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NUBES NEGRAS

A pesar del sino trágico que rodeó el Primer Encuentro de la Cultura Hispanoamerlcana, éste contó con el apoyo del público

2 de enero de 1984

"Pocas cosas tan difíciles como lograr que los relojes den todos la hora al mismo tiempo, vista su irrefutable tendencia individualista y la ambición de cada uno por ganarle de mano a los de la vecindad. Entre ambas orillas del Atlántico los relojes funcionan jubilosamente a destiempo..." Con estas palabras iniciaba Angel Rama su ponencia, que de no haber sido por el fatal accidente ocurrido en las proximidades del aeropuerto de Madrid, hubiera leído la tarde del martes 29 en el aula Máxima de la Universidad del Rosario. Allí, de acuerdo con lo previsto, estarían acompañándolo Arturo Uslar Pietri, Ramón de Zubiría, Ricardo Gullón y Germán Bleiberg, entre otros. Un ponente, varios comentaristas y todo aquel que quisiera asistir. Ese era el estilo acordado para todas las reuniones que se realizaron con motivo del Primer Encuentro de| la Cultura Hispanoamericana, que desde un principio se había propuesto reunir las figuras más prominentes del idioma español.
Organizado por el Banco de la República en coordinación con la Presidencia de Colombia y algunas entidades de carácter cultural, este Encuentro Hispanoamericano se comenzó a gestar a raíz de la exposición bibliográfica que se realizó hace algunos meses en la biblioteca Luis Angel Arango como homenaje a la llamada "Generación del 27", denominación aplicada al grupo de escritores españoles compuesto por Salinas, Guillén,, Aleixandre, Cernuda, Alberti y García Lorca, entre otros, nacidos hacia 1900, que alcanzaron su madurez literaria en el tercer decenio del siglo, llegando a conformar uno de los movimientos más importantes de las letras hispánicas.
La idea inicial era ambiciosa. Se pretendía reunir en el país cerca de 150 de los más importantes intelectuales de habla hispana. Se propusieron entonces nombres como los de Camilo José Cela, Juan Rulfo, Juan Carlos Onetti, Augusto Roa Bastos, Nicanor Parra, Mario Vargas Llosa, Julían Marías, Luis Rosales, y muchos más, quienes a través de sus intervenciones iniciarían el debate con miras al esclarecimiento de la identidad cultural hispánica.
Casi tres meses se prolongó la titánica tarea de establecer los contactos internacionales. Cerca de treinta llamadas diarias por todo el continente europeo y americano se realizaron con el fin de confirmar la asistencia de los posibles participantes. Y mientras algunos aceptaban entusiasmados la invitación, otros se excusaban por diversos motivos, principalmente relacionados con problemas de salud. A Rulfo, por ejemplo, se le iba a hacer una complicada operación en los ojos en un hospital de Houston.
Onetti, que dijo que sí, tuvo que cancelar a última hora, pues sufrió una caída que lo redujo varias semanas a una silla de ruedas. Nicanor Parra, que también había confirmado, sufrió un fuerte ataque de asma un día antes de partir. Borges acababa de llegar de Europa bastante delicado de salud debido a su edad avanzada, mientras Sábato debía afrontar una calamidad familiar: la muerte de su sobrino más querido.
A pesar de estas negativas, hasta cierto punto previstas, la organización del encuentro seguía adelante. Marta Traba, por ejemplo, en carta fechada en París el 4 de noviembre, decía: "Dado que la idea y programa del encuentro me parecen enormemente interesantes, sobre todo por su carácter abierto y el deseo de llegar a un vasto público; y que me siento personalmente obligada a colaborar con toda iniciativa que quede enmarcada en el gobierno del Presidente Belisario Betancur, acepto complacida la invitación". Cuando más tarde uno de los organizadores le comunicó por teléfono que además de la capital debería viajar también a Ibagué y Manizales, ella le rogó que excluyera su nombre de esas dos últimas ciudades porque, según sus palabras, montar en avión le producía "un pánico tan terrible que me dura ocho días". Manuel Scorza, por su parte, enviaba un telegrama fechado en París el 21 donde rezaba: "Llego domingo 27 Avianca 1017 saludos Scorza". Acababa de recibir a última hora su pasaje, pues según los organizadores del encuentro, de los cuarenta tiquetes internacionales que les tocó distribuir por diversas ciudades de América y Europa, los únicos que se extraviaron fueron los de París.
Mientras tanto, en Bogotá, alguna allegados al Presidente, entre los cuales habría estado el Nobel de literatura García Márquez, le pedían a B.B. que cancelara el encuentro, pues temían, entre otras cosas, que la asistencia no fuera la esperada. Esta serie de pequeños hechos parecían, en cierto sentido, premonitorios de la tragedia que se avecinaba. Pero pudo más el deseo de Marta Traba de colabora con la política cultural del Presidente Betancur, que su enorme miedo a avión. Este último se desplomaría el domingo 27, a 3 minutos de Madrid confirmando así de manera fatal e irreversible sus temores. Con Marta desaparecerían también, literalmente de la noche a la mañana, Jorge Ibarguengoitia, Manuel Scorza, Rosa Sabater y Angel Rama.
Todo se trastornó. El encuentro entró en crisis y algunos afirmaban que había que suspenderlo. Sin embargo, de aquí y allá del Atlántico ya habían llegado varios de los participantes. A pesar de la tristeza que reinaba en el ámbito cultural, se continuó adelante. El lunes 28, en una sencilla ceremonia que se realizó a las cuatro de la tarde en la biblioteca Luis Angel Arango, el Presidente Betancur instaló el encuentro.
En medio de minutos de silencio y homenajes póstumos, se realizaron a lo largo de toda la semana las diversas reuniones programadas, las cuales contaron con una avasalladora asistencia de público. El congreso concluyó después de varias ponencias y multitud de intervenciones sobre los vínculos culturales de España y América. Pareció como si los relojes a los que iba a hacer alusión Angel Rama finalmente se hubieran concertado a un lado y otro del Atlántico.
Finalizado el encuentro, en muchos han quedado las palabras que uno de los conferencistas, Ferrater Mora, pronunciara en el Auditorio León de Greiff de la Universidad Nacional: "No hay duda de que de vez en cuando conviene reflexionar sobre la propia identidad, incluyendo la identidad cultural, pero la identidad de que aquí se trata no es una mera fidelidad a sí mismo; es también, y sobre todo una actividad constante. Cuanto más y mejor, literatura, ciencia y arte se hagan en España y en la América hispana, tanto más será posible que haya en todos y cada uno de estos países un proceso cultural del cual esperamos que los demás tengan oportunamente algo que aprender".