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PEQUEÑAS BATALLAS

Historias de "gentes como uno" que buscan sobrevivir en una gran ciudad en la última película de Woody Allen.

11 de marzo de 1985

Debería estar prohibido hablar de Broadway Danny Rose, la última película de Woody Allen. En primer lugar porque no es una obra temática, de las que exponen una tesis o intentan demostrar algo. Se limita a contar una historia. En segundo lugar, porque es una historia maravillosa y el cine es grande cuando cuenta historias así. Pero ante todo debería estar prohibido contar el final. Recordando los finales de "Manhattan" y "Annie Hall" se puede pensar que Broadway Danny Rose termine en el momento en que Tina se da media vuelta y se aleja del cuartucho donde Danny celebra el día de Acción de Gracias con los dos o tres artistas de tercera clase que todavía quedan bajo su conducción. Pero no. No termina ahí. Woody Allen hace esta vez lo que no había hecho en ninguna de sus películas anteriores. Eso es lo que si se cuenta, se daña la emoción.

UN DIA MUY LARGO
Si usted pregunta qué es lo que cuenta la película seguramente le responderán que la historia de Danny, un promotor de artistas al cual se le van sus pupilos cuando han alcanzado el éxito. Lou es el último de los fugitivos, el cantante que Danny sacó prácticamente de la nada y por el cual hizo hasta lo imposible: llevarle a Tina, la amante, la noche de su recital definitivo en el Waldorf. Pero si usted va y ve la película estará de acuerdo en que ésta es sólo una de las historias que nos cuenta. Está también la de Tina, la amante de Lou. Esa mujer de rostro oculto tras un par de oscuros anteojos y pelo revoltoso. Tan oculta que me atrevería a decir que sólo al final el espectador reconoce que la actriz que la representa es Mia Farrow. Parece inestable, la persona que no sabe lo que quiere.
Está también la historia de Lou, el cantante romántico que gracias a Danny recupera un viejo prestigio reviviendo la ola de la añoranza. Posee su vida propia, su familia, su relación con Tina, su conflicto como cantante y como hombre. Y falta todavía la historia del grupo de amigos que, reunidos en un bar, el Carnegie, recuerdan algunas anécdotas de la vida de Danny Rose. Uno de ellos es el que nos narra la película, lo ocurrido entre Lou, Tina y Danny. Esto me pareció lo más interesante de la obra porque lo que vemos -las aventuras de Danny para llevar a Tina donde Lou- no es la historia tal como sucedió sino como pudo haber sucedido según la imagina el amigo que la cuenta, segun el cree que actuo Danny para cumplir el encargo que le había hecho Lou. Así se justifica un día tan largo: solamente en un tiempo imaginario -o mezcla de imaginario y real- pueden suceder tantas cosas en un día.

EL ETERNO PERDEDOR
Woody Allen nos había contado muchas historias de perdedores: "Annie Hall", "Manhattan", "Sueños de un seductor", "Boris Grushenko". Es un tipo de hombre que está condenado por el ambiente a perder todas las batallas que emprende, batallas que casi siempre consisten en la conquista de una mujer, y que trata de aferrar la realidad con palabras, muchas palabras que le brotan a borbotones con una especie de angustia oculta. Pero siempre fracasa, nunca logra comprender lo que sucede a su alrededor ni en su interior. La ventaja es que su frustración es directamente proporcional a la cantidad de elementos de comprensión de lo que es la relación del hombre de hoy con la sociedad que le entrega al espectador.
Danny no se aparta en esto de los personajes que le precedieron en las películas de Woody Allen. Es otro perdedor. Se diferencia en que esta vez su objetivo es mucho más concreto y, si se quiere, más pequeño. Ni siquiera busca el amor de una mujer, se contenta con lograr que Lou, su apoderado, llegue a la fama como cantante y que continúe bajo su tutela. Nada más. Tampoco lo consigue, pero encuentra algo que puede ser más grande, o más pequeño: un consuelo, un apoyo. Todo depende de como se interprete el final. A mi modo de ver lo mejor es verlo como el remate de un melodrama trágico.

LA GRAN HISTORIA
Todavía queda un aspecto, y muy importante en esta película que parece inagotable. El de la historia de la sociedad. Nadie como Woody Allen ha descrito a la grande ciudad norteamericana y a los seres perdidos en ella luchando pequeñas batallas por sobrevivir y darle sentido a su existencia. También en Broadway Danny Rose está ese contexto urbano de cuartuchos, calles, bares, cabarets carros, tráfico, edificios, apartamentos. No es casual que el final coincida con la celebración de la fiesta nacional norteamericana.
La palabrería, las carreras, la angustia del tiempo parecen ahí condiciones de sobrevivencia, salvavidas que ayudan a llegar a cualquier orilla. No importa cuál ni dónde. Una cualquiera que sirva de apoyo y el hombre se sentirá feliz.