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Donald Trump. presidente de Estados Unidos | Foto: AFP

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Las pullas a Donald Trump en la gala de los Óscar

Lluvia de críticas al presidente de Estados Unidos dedicaron los ganadores de la versión número 89 de los premios Óscar

26 de febrero de 2017

Nunca antes, como la 89 gala de los premios Óscar, era tan previsible que el nombre del presidente de los Estados Unidos saltara al escenario. Se daba por hecho que las apuestas no se concentraban en si habría alusión a Donald Trump, sino quién sería el primero en hacerla.

Los pronósticos se cumplieron y durante las casi cuatro horas que duró la gala se escucharon los dardos a Trump de un acertado e inspirado Jimmy Kimmel como maestro de ceremonias, y de artistas como Barry Jenkins o el mexicano Gael García Bernal.

Hasta el instante del error en la lectura del premio a mejor película, por el que de verad pasará a la historia la gala 89 de los premios de la academia, Trump fue el protagonista omnipresente de unos Óscar con mucho sabor político, que, no obstante, comenzaron de manera muy festiva con Justin Timberlake cantando "Can‘t Stop the Feeling!" entre el público para dar la bienvenida a Kimmel.

"Esta retransmisión la están viendo en directo millones de estadounidenses, y en todo el mundo en más de 225 países que ahora nos odian", atacó Kimmel desde el comienzo.

"Y quiero decir gracias al presidente Trump. ¿Os acordáis cuando el año pasado parecía que los Óscar eran racistas? Eso se acabó, gracias a él", afirmó con ironía.

El humorista, con un estupendo ritmo y afilada gracia, también se hizo eco de la polémica entre Meryl Streep y Trump, después de que la intérprete le criticara en un durísimo discurso en los Globos de Oro y que el presidente estadounidense le respondiera menospreciando su talento.

"Todos, uníos conmigo para darle a Meryl Streep una ovación totalmente inmerecida", señaló con sarcasmo Kimmel después de hablar del "sobrevalorado" trabajo de la legendaria actriz.

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Otro de los instantes destacados fue cuando Kimmel, preocupado porque Trump no hubiera tuiteado nada durante la ceremonia teniendo en cuenta su gusto por las redes sociales, escribió en directo un mensaje en Twitter, rebotado por más de 200.000 personas, preguntándole si estaba "por ahí".

En tono mucho más serio, el director de "Moonlight" Barry Jenkins dedicó el Óscar al mejor guion adaptado a todos los que no creen que "no haya un espejo para ellos".

"Y en los próximos cuatro años (la legislatura en EE.UU.), no os dejaremos solos y ni os olvidaremos", afirmó.

Por su parte, el director iraní Asghar Farhadi, ausente en la gala para protestar contra Trump, indicó en un comunicado leído tras su victoria al Óscar a filme extranjero por "The Salesman" que lamentaba no estar en Los Ángeles, pero señaló que lo hizo "por respeto" a los siete países "ofendidos por la ley inhumana que prohíbe la entrada de inmigrantes a Estados Unidos".

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En unos premios con escasa presencia latina, fue el mexicano Gael García Bernal, presentador de uno de los galardones, quien alzó la voz: "Como mexicano, como latinoamericano, como trabajador migrante, como ser humano, estoy en contra de cualquier tipo de muro que nos quiera separar".

Tarell Alvin McCraney ("Moonlight") reivindicó la diversidad sexual, mientras que el equipo del documental "O.J.: Made in America" recordó a las víctimas de la brutalidad policial.

Respecto a la cara más cómica de la gala, los asistentes disfrutaron de comida caída del cielo en pequeños paracaídas mientras que Kimmel ofreció una edición especial de su sección televisiva en la que famosos leen mensajes en Twitter en su contra.

Por otro lado, el comediante instó a que la gente se una pese las diferencias, y predicó con el ejemplo tratando de solucionar sus problemas con Matt Damon, su particular ‘enemigo‘ y con quien ha protagonizado durante años un hilarante dúo cómico en su programa televisivo.

Kimmel se mofó de los trabajos de Damon en filmes poco afortunados como "We Bought a Zoo" (2011) e incluso dirigió a la orquesta para que callara a Damon cuando trataba de presentar un premio.

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Además, Kimmel gastó una broma a un grupo de turistas que recorría Los Ángeles en autobús al introducirlos, sin decirles nada, en plena ceremonia de los Óscar.

Una gala en la que también hubo un curioso detalle argentino: el del actor Viggo Mortensen mostrando el banderín de su equipo de fútbol favorito, San Lorenzo de Almagro. 

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Trump, mientras tanto

A esa misma hora, el presidente de los Estados Unidos encabezaba el baile de los gobernadores en la Casa Blanca, en Washington, el primer gran festín que el mandatario organiza desde que llegó al poder, el pasado 20 de enero.

Mientras en Los Ángeles se celebraba la gala de los Óscar, Trump y su esposa Melania serán fueron los anfitriones de un baile que contó como invitados a los líderes de los 50 estados del país, tanto demócratas como republicanos.

"Estoy orgullosa de poder invitar a todos los gobernadores a la Casa Blanca para este importante evento anual", dijo en un breve comunicado la primera dama, Melania Trump, antes de la cena.

"Esta noche, nos unimos como una sola nación, dejando atrás las posiciones políticas y los intereses partidistas", añadió Melania, que hizo de maestra de ceremonias como para tratar de silenciar a aquellos que critican que la primera dama se ausente de la Casa Blanca para vivir en Manhattan con su hijo.

A pesar de su notable experiencia en el mundo del espectáculo, Trump buscó refugiarse y evadirse de las críticas que se sabía le iban a llover en la noche del domingo.

Las estrellas de cine, como los artistas en general,  tradicionalmente progresistas, no tienen una relación muy fluida con Trump, quien considera a Hollywood parte de ese sector privilegiado y corrupto de Estados Unidos.

Durante la campaña presidencial, las estrellas se volcaron a favor de Hillary Clinton, para atajar a Trump, y han criticado con firmeza las medidas que ha tomado en su primer mes de mandato, sobre todo las que tienen que ver con la migración.

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De hecho, el pasado enero, una intérprete tan respetada y admirada como Meryl Streep llegó a marcar el tono en los Globos de Oro con un encendido y apasionado discurso en defensa de los extranjeros, la creación artística y la prensa libre.

"El único trabajo de un actor es sacar a la luz la vida de personas diferentes (...) Si expulsan a los extranjeros solo veremos fútbol y artes marciales", aseguró la actriz, que añadió que "la falta de respeto provoca más falta de respeto y la violencia invita a la violencia".

La respuesta de Trump no se hizo de rogar y a través de un mensaje en su cuenta de Twitter aseguró que la artista era una "lacaya" de Clinton.

La 89 edición de los premios de la Academia de Hollywood ha sido muy política. Lo que no parece tan claro es la respuesta que adoptará Trump, siempre imprevisible.