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PARA CORTAR EL ALIENTO

En esta novela de Doblin está concebido el mismo ritmo de la vida.

18 de julio de 1983

"Qué libro ha cambiado su vida?" es la encuesta que, de cuando en cuando, lanzan ciertas revistas literarias a sus lectores. Si a Reiner Werner Fassbinder le hubiera correspondido dar una respuesta, habría dicho sin vacilaciones: "Berlín Alexanderplatz, de Alfred Doblin". Esta circunstancia imaginaria corresponde, sin embargo, a un hecho real.
Si para las consideraciones que se hacen aquí he seguido la línea trazada por los apuntes de Fassbinder acerca de la novela de Doblin, es por estar irremediablemente persuadido de que el mejor comentario de una obra se desprende de una íntima y viva relación de ésta con la vida, y no cabe duda que "Berlin Alexanderplatz" fue para Fassbinder una obra de enorme significación existencial. De no haber leído este libro -afirma Fassbinder- no sólo hubiera perdido uno de los más excitantes contactos con una obra de arte que haya podido nunca experimentar, sino que- y creo saber exactamente lo que estoy diciendo- también mi vida se habría desarrollado de otra manera, distinta a la forma como se ha desarrollado con 'Berlín Alexanderplatz' en la cabeza, en la carne, en todo el cuerpo, en el alma... ". ¿Qué libro es éste que en los años aciagos de su aparición, (1929), creó una inquietud apremiante entre los ciudadanos, habitantes de cualquier ciudad cosmopolita, con su sobrecargado testimonio de una fatalidad? ¿Qué libro es éste -poético y problemático a la vez- que en su lectura la narración deja de ser peligrosamente "un leer" para convertirse en "vida sentimientos, desesperación y miedo"...?
La narración de "Berlin Alexanderplatz" se inicia cuando Franz Biberkopf, tras cuatro años de presidio, sale de la cárcel de Tengel. Y regresa a Berlín; a la calle, a vagabundear en busca de una oportunidad para recomenzar una nueva vida de una manera honorable. Biberkopf fue a parar a Tegel por una historia de amor y sordidez. El, que había sido un hombre tosco y vulgar, un hombre del que una bonita mujer se encariñó un día y a la que él convirtió en prostituta y a la que por último hirió mortalmente en un oscuro lance, y tras pagar su condena jura al mundo entero ser honrado, es el hombre que se ve envuelto en una auténtica lucha "con algo que viene de fuera, es imprevisible y parece una fatalidad", como lo describe el propio Doblin en una pequeña nota, escrita con el lenguaje escueto de un cronista de página roja, y es tan fuerte que sencillamente nos corta el aliento.
La historia misma que narra Doblin nada tiene de extraordinario. Al contrario, es una suma de anecdotas sórdidas y oscuras que podíamos encontrar en el la más mediocre literatura. Lo esencial, dice Fassbinder, "es sencillamente la manera como lo monstruosamente banal e inverosímil de la acción es narrado en la novela". No es el qué lo que hace grande a esta novela, es más bien el cómo. "En 'Berlin Alexanderplatz' -continuá Fassbinder- se le concede a lo que visto objetivamente es lo más pequeño, lo más sencillamente mediocre, en cuanto a emociones, sentimientos, momentos de felicidad, anhelos, satisfacciones, dolores, miedos, carencia de conciencia, etc., a los individuos aparentemente menos aparentes, sin importancia, sin significación alguna, a lo considerado insignificante se le concede aqui la misma grandiosidad que el arte hasta ahora reservaba, hasta ahora sólo había concedido, a lo considerado grandioso"...
Se ha dicho que hay una relación formal entre la novela de Doblin y el "Ulises" de Joyce. Se ha discutido la posibilidad de las influencias. Poco importa; lo que interesa es ver cómo la forma de la novela de Doblin se ajusta perfectamente a su mundo novelesco.
Más que un estilo preconcebido o modos literarios alli esta el ritmo mismo de la vida.