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El poeta filólogo español Juan Vicente Piqueras | Foto: Cortesía Cristian Camilo Lozano

FESTIVAL DE POESÍA

Piqueras: la literatura como un cóctel

Llega a su fin la octava versión del Festival Internacional de Poesía en Pereira.

Elbert Coes
30 de agosto de 2014

La tarde comienza con un leve serenar que le sienta muy bien al calor que está abrasando por estos días a la querendona Pereira. Claro, aunque la lluvia refresque un poco, el calor se mantiene, máxime si de calor humano se trata. En este sentido, no hay nada más cálido, o caliente, si se prefiere, que el clima que ofrece la poesía. La poesía y sus fabricantes —perdón por la comparación; el poeta sabe que es la única forma de manufacturar tan preciado bien—. Por fortuna la poesía no puede ser fabricada por un robot. Así que, cualquier labor puede ser reemplazada por una máquina, excepto la del poeta. Esta es una de las pequeñas cosas que preocupan al poeta filólogo español Juan Vicente Piqueras: que llegue el día en que la tecnología elimine todo vestigio de que alguna vez el mundo estuvo habitado por seres humanos. 


El poeta se define a sí mismo como una multiplicidad de “yoes”, cualquier persona puede hacer varias cosas, que tiene mil caras, pues el mismo carácter es poliédrico. En su caso lo define la pasión por la poesía, por el idioma, por la lengua; a lo cual añade que su pasión por la lengua ha tenido dos vertientes: la escritura y la enseñanza. Se dedica a la divulgación del castellano en países como Francia, Italia, Grecia, actualmente en Argelia, y además trabaja en el Instituto Cervantes, que por supuesto se dedica a la difusión de las lenguas hispanoamericanas. “Este es mi trabajo remunerado”, dijo, aclarando que no se vive económicamente de la poesía; y agregó que ésta es motivos de placer, de asombro y de conexión con la gente, “por ejemplo, como ahora en Pereira”, entre otras cosas, pero en tanto se le den lazos monetarios, pierde su esencia. El poeta expresó que aunque el hecho de que la poesía no sea fuente de beneficios monetarios pueda parecer un problema, lo ideal es que ésta se haga siempre de manera gratuita, espontanea. Así pues, la poesía, dijo el poeta, “no está sujeta a leyes del mercado, ni de intercambio comercial”.

Manifestó que la naturaleza es su principal influencia, debido a que nació en una aldea pequeña y sus primeros dieciséis años de edad vivió en una sociedad sin libros, salvo los de la escuela, pero con la libertad del río que por allí pasaba, los árboles, los animales, la vida campesina; considera que esto, junto con la narrativa oral que contaban los tíos y los abuelos, se confabulan para la creación de canciones. Plantea además que estas tradiciones se han ido perdiendo en su país con el paso del tiempo. “A mí no me hacen los libros” dijo el autor, “yo llego a la literatura por otro camino. Luego llegan los libros. Los libros me fascinan, y en adelante las influencias son infinitas”. Menciona a Fernando Pessoa, a Shakespeare, a Quevedo, a García Márquez, pero no reconoce ninguno que lo haya marcado, pues deja abierta la posibilidad de que un autor menor haya llegado a él en un momento adecuado para darle algo que bien fuera necesario, más que Homero o incluso que el mismo Cervantes. Para Vicente Piqueras lo importante está en el cóctel que se pueda hacer de toda la literatura, pues ello conlleva a que una obra sea auténtica y original. Influyen también frases que se escuchan en el mundo cotidiano o fragmentos de canciones.

Considera que no ha construido su obra maestra, no sabe si la tendrá. La obra maestra está en manos de los lectores y del tiempo. Como ejemplo mencionó El principito de Saint-Exupéry, Hamlet de Shakespeare, El Quijote, obras de las que nadie esperaba tanta repercusión. “La fortuna queda en manos de la posteridad y de los demás, que son los que le dan vida a lo que uno escribe”.

Explicó que será una voz más en el Festival Internacional de Poesía de Pereira Luna de Locos, en el entendido que el ser humano es uno sólo. “Creo mucho en la universalidad del ser humano, por eso puedo leer a alguien que ha descrito a un esquimal o a un beduino en el desierto, a alguien que ha escrito en Camerún o en Canadá”. Para Piqueras todos los seres humanos sentimos lo mismo; crecemos, nos enamoramos, sufrimos, hacemos sufrir, con suerte envejecemos y morimos… ese es el argumento; y todos los misterios que hay en medio de la obra son la poesía: la soledad, el paso del tiempo, el amor, el desamor. “Todos escribimos de lo mismo”. Pero que aunque todos hablemos de lo mismo, lo hacemos con una voz distinta. Cada uno de nosotros tiene un tono o un ritmo diferente. Por eso cree que lo primero que tiene que hacer el poeta es encontrar su propia voz y ser fiel a ella, o a sus voces en el caso que se tenga dicha virtud. “Yo espero aportar a Luna de Locos mi verdad, mi voz”

De La palabra cuando, con la que ganó el Premio José Hierro de Poesía en 1991, admite que le abrió puertas como conocer a al hombre que lleva el nombre del premio, y que además le permitió publi-car. La palabra cuando apunta a una reflexión acerca de la gramática y del lenguaje que subyace en su obra personal. “Como filólogo que soy, me interesa la vida que hay en cada palabra, porque cada palabra es un poema”... En este momento en la sala, la voz de un hombre que contestaba su teléfono se alzódiciendo “señor embajador” con tanta fuerza que por supuesto llegamos a creer que le hablaba al poeta internacional. Se trataba de un sujeto escandaloso intentando llamar la atención. 

Reímos un poco por la distracción y continuamos. En fin, La palabra cuando invita a una reflexión sobre aquella palabra; el cuándo del pasado, del futuro, del ahora. También con título propio de filólogo escribió el libro Adverbios de lugarademás de Yo que tú, manual de gramática y poesía.

Para continuar tocando aspectos de su obra poética, Vicente Piqueras relaciona el poema Palmeras con su infancia, que es “la patria del poeta”, tiempo en que somos más frágiles, tiempo que forma nuestra manera de ser, que crea las heridas; la infancia que durante toda la vida y eternamente el ser humano está condenado a buscar; la infancia que se tuvo y la que no. Como ejemplo expone la gente que se la pasa recordando la manera en que la abuela cocinaba el pescado u otra comida cualquiera; así, agrega, todos estamos pendientes de ese paraíso perdido. “Es como un mito de regreso. Es como Ulises: estamos siempre intentando volver a Ítaca. Pero no se puede volver en el tiempo, pues aquello forma parte de la infancia. Tú quisieras ir hacia atrás, volver al útero materno. 

Pero no se puede, afortunadamente; porque además la vida es muy sabia; está bien construida. ¡Es increíble cómo está de bien construida la vida!”. Para el poeta la vida sería aburrida si tuviéramos la opción de repetir cada instante vencido del pasado. “La gente celebra la muerte, pero la muerte es la que la de sentido a la vida. Aquí nada es aburrido, todo ocurre una sola vez, cada vez es única, y el encuentro que se tiene no se va a volver a repetir… Y esas fotos que está haciendo el compañero, detienen un instante que ya no va a ocurrir…”. Aquí me recordó que antes de empezar nuestra conversación le dije que en la fotografía del sitio web lo había visto mucho más joven. “Y… tiene algo de celebración del instante, y también de epitafio, es decir, esto se acabó, ya no más”.

Su primer libro Tentativas de un héroe derrotado lleva su nombre dada la sensación de impotencia que tiene el ser soñador al que la vida va a desilusionar, de quien la vida va a ser una sucesión de tentativas heroicas condenadas a la derrota. El poeta admite que esto nos pasa a todos, que esto también es una definición de la vida. “Todo mundo cree que hubiera sido digno de un destino mejor, de llevar un trabajo mejor, una vida mejor. Y aveces olvidamos que en realidad la que tenemos es muy valiosa; y vista por otros que están peor, puede ser envidiada”.Contó que cierto día paseaba con su esposa por Cartagena de Indias y entre los dos optaron por tomar una calesa con la idea de permitirse ese instante romántico y “decadente”. Luego de salir de la muralla vio de pronto a una chica mendiga, harapienta, que los miraba como: ahí vauna pareja feliz en coche de caballo. El poeta se preguntó que estaría pensando aquella mujer. (En realidad la pareja estaba recién discutida). Pero esta mujer mendiga seguramente soñó con tener el destino de ellos. Nos pasa a todos el creer que allí, allá, seríamos más felices que acá, cuando al final lo único que hay es el aquí, y ya está. “El allí no existe, porque en el momento en que te vas al allí, el allí se convierte en el aquí”. 

Para él, el libro impreso es un producto final, y el libro virtual como la librería virtual, jamás lo reemplazaría. Es un objeto religioso perfecto, al igual que las tijeras y los pantalones. Sin embargo, en favor de los libros virtuales dijo que a diferencia de algunos impresos, estos le permitían ampliar el tamaño de las letras para leer mejor.

Aunque con regularidad va a su pueblo, hace ya muchos años que no vive en España. Considera que no pertenece ni se mueve en el mundo literario de su país natal, sin embargo, es uno de los lugares a los que suele enviar sus libros a concursar. “Yo tengo premios porque mi manera de publicar es enviar el material a concurso; al no conocer a los editores, debo hacer uso de este método”. Reconoce incluso que hay mucho de suerte en ganarse un premio, pero que detrás de cada premio tiene un currículum extenso de participación. Soy partidario de que sin duda los concursos contribuyen al crecimiento del escritor. Es así que aunque el currículum negativo pueda ser exagerado, el escritor puede lograr perfeccionar una obra que finalmente se haga merecedora de determinado galardón. Estoacabasiendo un reconocimiento a la constancia.

El poeta se considera una persona laica, y aunque considera que Dios es una invención del hombre, admite que el “mito” es fundamental y que el término que alude a un ser superior está en la voz de todos nosotros, en el lenguaje: ¡gracias a Dios!, ¡Dios mío!, ¡oh por Dios!, y ello ya lo hace sumamente necesario en la vida misma. “No se puede concebir la vida sin esa gran invención, sin ese personaje que el hombre creó. Yo no creo que los gatos tengan dios, o que las lagartijas tengan dios, porque es algo propio de los humanos; Dios está en el cerebro y el corazón del hombre, y eso ya es mucho”.