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¿POR QUE TAN CAROS?

El costo de los libros en Colombia desconcierta

23 de junio de 1986

Aunque parezca mentira, Colombia es el primer país exportador de libros en América Latina. "Solamente en 1985 sacó al mercado internacional 42 millones y medio de dólares en libros. Tres veces más que la Argentina y casi dos veces más que México", sostiene Hipólito Hincapié, director ejecutivo de la Cámara Colombiana de Industria Editorial. Sin embargo, esta verdad no es tan fácil de digerir para los que visitan constantemente las librerías. Comprar en Colombia un libro es adquirir prácticamente un artículo de lujo. ¿Por qué son tan caros los libros en Colombia?
El problema tiene muchas facetas. El primer factor que incide en el precio de los libros es que las ediciones en Colombia no son muy numerosas (lo cual abarataría los costos). Mientras que en el país los tirajes oscilan entre 2 mil y 5 mil ejemplares, para el exterior la producción sobrepasa los 50 mil ejemplares. Como lo explica Bernardo Jaramillo, el director de investigaciones de Andigraf, para exportar solamente se imprimen textos de autores conocidos en el exterior. De esta manera, los escritores jóvenes, al no estar incluidos allí, se lanzan al mercado con ediciones más pequeñas que resultan, por tanto, más costosas.
De otra parte, en el mercado de los libros se dan dos situaciones: la del libro colombiano y la del importado. Por un lado, el precio del libro colombiano es más favorable que el del extranjero, aunque el costo del papel representa el 40 ciento de los costos. Y el resto se va en tintas, cartones, derechos de autor, costos administrativos del editor y costos financieros. En cuanto a los impuestos, aunque la empresa editorial en Colombia está exenta en un cien por ciento de impuestos sobre la renta, los socios de dicha empresa tienen una exención sobre los primeros cuatrocientos ochenta mil pesos que reciban a título de utilidades, dividendos y participaciones en su compañía siempre y cuando lo reinviertan allí. Sin embargo, el editor paga los impuestos estatales como el predial y los de industria y comercio que equivalen al dos por mil de las ventas anuales. Por su parte, el distribuidor y el librero pagan ambos sus impuestos sobre la renta y los demás, como cualquier persona. Del impuesto que grava todos los bienes del país, IVA (Impuesto de Valor Agregado), están exentas todas las publicaciones de carácter cultural y científico mientras que los libros y revistas sobre moda, juegos de azar y horóscopos son gravables.
Por su parte, el libro importado debe pagar el valor SIF (costo en el país de origen, fletes y seguro) más el 10.5% que el gobierno colombiano cobra como impuesto. Aquí se añade una norma, que solamente fue modificada a partir de enero de este año, por medio de la cual, el gobierno no les permitía a los importadores cancelar el valor de los libros traídos antes de los seis meses. Como el pago siempre se hace en dólares, debían asumir la devaluación en ese lapso de tiempo, y se inflaban mucho las cifras. Actualmente, las reglas del juego cambiaron y el poder pagar inmediatamente la importación, ayuda mucho a los editores.
Sobre el momento actual del libro en Colombia, las opiniones de los libreros son muy diversas. En la librería Buchholz, de Bogotá, por ejemplo, el gerente afirma que muchas veces pierden dinero porque les toca vender los libros a los precios antiguos y que su principal problema es la devaluación que les obliga constantemente a subir los precios, lo que, muchas veces, no alcanzan a hacer. Hans Ungar, el dueño y gerente de la Librería Central, de Bogotá, tiene una visión mucho más optimista de la situación. Si bien reconoce que, en este momento, la venta de libros atraviesa un momento difícil, reconoce igualmente que la situación actual es satisfactoria en el sentido de que la producción de libros colombianos es buena. Ungar considera que el problema esencial del libro en Colombia es que los precios básicos son excesivamente altos, especialmente el de los importados que adquieren niveles de precios "aberrantes". De otra parte, también critica la tramitación de las revistas importadas que se vuelve intolerable por la cantidad de vueltas que se ve obligado a hacer el librero y por las pérdidas que muchas veces sufre la importación al llegar a Bogotá.
SEMANA también habló con la Unión Nacional de Escritores. Arturo Alape, el secretario de dicha entidad, dice que ellos por lo general están conformes con el 10 por ciento sobre el precio del libro al público que les corresponde como regla, casi universal. Sin embargo, denunció que muchas editoriales se aprovechan de la situación del escritor cuando es joven y poco conocido, para negociar con él y darle menos del diez por ciento acordado internacionalmente. En cuanto a la situación del libro en Colombia, Alape está de acuerdo con Hipólito Hincapié cuando afirma que el alto costo en la elaboración de los libros se debe principalmente al alto precio del papel en su proceso, por ser esta una industria monopólica en el país.
Los costos en el proceso de elaboración de un libro se dividen así: cuando el editor tiene el libro terminado, multiplica su costo por cuatro y se queda con el cincuenta por ciento. El otro cincuenta por ciento le es dado al distribuidor quien a su vez coge de allí una ganancia correspondiente al diez por ciento y el resto, es decir el cuarenta por ciento, se lo da a los libreros como descuento.
Aunque el costo de un libro producido en Colombia es menor al importado, éste sigue siendo un poco alto para el consumidor, aunque ya se han comenzado a producir en el país colecciones de bolsillo a precios muy económicos. Una de las razones que alude Jaramillo es que hace falta incentivar al lector por medio de una campaña masiva. Lo otro es el costo tan alto del papel, lo cual se debe, como afirmaron varios de los entrevistados, al carácter monopólico de la industria en el país.
Pese a que en Colombia 17 casas editoriales exportan actualmente a más de treinta países, la situación interna del libro sigue siendo un problema latente.