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OFICIO DE ALQUIMISTA

Los ritos de la escritura de Pedro Gómez Valderrama en una serie de cuentos en donde se funden lo real y lo imaginario

31 de diciembre de 1984

La nave de los locos. Pedro Gómez Valderrama. Alianza Editorial, 15 páginas. Madrid. 1984.
"La nave de los locos" es acaso la imagen -y la cifra- de la escritura de Pedro Gómez Valderrama que en un azaroso viaje atraviesa, con todas sus derivas y rigores, el extraño mar de sus invenciones. Quizá sea la nave de los locos la imagen más apropiada para comprender el itinerario de esta reunión de cuentos, de variada fortuna, escritos en su mayor parte entre 1978 y 1982, y ya publicados en forma dispersa en periódicos y revistas. Y es la imagen más apropiada porque la composición del libro puede entenderse como derivación y reflejo de un Narrenschiff, esas formas literarias del Renacimiento que según Foucault están inspiradas en el ciclo de los argonautas y "cuya tripulación de héroes imaginarios, de modelos éticos o de tipos sociales se embarcan para un gran viaje simbólico ".
Si el cuento de Pedro Gómez alusivo a este tema específico, realiza ese viaje simbólico, es para introducir con el sesgo de sus procedimientos indirectos, una variante de la historia, para así prolongar la leyenda y hacerla por vivir a la orilla misma de nuestra ciudad. Los insensatos de aquella Nef des fous han cambiado su identidad a lo largo de los años para convertirse finalmente en los errabundos pasajeros delirantes que ruedan por la altiplanicie andina. "La nave de los locos" de Pedro Gómez parece estar impulsada por los vientos de la invención, la magia y la fantasía. Los personajes no son ya modelos éticos, ni tipos sociales; son por lo general hombres y mujeres tal como la historia los retrata, personajes de otras épocas y sobre cuyo tiempo y circunstancia el autor trastoca un dato, deforma una fecha, modifica un rumbo; ligeras modificaciones, pero definitivas que resultan de la realidad reelaborada, casi siempre en ámbitos mágicos y fantásticos y bajo una precisa influencia precedida por Borges.
El escritor culto que es Pedro Gómez Valderrama ha cultivado con pasión el conocimiento histórico, la observación detallada de pintores como Brueghel, Watteau, Fragonard, Jeronimo Bosch, Patinir; ha especulado con la cábala y la hechicería, siente una enorme atracción intelectual hacia la magia y no desdeña la nigromancia y la brujería, y ha creado en torno a todos esos saberes esotéricos como imágenes giratorias que se mueven entre sombras sobre el eje del tiempo. La historia, bajo su pluma, aparece transfigurada ya sea por los ecos de las doctrinas herméticas o las enseñanzas órficas, o bien por las resonancias de Empédocles, que exclamaba: "He sido mancebo, doncella, arbusto, pájaro y mudo pez que surge del mar". En estos cuentos, desligados de toda tradición de la literatura colombiana, el mismo suceso o los mismos hombres transfiguran las épocas y si cambian su identidad, subsiste la misma forma de su destino.
El cuento "Itinerario de un tren crepuscular" revela la tipología constructiva que le sirve a Pedro Gómez para la elaboración de algunos otros cuentos, en cuanto que realiza un salto en el tiempo, postulando cierta continuidad temporal por debajo de las leyes aparentes que rigen el discurrir ordinario de las cosas en su apariencia y en su forma. En "Itinerario" Maximiliano Guerra, lector incansable de periódicos, se ausenta de sus ocupaciones habituales cuando la guerra lo llama. Dos años transcurre Maximiliano en el campo de batalla. Y a su regreso reanuda la lectura suspendida de los periódicos con esos dos años de retraso, allí justo donde los había dejado el día de su partida tal como su criada se los había coleccionado día a dia. Maximiliano Guerra reanudó así la paciente lectura de la historia cotidiana e inicia un retorno al pasado. Pero allí todo se hace confuso y en sus conversaciones deja traslucir de modo nefasto su perplejidad, fechas y sucesos confundidos, por lo que sus familiares vieron en ello un síntoma de locura y entonces lo confinan en un asilo donde muere horas antes de que sus sobrinos descubran que los periódicos habían sido trastocados en su orden cronológico . "Alguien alteró siniestramente el orden de los periódicos del ilustre lector", narra el autor... Acaso "algo" o "alguien" desordena el universo. Este orden letrado que es trastocado en las fechas, este tiempo desdoblado es una constante que vamos encontrando en la repetida y cambiante trama de sus cuentos. El escritor con su técnica tan tenazmente consumada en la llama de una elaboración dispendiosa, nos da en su narraciones la fiel representación de demiurgo que posee tanto el mérito del artificio elegantemente elaborado, como la firmeza de su fe poética tambien expresada en sus invenciones espaciosas y en la sutileza de sus combinaciones alquímicas. Y en esta fundición de lo real y lo imaginario, realiza Pedro Gómez los ritos de su escritura con la fuerza de quien profesa la religión de sus propios mecanismos. Podía decirse -con Alfonso Reyes- que en esos desdoblamientos, en esos sueños, el autor de "La nave de los locos" busca la realización de sus personalidades latentes. Y los encuentros se realizan en el tiempo y en el lugar que la historia sugiere como propicios para frecuentar un ambiente, una trabazón con encuentros galantes, con desenfrenos sexuales, aquelarres, amores traicionados y amores malditos, vocaciones suspendidas en el acto amoroso, trato con alquimistas y nigromantes, visitas a vidas imaginarias, sortilegios y versiones de muertes apócrifas.
"Eliécer y Rebeca", "Olvido capital", "La nave de los locos" y "La muerte de Lincoln" son cuentos que tienen todas las características para ser juzgados como narraciones perfectas, como cuentos magistrales. "Descripción de una visita al Museo de Louvre" tiene su mayor virtud en su valor conjetural. "María a las cuatro de la tarde" rueda como un bello objeto surrealista, que además revela el amor propio del autor que rueda envuelto en lubricidad vaga por uno y otro cuento... Y los "Sortilegios" y las "Muertes apócrifas" no dejan de ser cultos ejercicios y sacrificios manieristas.