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MUSICA MAESTRO

La recientemente creada Orquesta Sinfónica de Barranquilla ha causado todo un fenómeno en la Costa Atlántica alrededor de la música clásica.

15 de noviembre de 1993

LOS BARRANQUIlleros no se habían dado cuenta de la falta que les hacía una orquesta sinfónica hasta cuando una soñadora y entusiasta violinista se encargó de recordárselos.
Paulina Schutmaat, estadounidense de nacimiento pero currambera de corazón, había pertenecido a la antigua Orquesta Filarmónica de Barranquilla del maestro Pedro Biava y a la Sinfónica de Bogotá, al lado de su esposo, el maestro Alvin Schutmaat.
Pero cuando este murió, en 1987, Paulina decidió regresar a la capital del Atlántico para iniciar una obra que cada día recoge más frutos: revivir la tradición de la llamada música culta, que para muchos había quedado desamparada con el cierre de la Filarmónica hace cerca de 20 años.
La idea primordial era ofrecer concierto de cámara con la ayuda de sus seis hijos músicos. Pero lo que en un principio fue algo así como una aventura familiar se convirtió pronto en todo un compromiso. La acogida del público barranquillero al conjunto de cámara formado por Paulina la llevó no sólo a difundir aún más la música clásica, sino también a incentivar estudio con la fundacion, en 1989, una escuela de música que lleva el nombre de su difunto esposo. En corto tiempo fueron matriculados más de 150 niños. Y a partir de entonces la escuela se convirtió en el trampolín para lograr revivir el sueño: la creación de la Orquesta Sinfónica de Barranquilla, que consiguió su personería jurídica en 1991, y que hoy cuenta con músicos, no sólo de la Costa sino de diferentes partes del país, bajo la batuta del maestro Moises Fonseca.
En dos años de labores, la Sinfónica ha inquietado de tal forma a los barranquilleros que los intérpretes han tenido que dividirse en grupos pequeños para satisfacer al público de la ciudad y de los demás municipios vecinos, pues el teatro, Amira de la Rosa-unos de los mejores de Colombia, que le sirve de sede y que tiene capacidad para 950 personas, no ha dado abasto en los diferentes conciertos programados. "El resultado ha sido maravilloso -comenta Paulina Schutmaat, presidenta jecutiva de la corporación-. Muchos los asistentes nunca han escuchado en vivo un concierto de música clásica. Y ahora varios de ellos quieren que sus hijos pertenezcan algún día a la orquesta".
Sin embargo. lo más sorprendente no es que lo barranquilleros hayan vuelto a hablar de Mozart Beethoven o a recordar a sus propios compositores como Pedro Biava Jairo Donado. La Orquesta Sinfónica de Barranquilla se está convirtiendo poco a poco en patrimonio de esa región. Además del apoyo brindado por la Gobernación del Atlántico, el Instituto Colombiano de Cultura (Colcultura) y la empresa privada, los departamentos vecinos también se están moviendo en aras de que la orquesta realice giras periódicas. Las primeras representaciones en ciudades como Santa Marta y cartagena, que carecen de orquesta, han causado un entusiasmo por la música clásica como poco se había visto en muchos años. El objetivo es que la agrupación se convierta en la Orquesta Sinfónica del Caribe dice Schutmaat-. Y que identifique a la región ante el resto del pais".
Y hasta ahora lo está logrando, pues aunque todavía falta mucho por hacer, Barranquilla y sus alrededores han demostrado que, además de la salsa, el vallenato y la cumbia, la música clásica también forma parte de su cultura.