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PAPA PAPP

60 obras de teatro, conciertos, danzas, y películas de 16 países en el V Festival Latino de Nueva York, gracias al "mecenazgo" de Joseph Papp

16 de septiembre de 1985

Sesenta representaciones de obras de teatro, conciertos, danzas y películas de 16 países, con la participación de por lo menos 600 personas que hablaban muchos idiomas y giraban alrededor de mitos literarios y políticos como la cándida Erendira y Pedro Navajas, hicieron más denso, más pesado, el aire de este verano de Nueva York, durante el quinto Festival Latino que se clausuró este lunes.
Irónicamente, en el mismo corazón del imperio económico norteamericano, se organiza la que puede considerarse la muestra más selectiva y más completa del arte escénico latinoamericano, compuesta muchas veces por obras que atacan directamente ese sistema político. El creador y sustentador de este festival, al que Colombia concurrió este año con el grupo El Local y la obra "La cándida Eréndira" de García Márquez, se llama Joseph Papp, un hombre de dientes grandes y sanos que adora las chaquetas cruzadas y a rayas, y para quien el teatro no tiene idiomas, ni fronteras, ni ideologías, siempre y cuando consiga emocionar a un espectador .
En su oficina tiene un busto de Shakespeare con un sombrero ladeado, mientras el aire se carga con el humo delicioso de un habano, enviado directamente de Cuba por sus amigos que hacen teatro. Es el responsable de que Nueva York y los norteamericanos en general, vean el mejor teatro del mundo, lo discutan, lo rechacen o lo acepten pero que no permanezcan inditerentes. Tiene 64 años y su Shakespeare Festival es una auténtica bocanada de aire fresco en un género que ha conocido épocas de agonía. Joseph Papp, el empresario más audaz, el director de escena que mejor conoce las posibilidades de un recinto por muy pequeño que sea, el hombre que lleva treinta años seguidos, treinta veranos montando representaciones de todo tipo para locura de millones y millones de aficionados. Ya lleva cinco años con el Festival Latino. Sonriente, tranquilo, recuerda los escándalos con Hair, A Chorus Line, Henry IV, en los que el erotismo y el humor eran bofetadas a la mojigatería de muchos. Director, escenógrafo, productor, descubridor de jóvenes talentos, cabeza visible de un movimiento de renovación de la escena norteamericana, él sabe que es una figura controvertida y goza con ese papel. Sus obras llevan su estilo hasta en el último detalle. Interviene en la escenografía, en la música, en la puesta en escena, en todos los detalles que aburrirían a otro que no fuera él. Adora a Shakespeare y por eso financia sus representaciones. Con sólo mirar los ojos de un actor, sabe si le queda mucho tiempo activo todavía. Lleva más de 40 obras montadas por él mismo. A veces ha fracasado, pero en la mayoría de las ocasiones triunfa ruidosamente. Ha dado oportunidad también a autores que apenas comenzaban y quienes se hicieron famosos a su lado. Papp es el amo del teatro en Nueva York. Algunos dicen que en Estados Unidos también. El lo sabe.
El sello de la tolerancia
Según Eduardo Márceles, uno de los principales críticos colombianos de teatro y quien ha asistido a los festivales anteriores, ésta es una muestra de tolerancia, aceptación, inteligencia y, sobre todo, una muestra de cómo el arte latinoamericano, especialmente el teatro, se renueva todos los días bajo la presión de las mismas circunstancias que lo rodean.
Los grupos llegarón de todos los rincones, unos con subvenciones oficiales, otro con la ayuda de entidades privadas, otros con las simples ganas de cantar, bailar y representar sus piezas. El de este año fue el más grande de todos. Estuvieron todos los estilos, todos los lenguajes, todas las intenciones, desde el arte pop a la simple propaganda, de lo experimental a lo simplemente clásico. Había obras con numerosos actores y piezas interpretadas por una sola actriz, como el caso de Brasil, que acudio con Marilia Perea.
Papp, divertido con algunas críticas de ciertos sectores conservadores de Nueva York, asustados con el tono de algunas de las piezas montadas abrió de par en par las puertas de su Shakespeare Festival's Public Theater, en la calle Lafayette, mientras algunas obras se montaron en el Village. Un concierto por la paz y la amistad, celebrado el lunes 12 en el teatro Delacorte, en Central Park, con participación de artistas y orquestas latinoamericanas, atrajo miles y miles de interesados en este género. Como dijo Papp, era una forma práctica de sacar el festival a la calle.
El Teatro del Sesenta, de Puerto Rico; Rajatabla, de Venezuela; una de las compañías de teatro más antiguas, compuesta por norteamericanos y mexicanos, el Teatro Campesino de Luis Valdez, y la puesta en escena de una nueva pieza titulada Women without men, ganadora de un concurso organizado por el mismo Papp, sirvieron para abrir el festival que estuvo dirigido este año por un argentino, Oscar Ciccone, y una nicaraguense, Cecilia Vega, su mujer.
Por supuesto, Papp no se quedó con los brazos cruzados esperando que en agosto desembarcaran cajas y cajas, equipos y equipos procedentes de todas partes: él fue a cada país (estuvo en el último festival de Manizales), conociendo obras, contactando grupos.
Como resultado de estos esfuerzos, un director colombiano puso en escena Women without men de Eduardo Gallardo. Santiago García, quien conoce pocas palabras en inglés, trabajó intensamente hasta lograr una excelente actuación, aún de quienes no entienden el castellano (ver recuadro). Gallardo escribió su obra en inglés.
Vive en el Bronx, llegó de Puerto Rico varios años atrás y luego de una rápida carrera en la televisión y el cine prefirió establecerse en Nueva York donde alterna su oficio de mensajero con los estudios de teatro. Al ganarse el primer concurso organizado por el New York Shakespeare Festival, demostró una vez más que la situación política y social de las mujeres en Latinoamérica sigue siendo una de las máximas preocupaciones de los escritores en este Continente. La obra cuenta la historia de seis mujeres hispanas que trabajan en una fábrica, mientras sus maridos pelean en la II Guerra Mundial. Una de las actrices era Gilda Miros, quien después de ser una de las más populares en México, ahora mantiene un programa de cinco horas en la cadena de radio hispana WADO.
Este año, el festival fue más largo contó con más participantes, el público asistió más a los espectáculos y además Papp pudo conseguir casi medio millón de dólares por medio de donaciones públicas y privadas.
Por supuesto nadie queda contento y algunos han criticado que el festival le de demasiada importancia a grupos que son abiertamente de izquierda. Los organizadores se encogen de hombros y señalan una palabra escrita dentro de un grafito: "tolerancia".
En Estados Unidos trabajan actualmente 16 grupos latinoamericanos de teatro y durante el año se dedican a realizar giras por varias ciudades. Uno de esos grupos, el Teatro Duo Theater of New York City, presentó una tragicomedia, Union City Thanksgiving, sobre el asilo de los cubanos en Estados Unidos y los conflictos que se generan.
El festival ayuda a los grupos participantes con algunos gastos de transporte y con el alojamiento. Este año los gobiernos de Venezuela y España pagaron salarios y transporte a los artistas, mientras el de Argentina reconocía algunos viáticos. No todos los grupos que participaron este año hicieron más fáciles las cosas. La Cuadrada de Sevilla, por ejemplo, se presentó con un equipaje muy pesado para su producción, "Piel de Toro", escrita y dirigida por Salvador Tovora. El grupo venezolano Rajatabla, uno de los más respetados de Suramérica, llegó con sus 33 miembros para montar "Simón Bolívar", de José Rial. El Teatro de los Sesenta, de Puerto Rico, llegó con 33 actores y montó "La verdadera historia de Pedro Navajas", basada libremente en la obra "La ópera de tres centavos", de Brecht, y "Pedro Navajas" de Rubén Blades, bajo la dirección de Pablo Cabrera. Por primera vez en el festival, un grupo de Puerto Rico participaba y un centenar de aficionados al teatro organizó un tour desde San Juan para animar a sus actores. En castellano, en inglés, en portugués por señas, con movimientos de la cabeza y las manos y los pies, con todos estos recursos, los 600 actores y artistas cantaron y bailaron e interpretaron obras rabiosas que le dieron al público neoyorkino la prueba de un arte que permanece vivo, activo. Hasta hubo una pieza que mezclaba los idiomas inglés y creole, la de Jamaica, Muffet: Inna all a wi, del Jamaica's Sistren Theater Collective, y para esta representación, lo mismo que para las que estaban en portugués, hubo audifonos en algunos de los teatros utilizados.
El festival dividido en varias secciones, permitió a los asistentes mirar la labor del Teatro Campesino de Luis Valdez, con "Soldado raso" y The Dark Rool of the Scream, escritas por Valdez quien también hace cine. Siete obras estuvieron dedicadas a la situación de la mujer en Estados Unidos y latinoamérica, y entre ellas se destacó "Brincando en Cima Daquilo" de Darío Franca Rame, bajo la dirección de Ribert Vignati.Grupos de danzas de Cuba y Ecuador, así como de Haití, el Annabella González Dance Theater, así como numerosas películas de Estados Unidos y Latinoamérica, completaron un festival que ya comenzó a alistarse para el próximo año. Entre las películas, exhibidas gratuitamente, estuvo un auténtico tesoro, Thay night in rio, de 1941, con Alice Faye Don Ameche.--

De la Candelaria a Nueva York
En ingles, en español, Santiago García corre, se desliza, crea espacios, tararea la música, agudiza el resentimiento entre seis mujeres latinas discriminadas social y racialmente en Nueva York, imita el sonido de las pesadas máquinas de coser de la fábrica textil en donde trabajan, endulza la cara de Soledad cuando recuerda a Armando, su esposo ausente; estimula el resentimiento entre la cubana mulata y la blanca, da el tono alegre de la canción de Coca Cola que se oía en la radio en los años 40, baila la rumba y el son, y al final, Santiago García inagotable, programa el ensayo del día siguiente.
Women without men o "Mujeres sin hombres" de Eduardo Gallardo, fue la obra ganadora --entre 86 participantes-- del Primer Concurso Nacional de Obras de Latinos que patrocina el New York Shakespeare Festival. Por ella, Gallardo recibió 5 mil dólares y la invitación de Santiago García para la dirección y montaje. La obra se presento en el Quinto Festival Latino que se celebró del 8 al 18 de agosto en la ciudad de Nueva York, evento promovido por Joseph Papp, uno de los más notables personajes de teatro actualmente en los Estados Unidos. Este festival incluyó obras de teatro, danza, cine y música de varios países latinoamericanos.
Desde su llegada a Nueva York en el mes de junio, Santiago García trabajó entre 10 y 12 horas diarias en la selección de actrices, adaptación teatral de un guión literario y en el montaje y dirección de la obra en sí, de la cual, Santiago dice: "está muy bien escrita, muy bien hecha desde el punto de vista dramatúrgico. Su nivel técnico es de muy buena categoría y sobre todo el tema me interesó mucho. Se trata de seis mujeres de origen latino que viven en Nueva York durante la Segunda Guerra Mundial y se enfrentan a lodos los problemas a raíz de la ausencia de sus maridos. Ellas sufren las consecuencias psicológicas, morales, sociales y de toda índole. Estas mujeres son trabajadoras de la industria de la confección. Ese tema me interesó mucho aún más por ser escrito por una persona que había vivido esto en su infancia. Gallardo es hijo de una mujer que trabajó en la industria de la confección en los años 40. De la memoria de su madre, sus tías, etc.., se produce esta obra que no queda estacionada en esa época. Para mí es un problema mucho más universal, es el problema de la mujer enfrentada a la guerra, que tiene que ver con muchas épocas, con el presente. De otra parte, me interesaba mucho el tema de la mujer".
Eduardo Gallardo,de 36 años y nacido en Nueva York, lleva una trayectoria en el teatro que es bastante conocida en los Estados Unidos por sus obras: Simpson Street, Bernie, The mugger, entre otras; comenta sobre la experiencia del montaje de su obra bajo la dirección del director colombiano: "por la ayuda de Santiago García, la obra ha llegado a otro nivel, a un nivel mucho más elevado. Incluso la obra tiene más fuerza que el escrito original. Lo único que puedo decir de Santiago García es que es genial, genial".
A pesar de las dificultades a las que se enfrentó Santiago García, por el estilo de trabajo en el teatro norteamericano básicamente; su imaginación y talento sin límite le traslucen en la agilización y toque mágico que le añadiera a "Mujeres sin hombres" una vez puesta en escena. Es ese mismo toque mágico, el que le ganara la simpatía de la prensa norteamericana en 1984 con la presentación del grupo de La Candelaria y su obra "El diálogo del rebusque".
Hoy en día el grupo de La Candelaria y su director Santiago García siguen conservando la peculiaridad. Al respecto él explica: "eso del teatro latinoamericano es una falacia. Eso es un problema geográfico más que todo. Nosotros somos un grupo colombiano y especificamente de Bogotá, concretamente del barrio La Candelaria. Yo encuentro unas diferencias gigantescas entre el teatro colombiano y por ejemplo el argentino, más aún el de México. También tenemos diferencias enormes con el venezolano. Esa generalidad es una profunda mentira. Cada país tiene sus propias características, su manera de encontrar su identidad, su originalidad. Si hubiera algún común denominador, sería de tipo económico. Es decir, que estamos muy vaciados, que estamos subdesarrollados, que la cultura en general en nuestros países no recibe ningún apoyo de los gobiernos, que el teatro tiene que ser hecho con las uñas. Eso si sería una generalidad, pero cada uno encuentra sus maneras muy específicas de interpretar".
Esa forma específica en la que se relaciona el teatro La Candelaria con su público, transportándolo por mundos y vericuetos nunca antes explorados, es lo que le hace uno de los mejores internacionalmente. No sólo es la magia de cada escena, --obra de arte en sí misma-- sino el arte de sobrevivir. Esa fórmula Santiago García si la desconoce. Según él, ellos mismos se preguntan todos los días... "¿Y cómo hacemos para sobrevivir?"