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ENTREVISTA

“Para escribir en Colombia lo que hace falta no es talento ni suerte, sino una mezcla peligrosa de tozudez y masoquismo”

La novela Juego de memoria, de Humberto Ballesteros, cuenta la historia de una médica lesbiana que descubre al asesino de su amante en el ancianato donde trabaja. Este libro es uno de las tres finalistas al Premio Biblioteca de Narrativa Colombiana. SEMANA habló con el autor.

17 de enero de 2018

SEMANA: ¿Cómo fue el proceso de escritura de Juego de memoria y cómo fue la experiencia de escribir desde la voz narrativa de una mujer?

Humberto Ballesteros: La idea la tuve hace unos siete años, mientras terminaba mi primera novela. No sé de dónde salió, pero la premisa me pareció buenísima. La anoté en un papelito que guardé en el escritorio, y apenas publiqué la primera lo saqué y me senté a escribirla. Al principio pensé que sería un cuento, y terminé una versión de unas 50 páginas que no me satisfizo. Algo le faltaba. La archivé unos meses, la retomé y pasé por cuatro redacciones hasta llegar a lo que es hoy. Creo que tenía muchos elementos complicados para un escritor con apenas un par de libros a cuestas. Tal vez era una novela para alguien más maduro. Pero yo me obsesioné. Llegué a sentir que no podía seguir siendo escritor si no me la sacaba de encima. Se volvió mi compañera diaria por cinco años, y a veces me parecía un ángel guardián y otras un tumor que me daban ganas de arrancarme a tijeretazos. Lo de la voz femenina salió en la tercera redacción y yo me le resistí un rato; tal vez por eso me demoré todavía más. No tanto porque fuera una mujer, sino porque no me sentía listo para escribir desde la perspectiva de una lesbiana. Me aterraba que el lector sintiera que estaba usurpando una voz que no me corresponde para ganar puntos gratis con una audiencia biempensante. Pero la novela me lo estaba pidiendo a gritos, y si algo he aprendido es que uno nunca termina un relato si no se les rinde a las leyes que este mismo le impone.

SEMANA: ¿Qué siente al ser uno de los tres finalistas al premio?

H.B.: Escribirla me costó tanto trabajo que la sensación, más que de triunfo, es de alivio. Todo ese esfuerzo de pronto no fue en vano, porque la versión final ha conectado con lectores serios que saben de literatura. Y también me siento honrado, porque Pilar Quintana y Andrés Mauricio Muñoz son excelentes escritores.

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SEMANA: ¿Qué expectativas tiene del premio y de estar entre los finalistas? ¿Qué siente que le ha aportado este premio a la literatura colombiana?

H.B.: Muchos dicen que el premio es una farsa, un truco publicitario y nada más. O que los ganadores son el club de amigos de Héctor Abad. Y este año he leído algunas voces críticas con más argumentos, preocupadas porque entre los semifinalistas no hubo nada de editoriales independientes. Por supuesto que cabe hacer un análisis de eso. Pero no se puede olvidar que cuando Solano ganó con su libro de Corea no lo había publicado Planeta, sino una editorial universitaria, ni que casi todos los años ha habido gran variedad en los libros escogidos. Sí, es muy frustrante para los sellos pequeños que este año no haya nada de ellos en la selección final, que la dominen los dos monstruos editoriales de América Latina. Pero tal vez eso también habla del trabajo que están haciendo esos monstruos, que para mi sorpresa no son tan monstruosos como parecen desde afuera. De hecho, me parece que hoy en día hay mucha apertura a lo nuevo en Planeta y en Random, que se están acercando a los jóvenes y leyendo con juicio sus manuscritos. En los últimos años yo he hecho el ejercicio de leer mucha ficción colombiana, y como lector me parece que el premio se ha convertido en un referente serio y en un testimonio del talento de las nuevas generaciones, que están haciendo cosas interesantes.

SEMANA: ¿Qué ha sido lo más satisfactorio de la publicación de Juego de memoria y en qué se ha diferenciado de la publicación de sus libros anteriores?

H.B.: Mi primera novela se ganó un premio nacional a libro inédito y por eso salió publicada. Es mucho más satisfactorio que una editorial de nivel acepte un manuscrito que no ha sido premiado, que le tenga fe a la historia y punto. Por supuesto, eso se lo debo también a mi agente, Andrea Montejo, y a mi editora, Carolina López, con quien trabajé también en mi primera novela. Pero con Juego de memoria sentí que superé una etapa necesaria de mi carrera; que el proceso fue completo, desde tener la idea y llegar a un primer esbozo hasta editarla cuidadosamente con la ayuda de un equipo muy comprometido. Independientemente del fallo final, estoy satisfecho con Juego de memoria, y sé que ese resultado se lo debo a la gente que me rodea y a la casa editorial que me apoya.

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SEMANA: ¿Cuál es el reto más grande de ser un escritor colombiano que publica en este país?

H.B.: Que escribir en Colombia no produce sino dolores de cabeza y alguna cosquillita ocasional para el ego, y a veces uno se siente como Sísifo, con la diferencia de que uno sí podría huir, dejar tirada la piedra e irse a la playa o, siendo realistas, a trabajar para alguna corporación. Pero ahí seguimos. Tal vez para escribir en Colombia lo que hace falta no es talento ni suerte, sino una mezcla peligrosa de tozudez y masoquismo. O simplemente amor por los libros. O tal vez lo que pasa es que no hay diferencia alguna entre esas dos cosas.