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PARADEROS DE LECTURA

Con su programa de minibibliotecas públicas, Fundalectura se la juega por incrementar el placer de leer en los colombianos.

16 de febrero de 1998

A falta de plata para comprar libros buenas son bibliotecas. Este parece ser el lema central de la campaña que Fundalectura viene desarrollando desde hace unos dos años, sin distinción de estrato pero con énfasis en los barrios menos favorecidos de las principales ciudades del país, con el ánimo de incorporar a una buena fracción de colombianos al club de aficionados a la lectura. Allí donde sólo llegan, y en escasez, los textos escolares, la fundación dirigida por Silvia Castrillón ha empezado a reclutar lectores de todas las edades por medio de un sistema que no sólo ha dado resultados sorprendentes como programa piloto sino que apunta a ser copiado en países como Brasil y Chile. Se trata de los Paraderos para Libros para Parques _PPP_, especie de minibibliotecas públicas en las cuales la comunidad de un barrio puede beneficiarse del préstamo de libros a domicilio con el solo requisito de la presentación de un carné. Dotadas con alrededor de 300 libros de excelente calidad entre literatura infantil, juvenil y para adultos y otros géneros de actualidad, las bibliotecas son similares a paraderos de buses (un simpático diseño urbano) y están ubicadas principalmente en parques y otros sitios públicos al aire libre. El criterio de selección de títulos se basa en dos requerimientos fundamentales: la actualidad y el carácter lúdico, es decir, que los libros no sean de texto o de colegio sino exclusivamente de entretención. "Es la única manera de acercar a los niños y a los jóvenes a la literatura", dice Silvia Castrillón.Así, autores tan contemporáneos como José Saramago, Antonio Tabucchi, Paul Auster y Milan Kundera, hacen parte de estas bibliotecas que intentan sacar los libros de la rigidez de las aulas. El primer paradero comenzó a funcionar hace año y medio en el barrio San Cristóbal, al sur de Bogotá, y desde entonces han nacido ocho más en la capital, dos en Medellín, seis en Cali, dos en Puerto Tejada, dos en Yumbo y uno en Bucaramanga. Según las estadísticas de Fundalectura, recogidas tan sólo en 6 PPP bogotanos, el programa ha favorecido a más de 350 familias y han sido prestados más de 3.500 libros con un saldo negativo de apenas cuatro libros perdidos. "El hecho de que la comunidad sepa que la biblioteca es de ellos y para ellos ha despertado la conciencia ciudadana alrededor del buen trato al libro y la solidaridad con sus vecinos", comenta Silvia Castrillón. Y es que, precisamente, la idea de los paraderos para libros nació como una respuesta de Fundalectura al programa de Cultura Ciudadana iniciado por el ex alcalde Antanas Mockus. "Los resultados hasta la fecha han sido sorprendentes. La gente no sólo se está aficionando a la lectura sino que cuida los libros de tal manera que sólo salen de circulación aquellos ejemplares deteriorados por el uso. Esto es una señal de que los colombianos responden satisfactoriamente a los estímulos hacia la lectura". El programa piloto ha funcionado. Ahora la estrategia de Fundalectura es inundar las ciudades de Colombia de manera que haya por lo menos un paradero librográfico por barrio con ayuda de la empresa privada. "El programa es ambicioso pero factible en el largo plazo, asegura Silvia. Montar un PPP cuesta alrededor de ocho millones de pesos, una cifra nada descabellada para contar con el patrocinio empresarial. Este será nuestro próximo paso". Por el momento la idea de los paraderos de lectura ha sido recibida con mucho entusiasmo por las comunidades beneficiadas y, de paso, se ha constituido en una estrategia sólida de formación ciudadana, una inversión que, para la directora de Fundalectura, no tiene pierde.