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PRIMITIVISMO...Y ALGO MAS

Sofía Urrutia, decana del arte naif en Colombia, expone ahora en la Galería Acosta Valencia

10 de junio de 1985

Comenzó a pintar por diversión, allá en los años 50 y, sin quererlo, se convirtió en la redentora de la pintura naif en Colombia. Sus floreros--un "género pervertido a causa de las señoras diletantes", como dijo entonces Marta Traba--abrieron la brecha. Sofia Urrutia no tenía los compromisos de un pintor "profesional", y por eso tenía carta blanca frente al arte. Sus telas eran un mundo en libertad. No importaban las incongruencias de la perspectiva, ni las audacias de color, ni la arbitraria disposición de figuras y elementos decorativos. Por el contrario, sólo habia un "compromiso" con la fantasia, y una admiración: el Aduanero Rousseau. Aunque, a decir verdad, detrás de su pintura desprevenida habia mucho más. "Hay que ver con malicia estos cuadros inocentes", decía Marta Traba. Había, por ejemplo, todo un background cultural: Sofía Urrutia se había educado en Europa, habia visitado galerias y exposiciones en Paris y, con apasionamiento, había asistido a diferentes cursos y conferencias sobre literatura, que en ese momento era lo que verdaderamente le interesaba y lo que, por otra parte, ha seguido siendo una afición constante a través de la lectura.
Sus cuadros, pues, eran primitivos --y lo siguen siendo--pero con esa diferencia: no es el pintor naif que hace cuadros, sino la pintora culta que hace obra naif.
El jueves pasado, Sofia Urrutia inauguró su exposición de óleos recientes en la Galeria Acosta Valencia de Bogotá. Allí puede verse una novedad en su obra: los cuadros con tejados de Cartagena, Popayán o Bogotá, y los paisajes con casas de Manizales. Problemas de geometria y de espacio que antes no aparecian, se han convertido en tema central. La composición, ahora, es un tejido de verticales y horizontales, muy distante de la distribución "espontánea" de formas y colores que se daba en la obra anterior. El color mismo se ha vuelto problemático en esos tejados oscuros de Popayán, oscuros simplemente a causa de las cenizas del volcán. Era necesario un tratamiento especial en la gama de grises, al que no estaba acostumbrada la artista. El camino recorrido puede verse muy bien comparando las nuevas obras con ese viejo retablo de santos de devoción en la Costa, que figura en la exposición como punto de referencia.
¿Sofía Urrutia, pintora naif? "Sí, me considero naif, más o menos. Aunque he pasado de cierto primitivismo a otra dimensión, porque al fin y al cabo, a fuerza del oficio se aprende a pintar. Lo de antes era tal vez "más ingenuo". No hago las mismas cosas que hacía antes, esas cosas absurdas de perspectiva, por ejemplo, porque ya no me salen. Si las hiciera, serían artificiales. Lo auténtico es que me divierte pintar y, cuando lo hago, no sufro como la mayoría de mis colegas". Sí sufre, en cambio, cuando prepara un cuadro. Primero lo imagina, inventa los motivos, prefigura cómo lo va a hacer, "y ahí sale de repente". Pero antes de pintar hay que dibujar, y aquí está la mayor dificultad: "Dibujar el boceto y luego pasarlo al bastidor, es más difícil y más largo que el proceso de pintar". Y después sí viene lo que le gusta: aplicar el color vivo y puro, limpio y elemenlal. A veces, para el dibujo previo, se ayuda con fotografías que ella misma loma con una Kodak minúscula, o con apuntes del natural.
Otra posibilidad se presenta cuando trabaja sobre un tema literario. "Cien años de soledad" ha sido una fuente de ideas. En este caso, Sofía lee y relee el texto una y otra vez y descubre detalles que a otros pasan inadvertidos o que han sido olvidados. En el "Zoológico de Pilar Ternera", cuadro que figura en la exposición, todos los animales citados por García Márquez están presentes, incluyendo el perro idiota y pederasta, tal como dice en el libro. En una de las casas aparece un letrero: "El Niño de Oro". Sofía Urrutia le preguntó a Gabo qué quería decir ese nombre. "Eso 110 tiene por qué saberlo usted--le respondió-ese es el mejor burdel que existe en Cartagena". De todas maneras, a fuerza de repasar la novela, tres ediciones de "Cien años de soledad" se le han desbaratado en las manos...
¿Qué opina Sofía Urrutia de los pintores primitivistas colombianos? "Noé León era bueno al principio. Después, no sé si pintaba él o alguien lo imitó, lo cierto es que al final sus cuadros se hicieron en serie. Y de los nuevos, hay tantos, que ya ni sé...
Los de apellido Bustos, que son dos o tres, son todos iguales y monótonos.
Los Roncancio tambien son muy parecidos y han copiado mucho al famoso pintor primitivista de Honduras, José Velásquez. Hace poco, en una exposición de la Calería de los Navas, vi obras de todos ellos; me pareció que Leonor Alarcón, con sus cosas muy repujadas, tiene su encanto. Y Henry Arias, entre los nuevos, es interesante. Lo demás es todo muy regular... y lo peor es que se imitan los unos a los otros".
Por su parte, después de Rousseau, admira las santas de Zurbarán, "que de santas no tienen nada" y que descubrió hace poco en un desierto museo de Sevilla. En su museo imaginario también tendría que colgar alguna obra del Giotto. Lo increíble es que de toda su pintura de más de treinta años, sólo conserva en su colección particular seis o siete cuadros, incluyendo un primer paisaje pintado en Tabio por sugerencia de su amiga Elvira Martínez de Nieto, y la tela "Las vanderas del río Cauca", que le mereció una mención en el Salón Nacional de Artistas. Lo demás está todo en poder de los coleccionistas. Para ella, exponer es angustioso: al salir del taller, en las paredes blancas de las galerías, los cuadros le parecen desamparados, fuera de contexto. No vender es deprimente, pero venderlos es también perderlos. Así ha sido siempre, desde que realizó su primera exposición en la Sala Velásquez de la Biblioteca Nacional, en 1952. Fue entonces, precisamente, cuando tomó conciencia de que su vocación estaba en la pintura. Su opción no exigía más que el placer de pintar. Pero la obra se convirtió en algo más. Por esc dijo Marta Traba: "Sus encantadoras obras primitivas están usufructuando con más velada inteligencia que abierta candidez, todas las libertades del arte contemporáneo". -