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Michel Onfray ha construido su obra alrededor de los temas del hedonismo, el ateísmo y la construcción de uno mismo. | Foto: A.F.P.

LIBROS

Pensar el Islam, según Michel Omfray

El filósofo francés Michel Onfray se aproxima a esa religión desde el punto de vista de la Ilustración.

Luis Fernando Afanador
4 de marzo de 2017

Michel Onfray

Pensar el islam

Paidós, 2016

126 páginas

Para Michel Onfray, el islam no es solo un asunto político, sino también filosófico, que debemos comprender más allá de los sentimientos y de la manipulación mediática: “En ‘Pensar el islam’ me propongo reactivar el pensamiento ilustrado. No pensar el islam a favor o en contra, no es esa mi intención, sino pensarlo como filósofo”. Es lo que él hace en una larga entrevista con la periodista argelina Asma Kouar, que complementada con un prefacio constituyen este libro. Un libro polémico, por supuesto, y muy crítico de la política exterior francesa –desde Mitterrand– con los países islámicos.

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La doctrina del islam comprende el Corán –con un total de 114 capítulos llamados suras-; las palabras y los hechos de Mahoma, la Sunna, con dos textos, la Sira –su biografía- y el Hadith –sus tradiciones-. Tras su lectura de ese corpus –y de algunas biografías-, Onfray considera que allí hay lugar para lo peor y lo mejor. Hay muchas suras que legitiman las acciones violentas en nombre del islam: “Exterminad a los incrédulos hasta el último de ellos” (VIII, 7); “Todo judío que os caiga en las manos, matadlo” (II, 58-60); “Matad a los politeístas dondequiera que los encontréis” (XVII, 58). Otras suras, aunque en menor cantidad, propugnan el amor, la misericordia, y rechazan la coacción: “No está permitido forzar a nadie a creer” (II, 256); “El que salva a un solo hombre debe ser considerado como si hubiera salvado a todos los hombres” (V, 32). Dos maneras distintas, contradictorias, de ser musulmán. Que para Onfray no es muy distinto de lo que podemos encontrar en el cristianismo: está el Jesús que ofrece la otra mejilla, perdona los pecados, responde al odio con amor, promueve el amor al prójimo y el perdón de los pecados (el cristianismo pacífico y tolerante de Montaigne). Y está el Jesús que expulsa a los mercaderes del templo a latigazos –el pasaje favorito de Hitler-, el que dice: “No he venido a traer paz, sino espada” (Mateo X, 34-36) y permitió las Cruzadas, el Índice, la colonización y el genocidio de los pueblos de América.

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Es cierto, hay un islam belicoso y conquistador y hay tendencias terroristas e integristas. Pero no es menos cierto que Francia decidió atacar al régimen de los talibanes de Afganistán, al de Sadam Huseín en Irak, al de Gadafi en Libia, a los salafistas de Mali y al califato de Estado Islámico. ¿Ellos ponían en peligro a Francia o la hubieran atacado antes de que los franceses tomaran la iniciativa de bombardearlos? “El hecho de que ellos respondan entra dentro de la lógica de la guerra”. No se deben confundir la causa con la consecuencia: los regímenes islámicos del planeta solo amenazan a Occidente desde que Occidente los amenaza. A Onfray le parece inconsistente la postura de su país: si se trataba de defender los derechos humanos, ¿por qué no atacaron a la rica Arabia Saudí y a Pakistán, que tiene armas nucleares? “Nosotros solo los amenazamos desde que esos regímenes con subsuelos interesantes para el consumismo occidental o con territorios estratégicamente útiles para el control del planeta manifiestan su voluntad de ser soberanos en casa”.

El terrorismo no ataca Francia “por lo que es”, sino “por lo que hace”. Habría que cambiar la estrategia para combatirlos, de nada sirve ir a tirar bombas a un desierto con guerrilleros camuflados con población civil cada vez que se produce un atentado terrorista. Para empezar, debe reconocerse que el islam es una religión que ha crecido exponencialmente. Y a partir de ese reconocimiento, promover un “islam de Francia”, compatible con los valores democráticos de ese país. Y mejor aún si es financiado por el Estado: “La realidad es esta: el islam en Francia está financiado por países que no tienen ninguna razón para amar a Francia. Se trata entonces de dirigirse a la comunidad musulmana para que la república les parezca algo deseable y para que la república llegue a un acuerdo con el islam que también a ella le parezca deseable”. ¿Utopía? Sí, mientras François Hollande sea el presidente de Francia.