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PALETA PROLETA

Exposición de la alemana Kathe Kollwitz, en el Museo de Arte Moderno de Bogotá: más allá del panfleto

21 de septiembre de 1987

Cuando a mediados de los años veinte Kathe Kollwitz escribía: "Yo quiero obrar en este Tiempo en que los hombres están desamparados y tan necesitados de ayuda", no sabía que más que un propósito social, sus obras se convertirían en una mirada visionaria de lo que hasta hoy ha resultado ser el denominador común de este siglo. De ahí, de su actitud crítica frente a la sociedad de su momento, proviene el impacto con que llegan sus obras al público. Sin embargo, la muestra de grabados, litografías y esculturas de Kathe Kollwitz que en el Museo de Arte Moderno de Bogotá expone hasta el próximo 8 de septiembre, es el testimonio de que la obra de esta alemana supera la temática social para permanecer libre -a través de su alta calidad técnica y artística- de quedar reducida a ser uno más de los testimonios panfletarios que registraron los sucesos políticos de principios del siglo XX.
Kathe Kollwitz nació en Alemania en el año de 1867. Su carrera artística se inicia a mediados de la década de 1880 a partir de la utilización de la técnica del aguafuerte, aprovechada en el sentido del naturalismo alemán. Ya para finales del siglo, sus obras gráficas figuran en las exposiciones de arte contemporáneo de Berlín. Posteriormente, a principios de este siglo, Kathe Kollwitz se dedica de lleno a la litografía -técnica que constituye la piedra angular de su obra-, como también incursiona por unos pocos años en el grabado en madera. En esta última técnica realiza en 1922 una serie de siete hojas bajo el título de "Guerra" sobre las cuales la artista dice que "nadie supondría que estos pedazos de madera de tamaño mediano fueran el resultado de largos años de trabajo y, sin embargo, es así. Encierran la confrontación con aquel período de vida comprendido entre 1914 y 1918, y estos cuatro años son difíciles de aprehender". Kathe Kollwitz no concibe su trabajo sino como instrumento para presentar "el sufrimiento descomunal de los hombres", y es por esto que para hablar de su obra hay que hablar de la intención que la sustenta.
Es muy difícil desvincular el trabajo de Kathe Kollwitz de la orientación socialista que ella misma acoge: sus grabados reflejan lo doloroso de la vida proletaria, la tragedia de la vida urbana, cuya esencia queda plasmada con sólo unas pocas líneas. No obstante, con todo lo sombrío y lúgubre que puede resultar para algunos esta muestra, la obra -a través de un gran realismo que logra no sólo detener el gesto de una mujer que lucha contra la muerte que la quiere separar de su hijo, o la impotencia atada de "Los prisioneros" no pierde de vista una intención estética que recuerda a aquellos mineros y campesinos que pintaba Van Gogh: "La verdadera razón -definía Kathe Kolliwtz- por la cual, de ahí en adelante, elegía para mis representaciones casi exclusivamente motivos de la vida obrera, fue que éstas me daban simple e incondicionalmente aquello que yo consideraba bello. Bello era para mí el peón de Konigsberg... Bellos los movimientos generosos del pueblo".
Kollwitz se definió no como una revolucionaria, sino como una evolucionista. Su preocupación social y sus inquietudes políticas la llevaron a luchar junto con Einstein, Heinrich Mann, Zweig, y otros, contra el nacional-socialismo (nazismo), pero también a no descuidar su lucha estética por devolverle al pueblo sus propia realidad y presencia, y para darse a sí misma una válvula de escape que le permitiera aliviar los sufrimientos de su propia vida. Esta muestra, que recoge setenta y tres obras en técnicas variadas, se quedará grabada en el pensamiento de quienes acudan a admirarla.-
Poly Martínez