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NUEVAS FRONTERAS

Otra muestra promovida por la gestión de artistas ha generado en Sevilla importantes manifestaciones de entusiasmo hacia el arte colombiano.

3 de julio de 1995

HASTA FIN DE Junio proximo se presentará en el consulado de Sevilla, España, la exposición 'Jóvenes pintores colombianos', organizada por iniciativa de la Asociación de Colombianos de Andalucía, dirigida por Henry Garay, con el fin de dar a conocer, específicamente en esa región, aspectos de la nueva expresión artística nacional, y de iniciar un fructífero intercambio cultural.
La muestra, curada en Colombia por el pintor Rodrigo Facundo, busca ofrecer sin la limitación de las definiciones, una idea de los logros y conquistas de los jóvenes artistas colombianos, en la preservación de un medio tan acusado de anacronismo en el arte contemporáneo como es la pintura.
Sin excepción los artistas que participan en esta exposición (Delcy Morelos, Esteban Villa Doutreligne, Catalina Mejía, Rodrigo Facundo, José Horacio Martínez, Miguel Bohmer, y Rafael Ortiz) trabajan la pintura como un lenguaje actual, con resultados tan significativos, que a pocos días de inaugurada la muestra, ésta ya ha encontrado comentarios favorables de la crítica en Sevilla y un terreno de receptividad donde el cual se ha anunciado la necesidad de mayores intercambios como este, hecho posible gracias a la gestión de empresas colombianas y españolas que se comprometieron en su realización.
Aunque sin ser exhaustiva en la presentación de opciones, la exposición de Sevilla reúne algunos de los principales nombres de artistas jóvenes de las diversas regiones del país, y evidencia a través suyo razones que soportan la permanencia y la preeminencia de esta expresión plástica en Colombia, como son: las preocupaciones por mantener y recuperar la calidad en el oficio, por expresar las cuestiones contextuales o universales, y por ofrecer con ellas las preguntas y respuestas que en cualquier momento de la historia deben nacer del arte.

Doble impacto
El artista colombiano de origen chino, Pablo Van Wong, plantea en su nueva exposición una disertación sobre la violencia en la identidad nacional
LA VIOLENCIA ES posiblemente la respuesta a que en mayor medida se acude cuando se expresan la infinidad de problemas que a diario surgen en Colombia. No obstante, y aun cuando se ha llegado a decir que se integra ya a la condición del ser colombiano, el porqué del fenómeno mismo sigue sin explicar. Quizás por ello sea este uno de los temas que con principal énfasis marcan la producción artística nacional, bien sea para generar en la vida alternativa reflexiones poéticas, o para dar una imagen sensitiva de sus posibles causas y efectos.
En esta vía, en la Galería Valenzuela y Klenner, de Bogotá, Pablo Van Wong, presenta una serie de objetos artísticos que plantean otros puntos de vista sobre el asunto. En ellos se ha hecho presente la sensibilidad de los niños (a quienes se ha acercado, principalmente por razones laborales) para introducir en el debate su visión sobre el problema y las marcas que considera que deja en los pequeños, así como las preocupaciones y los dramas de los adultos.
Se trata de una bella instalación creada con objetos elaborados en hierro (oxidado o laminado con hojillas de oro) que, una vez iluminados, descubren imágenes que remiten a la condición violenta, bien por los elementos que la conforman, o por el mismo asunto visible. Aquí, como ocurre por lo general en materia artística, no existen las explicaciones ni las evidencias, sino los impactos, que a través de sentimientos e impresiones generarán en el espectador una reacción de la que por necesidad surgirá un convencimiento, la conclusión más cercana a su sensibilidad.