menguar. De nuevo es el factor de las carreras. La selección fotográfica es deficiente. Hay muchas fotos picadas por hongos que demuestran tanto un inadecuado almacenamiento en archivo, como la necesidad al reproducirlas de subsanar vacíos, recurriendo para ello a material con problemas técnicos o estéticos. En este último caso, fotografías de campo, tomadas por manos no estrictamente profesionales. Lo que se deduce es que al libro le faltó una mayor finalización editorial. Más documentos de fauna (apenas una cuarta parte del total de fotografías). O la presencia de un índice de especies. Esta parte es la más engorrosa y larga, pues exige que el libro esté completamente finalizado para que coincidan los ítems con el número de página definitivo. Y es que doce años de investigación no pueden transformarse, en cinco meses, en perfección editorial. Como tampoco podría resumirse la exuberancia ecológica de un parque en una foto. Y si tenemos en resultado un "sietemesino", al menos muestra la promesa y patrimonio de las entrañas de un país. Y como siempre, quedamos a la espera del definitivo libro de los parques naturales. Pero un segundo parto del mismo crío sería desafortunadamente un imposible.
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Su directorio telefónico
Este año la guía de teléfonos de Bogotá hizo una pequeña variación, introduciendo el uso de las itálicas (un tipo de letra inclinado), para señalizar las extensiones telefónicas. Así, el lector podrá detectarlas con mayor claridad. Es obvio que cualquier modificación en estas publicaciones puede ser tan profana y peligrosa como replantear el tamaño de los billetes. En la reciente reunión mundial de los tipográfos (ATYPI), en Londres, hubo una sesión a cargo de J. Miles, cuya empresa rediseñó la tipografía del directorio telefónico londinense, con el objeto de ganar más espacio. Esto significó millones de libras esterlinas en ahorro. El objeto era impedir que un nombre ocupase más de una línea. En Colombia la doble línea sucede con mucha frecuencia, debido a los apellidos largos y a la costumbre de incluir los nombres de pila y los segundos apellidos. En ninguna parte del mundo se estila esto, y apenas se colocan las iniciales. Comparados el bogotano y el inglés, tienen exactamente la misma letra en estilo y tamaño. En nuestra página promedio, caben unos quinientos usuarios. Los líderes en este arte fueron los milaneses. Le encargaron al diseñador francés Mandel la hechura de un nuevo alfabeto, rompiendo así el estilo internacional: no se repiten los apellidos, sino que se usan las comillas ganando espacio y costos de forma elegantísima y eficaz. ¿Podremos algún día eliminar segundos apellidos y nombres completos o nuestro aire parroquial de indagación y ausencia de privacidad se sacdiría?--
Camilo Umaña Caro