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No tan escondido

Un disco de 'blues' en varios idiomas y una reunión de Eric Clapton con su amigo J. J. Cale demuestran que el género goza de muy buena salud.

Juan Carlos Garay
17 de febrero de 2007

¿Que la música es un lenguaje universal? Lo hemos oído muchas veces y ya suena a frase de cajón. Más específico es decir que el blues se ha vuelto una expresión global, y acaban de aparecer las pruebas. Un disco del sello Putumayo llamado Blues around the world nos presenta una colección de piezas que se encasillan dentro del género, pero tienen la particularidad de ser cantadas en lenguas inusuales, desde el catalán hasta el mandarín.

La música que nació en el profundo sur de Estados Unidos ha expandido sus fronteras sin perder las raíces. Tal vez lo más interesante de ese disco sean las colaboraciones, como aquel momento en que una cantante californiana y un guitarrista de Malí encuentran a través del blues un lenguaje común ("una melancolía compartida", como la definiera el músico africano Toumani Diabate).

En ese sentido, el de las colaboraciones, un segundo disco puede ser el documento más importante de los últimos años. Se llama The road to Escondido y presenta por primera vez juntos a Eric Clapton y J. J. Cale. Las sesiones de grabación los pusieron cara a cara, y luego vinieron algunos retoques que se enviaron vía Internet entre Londres y un pequeño pueblo en los valles de California, acertadamente llamado Escondido.

Pero estos dos se conocían desde hace más de 30 años: Clapton convirtió en éxitos dos composiciones de Cale, After midnight, en 1970, y Cocaine, en 1977. "Era la época en que el rock comenzaba a volverse pop, recordó el guitarrista inglés en una entrevista reciente, y yo estaba buscando algo que aún bordeara el estilo temprano de los años 50".

El resultado es una interpretación fluida donde los dos se sienten perfectamente cómodos. La voz de Eric Clapton no se oía tan relajada desde su álbum Money and cigarettes (1983) y ello sin duda tiene que ver con el repertorio: con excepción de una letra que alude al horror de la guerra (inspirada en el conflicto iraquí, aunque en palabras de Cale "la puedes aplicar a cualquier guerra"), las canciones de este disco son atemporales. Eso hará que, aun por encima de lo que avance la tecnología, The road to Escondido se siga escuchando con igual agrado dentro de medio siglo.

Ahí están los temas sempiternos del blues: el desamor, la carretera, el vaivén de la vida y, en una clara alusión a la edad, una canción clásica llamada Sporting Life Blues que habría sido imposible cantar a los 25: "Estoy cansado de vagar por ahí, creo que debería casarme y sentar cabeza, porque esta vida nocturna y licenciosa me está matando". Ahora, pasada la barrera de los 60, con voces de viejos cansados y una dosis de buen humor, han grabado una de las mejores versiones que se han hecho de esa canción.

Preguntado Eric Clapton por la grabación que hizo de un tema de J. J. Cale en 1970, decía: "Cuando la escucho ahora, oigo mi voz joven y aguda. El asunto es que siempre he querido sonar como un tipo viejo". En este nuevo disco por fin lo ha logrado, y es una dicha que su amigo Cale haya participado también en el proceso. Es el registro de un estupendo alcance como cantante (como guitarrista está fuera de toda discusión) en un momento en que el blues cobra fuerza en todos los rincones del mundo, desde Cataluña hasta Taiwán. Incluso en ese Escondido que se menciona en el título, que puede ser el más recóndito de los valles escondidos.