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Persecución turca

La acusación hecha por un tribunal de Turquía al escritor Orham Pamuk por hablar sobre temas que son tabú en el país pone en evidencia la persecución por razones políticas que sufren muchos escritores.

12 de febrero de 2006

No es novedad que a los escritores los persigan por razones políticas. En el mundo sobran los ejemplos. Salman Rushdie, por ejemplo, todavía está sentenciado a muerte por el clero iraní, después de que en 1989 el ayatolah Jomeini dictara una fatwa en su contra por satirizar las escrituras del Corán en la novela Los versos satánicos. Sin embargo, el juicio que se seguirá en Turquía el próximo 16 de diciembre contra Orhan Pamuk, uno de los escritores más importantes de la actualidad en el mundo, tiene el ambiente literario mundial en plena agitación. Esto se debe, en gran parte, a que la persecución sucede en Turquía, un país que pretende ingresar próximamente a la Unión Europea. A Pamuk lo acusan de "insultar deliberadamente" la identidad turca después de declarar públicamente que a comienzos del siglo XX en Turquía se mataron "30.000 kurdos y un millón de armenios". Este genocidio nunca ha sido reconocido por los turcos, que sólo admiten que murieron 1.000 personas en los conflictos que se dieron mientras colapsaba el imperio Otomano durante la Primera Guerra Mundial. Por tal motivo, sugerir que este genocidio existió es un insulto para el orgullo de la Nación y a quien lo haga se le considera un traidor. La polémica empezó con unas declaraciones de Pamuk al periódico suizo Tagesanzeige, a comienzos de este año, en las que también cuestionaba la libertad de prensa en su país. Al día siguiente de la publicación de la entrevista, los periódicos turcos estaban llenos de ataques contra Pamuk, que después de recibir varias amenazas de muerte tuvo que salir por unos días de su país. Pero este exilio no duró mucho y Pamuk regresó a Estambul, donde reside, pues pensaba que la situación se había normalizado. Pero no fue así. Las amenazas continuaron y en agosto un juez lo citó a juicio. Posiblemente recibirá una condena de tres años en prisión. "Tienen que escuchar lo que yo digo y no lo que dicen que digo. Es verdad que nunca he hablado de 'genocidio', ni de matanzas en masa y que ni siquiera he empleado otras palabras turcas de difícil traducción y que se refieren al mismo tipo de fenómeno, pero en Turquía se debe hablar de la muerte de los kurdos y de los armenios y tenemos que poder discutir libremente sobre nuestro pasado", dijo en una rueda de prensa la semana pasada. Pamuk, que se considera políticamente independiente y musulmán en lo que respecta a la cultura, mas no en su "conexión personal con Dios", ha sido uno de los escritores que más ha defendido a Salman Rushdie desde que se pronunció la fatwa en su contra. Pamuk, de 53 años, es considerado el escritor turco vivo más importante y uno de los autores más sobresalientes de la actualidad. No sólo era uno de los candidatos más fuertes para llevarse el premio Nobel de Literatura de este año, sino que ha sido galardonado con decenas de premios. El último lo recibió el pasado 23 de octubre en el marco de la Feria de Francfort, la feria literaria más importante del mundo. La asociación de libreros y editores alemanes le otorgó el Premio de la Paz, que conceden anualmente desde 1950. Como era de esperarse, el evento de entrega del premio se convirtió en un escenario para ventilar la persecución que vive Pamuk en su país. La situación por la que atraviesa el escritor, que acaba de publicar una novela de tintes políticos titulada Nieve, dejó dos discusiones abiertas: el estado de las libertades sociales en Turquía y la persecución política a escritores y periodistas en el mundo. Desde la perspectiva europea, el halo de censura que rodea el caso Pamuk es bastante preocupante. La posibilidad de que este país sea parte de la Unión Europea -se cree que podría ingresar dentro de 15 años- tiene grandes enemigos en Europa por lo que el hostigamiento al escritor se utiliza como un gran argumento para demostrar que Turquía no está preparada para acceder a la Unión Europea. Pamuk, por el contrario, es amigo de que su país se sume al club de los 25, pero advierte que muchas cosas tienen que cambiar antes de que esto suceda. "Cuando Turquía comenzó a acercarse a la Unión Europea yo no fui el único que se preocupó por el hecho de que los aspectos oscuros de la historia de Turquía -o de la historia del Imperio Otomano- se pudieran convertir en un problema algún día. En otras palabras, lo que pasó con los armenios en la Primera Guerra Mundial. Por eso no podía dejar ese tema abandonado", argumentó el escritor en una entrevista con la revista alemana Der Spiegel, en la que también dijo que aunque respetaba las leyes de su país, confiaba en que no tendría que ir a prisión. Durante la entrega del premio de la Paz en Fráncfort, la persecución que padece Pamuk también desencadenó una serie de discusiones acerca de la falta de libertad que afrontan muchos escritores y periodistas en el mundo. Esto hizo que se pusiera sobre la mesa una propuesta liderada por la seccional noruega del Pen Club -la asociación mundial de escritores- para volver a recuperar el programa de 'ciudades refugio' que lideró esta organización durante muchos años y que terminó hace un tiempo por falta de dinero. La idea es que los gobiernos de estas ciudades se comprometen a brindarle al escritor la vivienda y subsidio tanto para él como para su familia. En la actualidad, este programa se lleva a cabo especialmente en Noruega, Canadá y Alemania. "Podemos ofrecerles una seguridad física y financiera, pero no podemos devolverles la vida en su casa", dijo en una conferencia durante la feria de Francfort Kjell Olaf Jensen, presidente del Club Pen de Noruega. "En Hamburgo encontré un punto de tranquilidad que me ofrece la posibilidad de crear, por lo menos he vuelto a escribir", dijo en la misma conferencia la escritora tunecina Sihem Bensedrine, que tuvo que salir de su país después de que el gobierno emprendiera una gran campaña en su contra durante más de seis años. En 2004, según cifras del Pen Club Internacional, 34 periodistas y escritores fueron asesinados y 250 fueron encarcelados. Por el momento, Orham Pamuk ha sostenido que él continuará en Turquía y que no buscará refugio en ningún otro país. Sin embargo, toda esta historia por la que atraviesa el escritor turco deja en evidencia dos aspectos claros. Por un lado, Turquía tendrá que poner al día sus leyes de libertad de prensa y libertades sociales si quiere tener el camino despejado para entrar a la Unión Europea. Por el otro, este último evento de persecución política a escritores deja en evidencia que este mal sigue tan actual como lo estuvo hace unas décadas, cuando las dictaduras abundaban y la Unión Soviética estaba en todo su esplendor.