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MUSICA PARA TODOS

En el Auditorio León de Greiff la gente joven hace la diferencia.

14 de diciembre de 1987

Los asistentes al Auditorio León de Greiff de la Universidad Nacional llegan como Pedro por su casa. En los conciertos sabatinos que presenta allí la Orquesta Filarmónica de Bogotá, los únicos elegantes son los músicos. En el Auditorio, excepto por el par de vigilantes que recogen la taquilla y una mujer que reparte la programación de la tarde, toda la organización corre por cuenta del público asistente. A diferencia de muchas salas de conciertos, en ésta -cuya capacidad es de 1.630 sillas- no hay ni acomodador, ni supervisor para que la gente respete el espacio asignado, para que no fume, para que deposite en la caneca el vaso de coca cola o la envoltura del helado que se comió durante el concierto
Pero la frescura de la asistencia y la agilidad de la programación son sólo algunos de los aspectos que se viven en el Auditorio. Inaugurado en 1973 -en 1976 se le dio el nombre de "Auditorio León de Greiff"-, el Auditorio forma parte de un edificio cuyos 6.470 metros cuadrados de construcción ganaron el Premio Nacional de Arquitectura del año de estreno. Además del Auditorio, los camerinos y la sala de ensayos, en este edificio funcionan salas alternas destinadas a conferencias y exposiciones, como también las oficinas del Departamento de Divulgación Cultural de la Universidad Nacional, que está encargado de la administración y coordinación de las distintas actividades culturales del Alma Máter. El auditorio en sí fue, desde un principio, destinado como sala de música de la Universidad. Sin embargo, esta exclusividad musical fue desplazada paulatinamente por las actividades y necesidades culturales de los estudiantes, al comienzo y por fin del público en general.
Hasta 1983 su situación económica fue bastante compleja pues si bien recibía una partida monetaria por parte del gobierno, este presupuesto no cubría las presentaciones de artistas nacionales e internacionales. En 1984 se firmó un contrato con la Orquesta Filarmónica de Bogotá en el cual sus integrantes tenian derecho a utilizar las instalaciones del Auditorio para sus ensayos a cambio de una presentación sabatina, cuyo producto de taquilla sería dividido por mitades -un estudiante de la Nacional paga $20.oo, un estudiante externo $ 100.oo, y los particulares $150.oo. Para complementar esta programación, el Auditorio presenta quincenalmente, los domingos, a la Orquesta Sinfónica de Colombia y a la Banda Nacional. Además, entre semana, también ofrece un repertorio de conciertos igualmente abiertos al público tanto estudiantil, como particular. Con estos programas, con los cursos libres que dicta el Departamento de Divulgación Cultural -cursos de danza, astronomía, orientación sexual, tejido, guitarra y tiple, entre otros-, el apoyo de embajadas y con una mayor partida presupuestal, el Auditorio León de Greiff ha afianzado sus actividades, que en la actualidad requieren de un presupuesto anual mínimo de seis millones de pesos, sin contar con cuatro millones más para la realización de la semana universitaria.
El Auditorio siempre ha cumplida una función importante tanto para la ciudad Universitaria, como para la ciudadanía en general. En el ámbito universitario el Auditorio es el Aula Máxima para grados y ceremonias y es el recinto principal de conferencias, reuniones y debates estudiantiles. Junto con el Teatro Colón, el León de Greiff es el centro más importante de actividad cultural que tiene Bogotá. Su público es, en un alto porcentaje, universitario, pero también acoge a una numerosa asistencia ajena a la Universidad. El Auditorio es muy codiciado por los artistas, no por sus ganancias sino porque el público que a él asiste es joven, muy receptivo y también muy crítico, y esto para un artista es una compensación muy especial.
No sólo por ser un espacio arquitectónico muy agradable, ni por las distintas actividades que realiza, es que el Auditorio León de Greiff de la Universidad Nacional se ha convertido en un importante centro cultural. Es en gran medida, porque el público que asiste marca toda la diferencia.