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"NOSOTROS LOS CANO"

Sangre vieja y mentes jóvenes en la nueva dirección de El Espectador

9 de febrero de 1987

A pesar de que era lo obvio, tomó a muchos por sorpresa. La junta directiva del periódico El Espectador había decidido que los sucesores de Guillermo Cano en la dirección del diario fueran sus dos hijos Juan Guillermo y Fernando. Esto, al lado del nombramiento como codirector de José Salgar, aspiraba a combinar los requisitos dinásticos y profesionales del cargo en la actual coyuntura. Simultáneamente fue nombrada como directora del Magazín Dominical Marisol Cano, hija de Alfonso.

¿Quiénes son los nuevos delfines? Los dos hijos mayores de "don Guillermo", como se le llamaba familiarmente en el periódico, están vinculados desde hace cerca de diez años al diario. Juan Guillermo, haciendo el curso como cualquier heredero, se venía desempeñando como director de información. Y Fernando quien desde muy temprano mostró sus habilidades en el campo del arte fotográfico y se había encargado de esta sección del periódico, tenía a su cargo la dirección del Magazín Dominical.

Juan Guillermo, de 32 años, estudió unos años de derecho en la Universidad del Rosario antes de dedicarse de lleno al periodismo. Es considerado una persona extremadamente sencilla, sin mayores pretensiones, y quienes lo conocen lo califican como "buena papa". Combina sus actividades periodísticas con la lectura y con la afición por los perros pastores alemanes.
Fernando tiene 30 años y es graduado en filosofía y letras de la Universidad de los Andes. Escribe mejor que su hermano y tiene un papel importante en la titulación del periódico. Tiene una mente particularmente juvenil que si bien puede no captar aún las sutilezas de la alta política, lo pone en capacidad de llevar a cabo una transformación sustancial y rejuvenecedora en áreas que para el lector promedio y la supervivencia de un periódico son mucho más importantes que la orientación política editorial.

Sus estilos de vida son en realidad muy parecidos a los de su padre. Austeros, discretos, tímidos e indiferentes a la vida de los salones sociales. Como todo Cano, su sangre y su estirpe son su mayor orgullo y la muerte de su padre les ha acrecentado aún más el sentido de compromiso y responsabilidad que pensaban que les correspondería heredar en una etapa más avanzada de su carrera.

El nombre de Fernando era considerado aún prematuro para la responsabilidad suprema. Sin embargo, después de la muerte de su padre escribió en su columna "Cartas sobre la mesa", un mensaje a su progenitor, en el cual, en medio de la descripción de lo que fue su entierro, valientemente denunciaba la hipocresía alrededor del evento. José Salgar, al leer el escrito, comentó: "Aquí hay otros cien años para El Espectador".
El nuevo status adquirido en ese momento lo colocó como coequipero de su hermano en la dirección del segundo diario más influyente del país.
José Salgar, "el Mono", un hombre cuya trayectoria y reconocimiento profesionales lo han dejado por encima del bien y del mal en cuestión de aspiraciones a titulos honorificos, se vio obligado a postergar su proyecto de retirarse del periódico, para servir de eslabón entre las dos generaciones de Canos, en el cargo de codirector.

En realidad, los nombramientos fueron recibidos con más entusiasrno dentro de El Espectador que en la opinión pública en general. Esto obedece principalmente al hecho de que para la mayoría de los colombianos los dos nuevos directores son personas muy jóvenes y casi desconocidas.
Lo mismo se decía hace 34 años de un joven tímido y retraído de 27 años, que por aquel entonces asumió la dirección: Guillermo Cano. --