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¡POR CHRISTO!

Luego de más de 20 años de trámites, el artista búlgaro Christo hizo realidad su sueño: empaquetar el Reichstag.

31 de julio de 1995

SE TRASA DE LLAmar la atención de un objeto, tapándolo. En primera instancia parece la más fría de las exposiciones. Sin embargo, lo que sucede alrededor de su propuesta hace de la obra de Christo una de las más dinámicas del planeta. Nacido en Bulgaria en 1935, este artista ha llamado la atención mundial por medio de una genuina expresión del arte: cubrir objetos monumentales. En 1985 había cubierto el Pont-Neuf, de París, y en 1991 instaló 3.100 parasoles que relacionaban simbólicamente al Japón con Estados Unidos.
Ahora Christo tiene prácticamente paralizada a Berlín con su último proyecto: la empaquetada del Reichstag, el símbolo de Alemania desde hace un siglo. Más de 20 años de trámites tuvo que superar Christo para obtener el permiso de cubrir el Reichstag con 100.000 metros de tela metálica plateada. El evento, que por estos días ha aglomerado a miles y miles de turistas del mundo, desató una polémica que habla por sí sola de la fuerza aglutinadora de su obra. Los especialistas en toda suerte de disciplinas, encabezados por el canciller Helmut Kohl -quien se opuso al proyecto- han argumentado razones políticas, históricas, estéticas, financieras y hasta ecológicas que alaban o condenan la obra.
De todas ellas, la más inquietante es la financiera. Para guardar su independencia, Christo paga de su bolsillo su trabajo. El Pont-Neuf le costó 4,5 millones de dólares y los parasoles, 23. La inversión era recuperada, según él, con la venta de láminas de los bocetos preliminares y fotos firmadas a museos, galerías y coleccionistas. Pero si a esto se le suma el caso del Reichstag, cuyo valor asciende a 10,8 millones de dólares, muchos dudan que su obra sea rentable.
Aún así, el hecho es que las empaquetadas de Christo han demostrado que poseen mayor poder de convocatoria y de polémica alrededor de ellas que muchos museos juntos.