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Ciro Guerra tiene 34 años y nació en Río de Oro, Cesar. ‘El abrazo de la serpiente’ es su tercer largometraje, después de ‘La sombra del caminante’ (2004) y ‘Los viajes del viento’ (2009). | Foto: Juan Carlos Sierra

ENTREVISTA

“La película tocó una fibra”

El jueves ‘El abrazo de la serpiente’ podría quedar nominada al Oscar como mejor película extranjera. SEMANA habló con Ciro Guerra, su director.

9 de enero de 2016

La idea llegó en 2010 cuando su amigo antropólogo Ignacio Prieto le entregó copias de los diarios de los expedicionarios Theodor Koch-Grunberg y Richard Evans Schultes, que detallan sus recorridos a comienzos del siglo XX por el Amazonas. A partir de ese momento, Ciro Guerra se propuso darle forma a El abrazo de la serpiente: durante tres años y medio escribió el guion, con Jacques Toulemonde, y en siete semanas la filmó en Vaupés y Guainía. Desde su estreno, el año pasado, fue ovacionada y premiada en el Festival de Cannes, ganó los festivales de India, Lima, Mar del Plata y Ereván (Armenia). Hace dos meses se anunció que era una de las aspirantes a los Spirit Awards, que premian lo mejor del cine independiente el próximo 27 de febrero. Y, como si no bastara, el 17 de diciembre quedó entre las nueve aspirantes al Oscar a mejor película extranjera. El próximo jueves, a las 8 y 30 de la mañana, se sabrá si será una de las cinco aspirantes definitivas al galardón más importante del cine.

SEMANA: Jamás una película colombiana había llegado tan lejos en los Oscar, ¿avanzará más?

Ciro Guerra:
 No sé, eso está fuera de nuestro control. Hasta ahora es un gran honor llegar hasta donde hemos llegado, pues en el camino se quedaron grandes películas y grandes cineastas. Para mí lo importante es que los colombianos se den cuenta que tenemos un cine que vale la pena.

SEMANA: ¿En qué favorecería a la película una nominación al Oscar?

C.G.:
 En que la vean alrededor del mundo, que su exhibición sea mayor de la que ha tenido.

SEMANA: Los pronósticos dicen que ‘El hijo de Saúl’, ‘La conspiración del silencio’ y ‘Mustang’ serán nominadas…

C.G.:
 El hijo de Saúl es una película húngara que tiene el apoyo de Sony Pictures, uno de los grandes distribuidores de cine. No solo estará nominada, seguro ganará el Oscar. Pero veo las otras historias como películas, no como caballos de carrera. Entre las aspirantes hay grandes cintas, grandes actores, grandes obras del cine y para nosotros estar en la lista es un honor.

SEMANA: Es difícil encontrar una crítica negativa de ‘El abrazo de la serpiente’…

C.G.:
 Porque tocó una fibra, porque acerca al espectador al conocimiento de lo tradicional y a otra forma de ver la vida. Hoy la gente está en una búsqueda espiritual y esta película la acerca mucho.

SEMANA: ¿Ese era su gran propósito?

C.G.:
Sí, muy pocos colombianos conocen la Amazonia, su historia, su cultura y cómo ven el mundo. Para mí era importante recordar que existen otras formas de ser humano.

SEMANA: ¿Por qué esta vez no se inclinó por un tema sobre el conflicto armado?

C.G.:
 En todas mis películas he abordado el tema de la violencia, pues no lo podemos evitar y sobre el cual tenemos que reflexionar. Y quería hacerlo sin ser sensacionalista, esta vez quería buscar las razones profundas que nos lleva a ser violentos.

SEMANA: ¿Por qué en sus películas hay grandes travesías o recorridos?

C.G.:
 Porque el espíritu de los colombianos es errante. Nosotros tenemos ancestros que vienen de otros lugares y gran parte de nuestras culturas indígenas eran nómadas: tienen la idea de que hay que andar por el mundo para que el mundo no se caiga.

SEMANA: Muchos ven ‘El abrazo de la serpiente’ como una crítica a la colonización, o una alegoría ambiental o un llamado de atención sobre la identidad cultural. ¿Cómo la ve usted?

C.G.:
 Creo que es una película sobre el conocimiento, sobre su búsqueda, sobre sus alcances, sus límites, sobre el caos que cae cuando el conocimiento desaparece.

SEMANA: También es un gran saludo a los pueblos indígenas…

C.G.:
 Sí, a muchos colombianos les avergüenza nuestro pasado indígena, pero yo veo ahí la riqueza que podemos compartir con otros, una cultura milenaria y profunda que el mundo está interesado en conocer y en explorar.

SEMANA: Uno de los grandes logros de la película es lo que hacen los actores naturales...

C.G.: 
Ellos no son actores naturales, son actores sobrenaturales. Gustavo Moyano y Andrés Barrientos, encargados del casting y del reparto, hicieron un gran trabajo de preparación. Aunque los actores no sabían de teatro ni de televisión, sí tenían la fortaleza de su tradición oral. Y eso hace que ellos de verdad sepan escuchar. Nadie se imagina lo difícil que es encontrar un actor que sea capaz de escuchar.

SEMANA: Usted no trabaja con estrellas…

C.G.:
 No busco un actor por la fama que tenga, sino por su capacidad para encarnar a un personaje.

SEMANA: ¿Qué lo motiva a grabar una película?

C.G.:
 Una historia que sea como la punta de un iceberg: donde solo se ve un parte, pero que tiene una profundidad que no se alcanza a intuir.

SEMANA: ¿Por qué el buen momento del cine colombiano?

C.G: 
Porque hay una generación de gente muy talentosa que por primera vez tiene herramientas para hacer el cine que soñó. También ha sido importante el acompañamiento del Estado, el surgimiento de una generación de productores –liderada por Cristina Gallego y Diana Bustamante, entre otros–, que son serios, profesionales y se esmeran por hacer buen cine y propio. Un cine sin productores no existe. Y, claro, sin las herramientas del Estado, que ojalá no nos quiten.

SEMANA: Usted critica al Fondo de Desarrollo Cinematográfico (FDC)…

C.G.:
 La manera de entregar los recursos es muy transparente, pero incierta a la vez, un apoyo con el que no se puede contar. No todo puede depender de que uno se gane un premio.

SEMANA: ¿Usted cree en la cuota de pantalla, que obligaría a los exhibidores a programar cine nacional?

C.G.:
 Sí, porque gracias a ella la publicidad y la televisión prosperaron en Colombia. No tiene sentido hacer cine que no tiene espacio para exhibirse.

SEMANA: ¿Cómo debería aplicarse en Colombia?

C.G.:
 Francia y Corea han logrado que su propio cine tenga un porcentaje superior al 50 por ciento. Es una cuestión de reglas que el Estado podría facilitar.

SEMANA: Usted ha dicho que los exhibidores no ayudan…

C.G.:
 Ellos deben ponerse la camiseta del cine nacional, pues son importantes en la construcción de nuestra cinematografía. Es fundamental que el espectador tenga la posibilidad de ver el cine colombiano.

SEMANA: ¿Cómo le fue en la exhibición de ‘El abrazo de la serpiente’?

C.G.:
 Solo nos permitieron exhibirla en 23 salas, si se compara con Rápido y furioso, que se exhibió en 784. Eso muestra de lo que estoy hablando. Hizo cifras buenas y habría ameritado que se viera en más lugares, pero no tuvimos el apoyo de los exhibidores.

SEMANA: La colombiana ‘Uno al año no hace daño 2’ le ganó en taquilla a ‘Star Wars’ en el país…

C.G.:
 A El abrazo de la serpiente la vieron 120.000 espectadores en 23 salas y películas como Se armó la gorda salió en 250 salas y tuvieron 300.000 espectadores, ¿a cuál le está yendo mejor? La cuestión es que hay un público que quiere ver un cine colombiano, incluso más que películas como Star Wars, y por eso es importante que exista todo tipo de cine colombiano para todo tipo de público.

SEMANA: ¿Usted vive del cine?

C.G.:
 Sí, pero no soy rico y no lo busco, soy un profesional que vive de su oficio. Si puedo hacer algo en lo que creo y que me gusta es mejor que si fuera millonario. El cine es un gran negocio y ojalá que el cine colombiano pueda serlo.

SEMANA: ¿Ahora va a dirigir en Hollywood?

C.G.: 
Mi sueño es seguir haciendo cine en Colombia con libertad y en buenas condiciones. El país está lleno de las historias que me interesan.

SEMANA: ¿Cómo superar el éxito de esta película?

C.G.:
 No creo que haya películas mejores que otras, solo son diferentes. Lo que sí sé es que no voy a poder hacer nunca otra como El abrazo de la serpiente, ni como ninguna de mis otras películas. Cada cinta tiene su propio camino y cuando se termina hay que buscar uno nuevo.

SEMANA: ¿Estará en Los Angeles pendiente de la ceremonia de prenominación?

C.G.:
 No, estaré en mi casa de Colombia viéndola por televisión.