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Piratas del Caribe 3: en el fin del mundo

Visita final a esa divertida tierra plagada de bárbaros, monstruos marinos y fantasmas que vienen a reclamar lo suyo.

Ricardo Silva Romero
2 de junio de 2007

Título original: Pirates of the Caribbean: At World's End.
Año de estreno: 2007.
Dirección: Gore Verbinski.
Actores: Johnny Depp, Orlando Bloom, Kiera Knightley, Geoffrey Rush, Chow Yun-Fat, Jack Davenport, Bill Nighy, Jonathan Pryce, Kevin R. McNally, Tom Hollander, Naomie Harris, Stellan Skarsgård.

Ha terminado la trilogía del pirata Jack Sparrow. Y la primera conclusión a la que se puede llegar, después de sonreír ante esa imagen final en el mar abierto, es que una película era más que suficiente. Las dos últimas entregas no han estado mal, no, sus efectos especiales, sus chistes a tiempo y sus personajes entrañables han conseguido hacernos creer que nos estamos divirtiendo, pero la verdad es que se han enredado más de la cuenta en una trama sin pies ni cabeza que sólo se entiende cuando hay algún duelo de espadas o alguna batalla entre barcos.

Va a sonar obvio. Tengan paciencia. Pero resulta inevitable recordar que en el cine son las imágenes las que cuentan la historia, que los diálogos no deben pasar de ser un ruido de fondo. Porque lo que más sorprende de Piratas del Caribe 3: en el fin del mundo, lo que más sorprende, también, de la entrega anterior, es que, aun cuando su puesta en escena sea extraordinaria, todo lo que sucede sea revelado en largas parrafadas durante las cuales uno tiene la tentación de hablar con la persona que se le ha sentado al lado en el teatro. Para entender algo, para estar al día en lo que está pasando detrás de tantas secuencias abrumadoras, tocaría tomar nota cada vez que comienza uno de esos diálogos interminables que le explican a uno la película. Y no, no vale la pena.

No es una mala película. Sólo por sus efectos especiales, que crean monstruos marinos, alucinaciones divertidas y fantasmas que vienen a reclamar lo suyo, podría uno recomendarla. Nada más que por sus chistes, que alivian la gravedad del enredo que se está contando, valdría la pena pasar esas tres horas frente a la pantalla. Lo mismo se podría decir de sus protagonistas: todos están tan bien caracterizados, tan bien interpretados (no sólo el absurdo capitán Sparrow, sino los enfáticos Will Turner, Elizabeth Swan, Barbosa, Davy Jones y Calipso), que seguirlos nunca deja de ser un placer: se agradece, en tiempos realistas, que semejante grupo de actores tenga la oportunidad de inventarse ese ejército de héroes fantásticos.

Y sin embargo, si damos el paso atrás que dan los críticos, tendremos que reconocer que con la primera parte era más que suficiente. Y que eso se siente (lo mismo sucede con la serie de Shrek, lo mismo sucede con la trilogía de Volver al futuro) en los dos capítulos finales. Se siente que la historia había quedado cerrada desde el principio. Que si la idea era atragantarse de dinero (y ¿quién, que no sea un hipócrita, podría criticarlos por recaudar 2.000 millones de dólares en el mundo), si la idea era aumentar cuentas bancarias, al menos habrían podido hacer el esfuerzo de contar historias tan redondas como la historia original.

Quizá trataron. Tal vez hicieron lo mejor que pudieron. Pero solamente lograron volver dos veces a ese entretenido mundo de piratas.