Home

Cultura

Artículo

PASION RADICAL

"La guerra civil de 1885", una nueva visión de uno de los acontecimientos que cambió la historia de Colombia.

4 de noviembre de 1985

ESPAÑA, GONZALO. "La guerra civil de 1885 - Núñez y la derrota del radicalismo". Bogotá. El Ancora Editores.
1985. 199 págs.
La guerra civil de 1885 es, sin duda, un hecho crucial en la historia colombiana del Siglo XIX. Según políticos e historiadores fue tan decisiva esta guerra que sus efectos sobreviven aun en nuestros días; efectos como el de la promulgación de la Constitución de 1886, la que según Alfonso López Michelsen ("Lecturas Dominicales", El Tiempo, 29 de Sept. de 1985) ha "reducido al cuarto de San Alejo el viejo tronco liberal... como si un fallo definitivo e irrevocable se hubiera pronunciado para declarar intocable el ordenamiento territorial de 1886 que hoy nos tiene al borde de la catástrofe y demanda una ampliación del espacio político". Consecuencias inmediatas de la guerra civil de 1885, fueron, pues, la Carta del 86, el fin del federalismo y el alumbramiento del centralismo, la desmembración de Panamá y el predominio político de Rafael Núñez, el Regenerador, en la escena nacional durante un largo período de vida institucional del país. A su vez esta guerra civil, la más sangrienta del siglo pasado, fue el producto de una larga cadena de episodios políticos y sociales que sacudieron al país mientras se superaba una estructura colonial en una sociedad más avanzada.
Gonzalo España (Bucaramanga, 1945) en su libro "La guerra civil de 1885" toma estos acontecimientos como objeto de su investigación histórica y el resultado es, sin duda, el de una obra seria, ampliamente documentada y en donde el autor realiza un extenso análisis histórico para darnos una idea precisa de la configuración de las fuerzas sociales y políticas en conflicto, en el siglo XIX. Estamos en pleno terreno de la hipótesis historiográfica y como quien interpreta la historia no sólo ha de contar con los medios documentales, sino que también adopta un punto de vista político, es claro que el historiador hace hablar a esos medios documentales para demostrar la validez de los puntos de vista propuestos. En "La guerra civil de 1885" la pasión de su autor es la causa radical. El libro está tejido de sucesos y testimonios como un tapiz antológico en la historiografía del liberalismo radical. Por este camino Gonzalo España llega a asomarse al panorama del pasado. La forma como maneja la prosa, cierta erudición histórica, los testimonios a los que apela, su capacidad argumentativa, son herramientas que utiliza con destreza y vigor, y lo que discute es realmente nuevo a la luz de otra visión de la historia. La intención parece ser precisamente esa: "un enfoque polémico por lo diametralmente opuesto al que ha venido sosteniendo la historiografía tradicional". Y es cierto que sus juicios parecen llamar a la polémica. En la imagen que nos da de Rafael Núñez, por ejemplo, a través de sus actos públicos hay un rasgo diferencial, más allá de la anécdota: una política de autor que es hallazgo de simple disentimiento histórico. El radicalismo antinuñista de Gonzalo España, nos parece un exceso, razonado; pero jamás atenuado en una visión que no provenga de lo sectario. Puede ser justificada su adhesión a los radicales como hecho cumplido, pero en el exceso de benevolencia hacia ellos, España se muestra dispuesto a comprender su devoción suicida y sus errores y tiende a justificar los moviles de sus acciones, cualesquiera que fueran sus fines.
Y no es que se espere del historiador reservas en sus opiniones o en sus convicciones políticas; lo que se espera es que dé a sus juicios históricos determinaciones plurales.
Como quiera que sea, "La guerra civil de 1885" es un libro apasionante de principio a fin -estemos de acuerdo o no en los términos con que políticamente juzga a sus héroes, y a sus adversarios- porque por encima de su codigo ideológico, Gonzalo España ha sabido reencontrar los hechos históricos para relatarlos con vigoroso sentido realista, satisfaciendo así una curiosidad pública, mostrando la lógica de los acontecimientos materiales y de las actitudes morales -que condujeron al país a esa desastrosa guerra civil de 1885- dando, en fin, todo su valor práctico a la historia: o sea imprimiendo a la polémica histórica un fuerte sello realista.