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MUERE EL CENTRO

A pesar de planes y propuestas oficiales, el área central de las principales ciudades del país está desapareciendo del todo.

ALBERTO SALDARRIAGA ROA
28 de agosto de 1989

Hasta comienzos del presente siglo vivir en el centro de la ciudad era signo de prestigio. La periferia era lugar de residencia de gente pobre. Hoy en día el esquema social se ha invertido y vivir en el centro se considera poco prestigioso, mientras que los miembros de los grupos adinerados emprenden huida hacia las periferias más remotas, tratando de aislar su prestigio de la contaminación, el ruido y otras incomodidades que en el curso de los años se han acumulado en los centros de ciudad.
Uno de los síntomas de la decadencia de un centro es precisamente el desalojo de formas permanentes de vivienda, la proliferación de formas marginales, inestables o patológicas, como residencias, casas de prostitución e inquilinatos, y la desocupación y deterioro de estructuras que antes fueron casas o edificios de apartamentos de buena calidad. Estos síntomas ya se han presentado en los centros de las ciudades más grandes del país y tienden a darse en el resto de centros urbanos mayores e intermedios.
Se ha hablado mucho, en épocas recientes, de la recuperación de centros urbanos en Colombia, especialmente a raíz de las propuestas desarrolladas por el Banco Central Hipotecario dentro del programa titulado "Revivir la Ciudad". De este programa poco se ha llevado a cabo, y se ignora si está ahora en la mira de las nuevas políticas del Banco. Proyectos tales como el de "Nueva Santafé", en Bogotá, y el "Parque Caldas", en Manizales, se han enmarcado dentro de las ideas de la "renovación urbana" tradicional, que consiste en demoler sectores enteros de ciudad para reconstruirlos con edificios nuevos. Este sistema ha sido poco afortunado en el mundo entero, así es que poco aporte se puede prever de seguirse esa tónica, cuya opción alternativa más importante es la de recuperar y rehabilitar estructuras urbanas interviniendo, por ejemplo, los centros de manzana y dando incentivos para la subdivisión de viviendas y para la inserción de servicios complementarios. Esta aproximación ha sido más éxitosa en muchas partes y existe amplia documentación al respecto.
En esta tónica se plantearon en Bogotá propuestas dentro del "Plan Centro" y la "Corporación Barrio La Candelaria", las que aún no se han desarrollado plenamente. El destino del "Plan Centro" ahora parece también incierto.Filtrado ya en los meandros de la Alcaldía Distrital, el plan parece haber cumplido su cuota de publicidad, bastante amplia por cierto, y, luego de intervenir acertadamente algunos espacios públicos, parece haberse estacionado cómodamente en un estado inerte, dejando de lado propuestas tan importantes como las relativas a la vivienda y a la dotación de estacionamientos en el área central, sin los cuales ninguna revitalización será posible. Los planes de la Corporación parecen también frenados, por falta de interés de las entidades financieras en apoyar lo que puede ser un punto esencial en la recuperación ya iniciada del centro de Bogotá. Por otra parte, en el proyecto autodenominado "Parque Central Bavaria" se anuncian "lujosos" apartamentos que aumentarán la oferta ya saturada de vivienda costosa, pero aún no se percibe cómo se realizarán y cómo se ofrecerán a la población.
Fuera de la capital, la situación no parece estar mejor. Ciudades como Cali, Barranquilla y Medellín no cuentan ahora con programas de rehabilitación de áreas centrales. En el centro histórico de Cartagena se lleva a cabo la tarea de recuperar viejas casonas y edificios, pero su oferta se canaliza hacia los residentes en otros lugares del país que reservan sus viviendas sólo para temporadas de vacaciones, desocupando de ese modo un centro que puede ser perfectamente habitado por los cartageneros que aún estiman ese sector de su ciudad.
Las nuevas legislaciones, en especial la Ley de Reforma Urbana, proponen una racionalización del manejo de las áreas urbanas y sobre todo la recuperación del derecho a la ciudad. En esto la rehabilitación de las áreas centrales cumple un papel importante, puesto que ofrece alternativas habitacionales para amplios sectores de población necesitados de vivienda, permite disminuir las demandas de transporte, utiliza estructuras existentes, no recarga la extensión de las redes de servicio, etcétera. Parece entonces demasiado benéfica como para ser tomada en serio por las entidades inmobiliarias y financieras, que prefieren orientar sus recursos hacia lo que causa más daño a la ciudad y aumenta más sus problemas.