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"No sólo estamos pensando en Bogotá"

La Orquesta Sinfónica Nacional acaba de terminar su primera temporada. El maestro Eduardo Carrizosa, uno de sus tres directores, da su balance de un proceso que sigue siendo polémico.

20 de junio de 2004

La Orquesta Sinfónica Nacional completó sus primeras 50 presentaciones en 11 ciudades del país, en las que participaron 19 solistas. De la convocatoria abierta hecha para conformar la orquesta se eligieron 58 músicos, de los cuales 24 formaron parte de la antigua orquesta. Los directores, Alejandro Posada, Eduardo Carrizosa y Luis Biava, esperaban agrupar 84 músicos, pero según ellos todavía no han conseguido la calidad esperada en los aspirantes a ocupar los cupos vacantes. SEMANA habló con el maestro Carrizosa.

SEMANA: Las grandes orquestas del mundo tienen un solo director y los críticos no están de acuerdo en que ustedes sean tres porque a la larga nadie asume un verdadero liderazgo.

E.C.: Creo que es una percepción válida desde fuera, pero no desde dentro. Los tres tenemos una comunicación permanente sobre lo que está pasando con la orquesta, debatimos todas las decisiones, hay un consenso, y no se trata simplemente de una decisión personal. La ventaja de tres directores es que la orquesta no se vuelve algo de una persona, sino que al definir las tres diferentes metas que cada uno tiene se garantiza el beneficio colectivo de la entidad.

SEMANA: Ni la antigua orquesta ni tampoco ustedes han contado con una sede. ¿Es un obstáculo para un público que no sabe dónde buscarlos?

E.C.: Aquí hay varios aspectos para considerar. En primer término se piensa que las instituciones son los edificios. El edificio representa una relativa estabilidad, pero no lo es todo. No se puede desconocer que Bogotá concentra uno de los públicos más grandes, pero tiene a la Filarmónica, y eso que ellos tampoco tienen sede propia sino un acuerdo con la Universidad Nacional, y orquestas juveniles y universitarias. Nosotros queremos, sobre todo, llenar la gran demanda cultural que hay en la provincia. Podríamos decir que tenemos el Teatro Colón y el Teatro Delia Zapata porque es allí donde estamos ensayando. Ojalá, como una respuesta de Bogotá, se creara un gran centro cultural no solamente para la Sinfónica sino para las otras orquestas y para todo tipo de actividades culturales.

SEMANA: ¿Entonces, la ausencia de la sede física, del edificio, como usted dice, no es tan grave?.

E.C.: No lo es porque tenemos ese espacio para ensayar. Si no tuviéramos dónde ensayar sí sería muy grave.

SEMANA: Sin embargo, sí parece ser más fácil para el público bogotano, específicamente, ir a conciertos de la filarmónica que, con regularidad, está en la Universidad Nacional.

E.C.: No necesariamente. El auditorio es una lucha dura, es un espacio por mantener. Nuestro interés no es competir sino compartir. Bogotá tiene un gran público, pero nosotros damos dos conciertos semanales en diferentes lugares del país.

SEMANA: Los críticos también hablan de que la orquesta está tocando un repertorio muy "básico". ¿Usted qué opina?

E.C.: No podemos decir que vamos a hacer un ciclo de las 104 sinfonías de Haydn para centrarnos en el período clásico, por ejemplo. Necesitamos un sano equilibrio de la orquesta pero del público también. Si nosotros no generamos un público, será muy difícil que en cinco, 10 o 15 años la gente asista a conciertos. Es un problema que se ve en todo el mundo y con todas las orquestas. La programación en el Teatro Colsubsidio, por ejemplo, es

para la gente que ya tiene un nivel de entendimiento de música, pero también tenemos conciertos populares y didácticos para otros públicos. Eso es bueno por donde se mire. No podemos tocar sólo para los teatros. Por ejemplo, vamos a tocar Carmina Burana en el parque Simón Bolívar ante 30.000 personas, eso es muy importante para desacartonar un poco la idea de que lo sinfónico es sólo para un público.

SEMANA: ¿Hay espacio para la música colombiana?

E.C.: Mucho. Hemos interpretado música de cinco compositores y en el último concierto de la temporada se hizo el estreno mundial de una obra de Juan Antonio Cuéllar. En el segundo semestre irá música de jóvenes compositores y, obviamente, de todas las generaciones como el maestro Jesús Pinzón, Álex Tovar, Adolfo Mejía. Insisto: la orquesta no se puede limitar a la música culta. Para mí en lo culto y en lo popular hay música buena y música mala. Estamos reforzando la música tradicional colombiana con versiones orquestales: desde el bunde tolimense, La gota fría, San Fernando, Tolú, es el gancho que nos permite acercar a la gente que nunca ha escuchado un concierto de música sinfónica. En Popayán hicimos una presentación en un coliseo de basquetbol en el que había 3.500 personas que no se querían ir.

SEMANA: ¿Qué falta por ajustar?

E.C.: Somos una orquesta en crecimiento. Todavía falta terminar la planta artística, pero no hay afán porque iría en contra de nuestros principios de darle prioridad al talento nacional. No queremos traer músicos extranjeros, el camino fácil. Le seguiremos dando mucha fuerza a que la orquesta sea de todo el país. Necesitamos que los medios de comunicación también nos ayuden diciendo que lo que hacemos no es algo aburrido, para dormir o sólo para Semana Santa. Tenemos una dinámica muy grande. Podríamos hacer un Carlos Vives sinfónico, o una Negra Grande sinfónica porque la música y el público es muy amplio.