Home

Cultura

Artículo

PINCELADAS DE MAS

Los cambios que sufrió 'La última cena' de Leonardo tras su reaparición al público después de <BR>21 años ponen en tela de juicio las restauraciones que han padecido las grandes obras del arte.

5 de julio de 1999

La exhibición al público de la famosa pintura de Leonardo Da Vinci, La última cena, desde el
pasado 27 de mayo y después de sufrir 21 años de restauración, no ha traído sólo comentarios favorables. La
emoción de italianos y turistasque por estos días han colmado el monasterio de Santa María de la Gracia
en Milán, Italia, donde ha permanecido el imponente mural por más de 500 años, se ha visto un tanto opacada
por quienes consideran que la obra perdió su originalidad y el estilo renacentista que siempre la caracterizó.
El trabajo que se llevó a cabo con La última cena ha sido acusado de cambiar las tonalidades del pelo de
algunos apóstoles, de alterar los gestos de sus protagonistas, al igual que de ampliar puertas, ventanas y
de suprimir algunas áreas completamente. Como caso particular, el mural de 8,80 metros de largo por 4,40
metros de ancho, ha sufrido permanentes intervenciones casi que desde su propio origen. Medio siglo
después de su primera exhibición la pintura ya parecía destinada a desaparecer. Aparentemente la técnica que
empleó Leonardo, basada en una extraña mezcla con claras de huevo sobre una pared seca, no permitía la
suficiente resistencia para perdurar a través del tiempo.En 1947 el restaurador Mauro Pelliccioli logró
recuperar en buena parte los daños atribuidos a trabajos anteriores ejecutados desde 1726, que ocasionaron
aún más el resquebrajamiento de la pintura debido a pinceladas superpuestas. Sin embargo dicha labor no
fue suficiente y cada vez se hizo más urgente una intervención radical, la cual necesitó de dos décadas de
trabajo conjunto entre historiadores, químicos y restauradores y que finalmente ofrece hoy sus
resultados.Crimenes artisticosSin embargo la intervención que realizaron Pinin Brambilla y su equipo,
conformado por 18 personas, al mural de Leonardo no es el único caso que está siendo fuertemente
cuestionado por los especialistas del mundo entero. El Congreso de los Diputados en España ha exigido
al director del Museo del Prado en Madrid, Fernando Checa, que rinda cuentas sobre los cambios que, a
manos del restaurador Rafael Alonso, han sufrido importantes pinturas de artistas como Goya, Rubens y
El Greco.La revista Tiempo ha acusado de "asesino" a Rafael Alonso, por haber suprimido hace tres años la
firma de El Greco, Doménikos Thetokópulos Epoíei, al famoso cuadro El caballero con la mano en el pecho,
del pintor cretense. A ello se suma la alteración del fondo oscuro que siempre caracterizó la pintura por uno
gris, los cambios en la forma del hombro izquierdo, en el color de la espada y en la contextura del
caballero.Algo similar ha ocurrido recientemente con otras pinturas de El Greco como Fábula, La Trinidad,
San Sebastián, y también con Un músico de Van Dyck, Retrato de Juan Bautista de Muguiro de Goya y San
Pedro apóstol de José de Ribera. Las denuncias de la revista Tiempo van dirigidas contra la osadía del
restaurador del Prado por tomarse el atrevimiento de cambiar notoriamente las obras tanto en sus trazos
como en sus colores. Labor polemicaAcostumbrados a este tipo de reacciones, los restauradores insisten en
que su labor está plenamente justificada y no se hace a la ligera como muchos afirman. El propio Rafael
Alonso, quien ha intervenido 58 obras de El Greco, explicó a SEMANA que antes de llevar a cabo cualquier
retoque a una pintura hay todo un proceso de investigaciones y consultas que soportan la restauración, "La
gente piensa que es sólo decisión mía y por ello los juicios tan apresurados y amarillistas", dice
Alonso.En el caso del Prado, hay un grupo de historiadores especializados en cada momento del arte.
Ellos hacen permanentes evaluaciones sobre el estado de conservación de las pinturas y los cambios
respecto a su versión original. El siguiente paso son los estudios en el laboratorio químico para determinar
los materiales en que está hecha cada obra y su verdadero estado. Finalmente se llega a un consenso para
determinar la intervención por seguir, la cual debe contar con la aprobación del propio director del museo. En
muchas oportunidades el trabajo de restauración se limita a la limpieza de las pinturas pues es inevitable
la acumulación de polvo tras siglos de exhibición. "Es obvio que si limpio una obra, en adelante
presentará una nueva apariencia", asegura Alonso al referirse, de paso, al cambio en el fondo del
autorretrato de El Greco. Algo parecido dijo a la prensa italiana el historiador Giusseppe Basile, quien participó
en el trabajo hecho con La última cena: "La obra era como una mujer con mucho maquillaje que no le
pertenecía, y por eso parecía otra mujer". Al respecto también opina Jorge Caballero, director del centro de
formación en restauración en Colombia: "El público se acostumbra a ver las obras como siempre se las han
mostrado, y eso es normal, pero las intervenciones son necesarias para restablecer los colores
originales". Cada quien defiende su postura, sin embargo casos como el de El caballero con la mano en el
pecho han trascendido y se ha llegado a debatir sobre una indispensable consulta a nivel internacional
antes de tomar una decisión de tal magnitud como la de suprimir una firma. Ante esto Rafael Alonso aclaró a
SEMANA que en ningún momento borró las letras y que solamente las cubrió con una capa de barniz tras
considerar, con su equipo de trabajo que la caligrafía no era original pues los estudios de laboratorio
habían revelado su aparición muchos años después de la muerte del autor.Los criterios que se toman para
alterar las grandes obras maestras del arte universal nunca van a dejar contentos a quienes, de una u otra
forma, tienen que ver con el asunto. Al fin y al cabo pinturas como las mencionadas son para muchos un
patrimonio mundial que sobrepasa su estancia en un museo o una iglesia, y por ello los ataques contra
quienes se toman la facultad de modificarlas. Y si bien los restauradores justifican sus acciones, jamás dejará
de ser polémico que una pincelada de Leonardo, El Greco o de Goya sean alteradas por otra persona. nLa
obra de Da Vinci ya no parece una pintura renacentistaEl restaurador de El Prado es tildado de "asesino"por
lo que ha hecho