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PARA MAYORES DE EDAD

La Biblioteca Nacional cierra sus puertas a los escolares y queda a disposición sólo de los investigadores.

2 de julio de 1990

Para los investigadores, toda una biblioteca.
El espectáculo de colas interminables de colegiales que iban a la Biblioteca Nacional a consultar las tareas de historia y geografía. o los desocupados que pasaban mañanas enteras dormitando sobre los periódicos , no volverán a verse. El recinto quedó, desde el pasado 1 de junio, para servicio exclusivo de investigadores y editores, con la intención de colocar el valioso patrimonio bibliografico en manos de quienes puedan darle el mejor uso posible. Se espera que con este cambio se acaben las mutilaciones de obras, como ha ocurrido a lo largo de todos estos años, cuando bárbaros de cuchilla en mano, se han llevado capítulos enteros. También se acabará con buena parte de las "asesinas" fotocopias, que de una en una acaban con cualquier documento.
La drástica decisión se gestó desde hace algún tiempo pero le correspondió al actual director, Rubén Sierra, ponerla en práctica. La razón inicial no fue otra que la apremiante necesidad de conseguir nuevos espacios para albergar futuras colecciones, ampliar la hemeroteca -que recibe como mínimo 20 periódicos diarios-, encontrar un lugar para ubicar los talleres de mantenimiento y conservación e instalar un centro de cómputo. La Biblioteca cuenta hoy en día con apenas un computador, pero en las próximas semanas llegaran siete más que agilizarán un trabajo que por falta de recursos se venía haciendo a paso de tortuga.
La mayor tragedia de la Biblioteca, aparte del escaso presupuesto, es Inravisión, instituto que lleva años prometiendo desalojar las instalaciones que actualmente ocupa en la calle 26 y que pertenecen a la Biblioteca. Es así como esta entidad no se ha podido ampliar por falta de espacio, sin contar con los riesgos que implica la vecindad de Inravisión ya que, con cualquier descuido, un incendio acabaría con la memoria histórica del país.
Por otra parte, al quitarse de encima esa avalancha de niños, la Biblioteca dispondrá de más espacios, que pronto serán adaptados para servicios de conservación, mantenimiento y desinfección de las valiosas obras que contiene. En la actualidad se dispone de una pequeña cámara que fumiga 60 libros por mes, pero ya está contratado un nuevo diseño para una cámara de vacío que hará el mismo trabajo en apenas tres días. Este servicio es de vital importancia para el tratamiento de los cientos de libros que mensualmente llegan y que, de llevar alguna plaga, pondrían en serio peligro a los 850 mil tomos ya existentes, muchos de los cuales deben recibir tratamiento periódico para su conservación.
Si bien la Biblioteca Nacional no es la más grande de Latinoamérica en cuanto al número de volúmenes que contiene, sí es la más rica por la calidad de las obras que conserva. Allí estan depositadas, por ejemplo, las bibliotecas de Antonio Nariño, José Celestino Mutis, Marco Fidel Suárez y Rufino José Cuervo, entre otras, que son de consulta continua por parte de investigadores nacionales y extranjeros.
De ahí la importancia que tienen los catalogos que se están publicando y enviando a otras bibliotecas del país y del exterior. Un avance importante en lo que tiene que ver con este intercambio se dio con el acuerdo logrado en México que creó la Asociación de Bibliotecas Iberoamericanas que permitirá a largo plazo, cuando esté sistematizado todo el material, conectarse de manera inmediata con un sinnúmero de bibliotecas en diferentes partes del mundo.
Otro paso importante que se ha dado es el de ascender la Biblioteca dentro del organigrama de Colcultura, para que no dependa de una jefatura de división sino directamente del director del instituto. Esto se logró en épocas de Carlos Valencia Goelkel y así se obtuvo que la Biblioteca recibiera un presupuesto siete veces superior al que le llegaba antes, que sólo era el sobrante de Colcultura.
Según las directivas de la Nacional, los 30 mil jovencitos que mensualmente acudían a la Biblioteca a hacer sus tareas, no se quedarán desamparados. Para ellos se acaba de abrir, con nuevas y espaciosas instalaciones, la Luis Angel Arango, del Banco de la República, que ya cuenta con un completo equipo de sistemas que facilita la búsqueda de cualquier dato. Pero además, es necesario que colegios y escuelas tomen conciencia de que en Bogotá existen 50 bibliotecas públicas de barrio, obviamente no tan ricas como la Nacional, pero perfectamente aptas para las exigencias escolares y totalmente subutilizadas en el momento. Ya la Nacional anunció tener la posibilidad de ayudar a dotar a esas bibliotecas con algunos textos que tiene repetidos y Colcultura, en asocio con el Distrito, estudia un convenio para surtirlas de libros y prestarles ayuda técnica.
Y esto no es todo. La actual dirección de la Biblioteca decidió revivir el archivo de voces que una vez existió y que estaba totalmente abandonado. Hoy ese material, recuperado y clasificado, ha sido puesto al servicio y se ha complementado con nuevos testimonios de escritores e intelectuales que en grabaciones han dejado un bosquejo de sus vidas y obras.
De esta forma, vientos nuevos soplan por el viejo edificio de la Nacional. Sin embargo, la meta todavía esta lejos y hace falta presupuesto para poner al día y sistematizar todo el material existente, así como para la microfilmación de documentos y la capacitación del personal. Por el momento ya se han dado los primeros pasos. El Archivo Nacional, que también funciona en el mismo edificio, en poco tiempo tendrá su propia sede, con lo que se abrirá otro espacio. Sólo resta esperar que aparezcan los investigadores, más bien escasos en este medio, pero que posiblemente se animen con el nuevo status de la Biblioteca Nacional.