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POETICA RUPESTRE

El artista venezolano Félix Perdomo redescubre la pintura de las cavernas en la exposición que se presenta por estos días en la galería Garcés Velásquez, de Bogotá.

18 de julio de 1994

DESPUES DE VArias décadas de atomización artística, de intensa búsqueda expresiva y lenguajes atrevidos ajenos a la tela y a la bidimensionalidad, un nutrido grupo de pintores y críticos proclama el retorno al lienzo y los materiales elementales. Para muchos, el amanecer del siglo XXI se caracterizará por un nuevo renacimiento, en el que el arte figurativo será otra vez protagonista.

Sospechas premonitorias ya las hay. Mientras los artistas considerados de vanguardia continúan ensayando materiales y formas de comunicación, hay otros que, por el contrario, siguen encontrando en el lienzo las mayores posibilidades de expresión. El trabajo del artista venezolano Félix Perdomo, que por estos días exhibe su obra reciente en la galería Garcés Velásquez de Bogotá, es un buen ejemplo de ello. La muestra, titulada Nuevo Circo, reune una serie de cuadros en los que Perdomo da rienda suelta a sus obsesiones oníricas y pictóricas. Influido por artistas como Paul Klee y Dubuffet, este venezolano de 38 años se expresa casi siempre con colores ocres, suspendiendo en el espacio figuras sugestivas que invitan a liberar la imaginación.

Sus escenarios, borrosos, casi perdidos en el fondo, evocan simultáneamente carpas de circo o plazas de toros. En ellos Perdomo mezcla por igual trapecistas y espectadores; peatones y vehículos; banderilleros y toros de lidia. Al mismo tiempo, la Fiesta Brava, sugerente y dinámica, recorre sus lienzos a manera de símbolos; símbolos que no son otra cosa que una interpretación poética de la pintura rupestre, aquella que legaron en las rocas los primeros habitantes en las cuevas de Altamira. En los cuadros de Perdomo parece no existir un norte, una dirección, un arriba o un abajo. Las figuras rotan en un espacio que busca distribuirlas en torno a su centro, al igual que el ruedo con el toro y su lidiador.

En mitad de la pluralidad caótica del arte vanguardista la pintura de Félix Perdomo resulta refrescante no sólo a la vista sino al espíritu.-