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La periodista Natalia Orozco inició el proyecto sin financiación externa y con la ayuda de su amigo, el fallecido fotógrafo Alejandro Cock. Después consiguió el apoyo de RCN Televisión y el canal Arte Tv.

FESTIVAL DE CARTAGENA

El detrás de cámaras del proceso de paz

El documental ‘El silencio de los fusiles’ revela detalles jamás contados del proceso de paz con las Farc en La Habana.

25 de febrero de 2017

Han pasado cuatro años desde el día en el que Natalia Orozco decidió realizar El silencio de los fusiles, el documental que abre el Festival Internacional de Cine de Cartagena (Ficci) el próximo miércoles en el centro de convenciones a las ocho de la noche.

El 21 de noviembre de 2012 llegó a La Habana para empezar de ceros. Comenzar no fue fácil. Esperó todo un año para que las Farc aceptaran grabar, y solo así el gobierno se subió al bus. “Humberto de la Calle entendió que el documental no podía tener solo la versión de la guerrilla”, recuerda la periodista.

Al presidente Juan Manuel Santos apenas lo pudo entrevistar tres años después de pedirle la cita. Algo similar ocurrió con Jaime Guaracas, el comandante de las Farc que, según cuentan, disparó el primer tiro de esta guerrilla: “Estaba escondido en Cuba y Pablo Catatumbo me dio su número y lo visité en su casa”. Esta entrevista es una de las revelaciones del documental.

Sin duda, dice ella, el primer problema fue creerles tanto a la delegación del gobierno como a la de las Farc. “Sabía que una vez empezara a grabar ambos iban a tratar de utilizarme. Al menos al principio”. Las primeras entrevistas fueron tensas, como las de Sergio Jaramillo: “Fue imposible que me contara lo que generaron las negociaciones en él como persona, no como comisionado para la paz”.

Según Orozco, ninguno de los testimonios es postizo. El más controversial, quizás, es el perdón de Timochenko, una exclusiva que grabó un año antes de que el máximo comandante de las Farc se disculpara públicamente en Cartagena durante la primera firma de la paz.

“Los que sabían que yo tenía varias exclusivas me decían que las publicara ya, pero yo tenía un pacto de silencio”, dice. Por ejemplo, supo que Timochenko había ido varias veces a La Habana cuando el país no lo sabía, habló con el empresario y facilitador Henry Acosta cuando nadie lo conocía y tiene el detrás de cámaras del primer apretón de manos de Timochenko y Santos descrito por ambos. Y también la respuesta de Pastor Alape a la pregunta del millón: ¿tienen o no bienes y dinero las Farc?

Hubo momentos críticos. Cuando entrevistó a alias Sargento Pascuas, un comandante gritó: “¡Corten!”. “Le dije –cuenta Orozco– ‘usted es comandante de las Farc y yo soy comandante de este documental. Aquí la única que dice corten soy yo’”. Ese día pensó que el proyecto había terminado, pero pronto los ánimos se calmaron.

Le costó mucho no humanizar a las Farc. Al editar se dio cuenta de que había imágenes ‘poéticas’ de algunos de sus comandantes. Las quitó y dejó en su mayoría “cabezas hablando”. Lo último que quería era volver artística la imagen de personas que estuvieron al mando de algo tan poco estético como la guerra.

Estar en el que fue el hogar de la guerrilla en Cuba la hizo desvirtuar, con el documental, la frivolidad con la que, según ella, buena parte del periodismo narró la estadía de los guerrilleros: “Había cosas muy importantes para discutir –explica–, pero algunos medios se centraban en la foto de los guerrilleros en un velero. O en la supuesta ‘mansión’ en la que vivían cuando nadie sabe que al principio algunos armaron cambuche en el jardín porque no se acostumbraban a las camas”.

Ese es el tipo de humanización que Orozco quiso hacer en su cinta. Ir más allá del intríngulis de la negociación, de las conversaciones formales y mostrar que lo que se discutió allá no fue algo simple: “Fue la batalla más difícil de todas. Cambiar su identidad: pasar de las armas a las ideas”.

Hay cosas que Orozco habló con los protagonistas, que grabó y que no publicó porque cree que, si bien pueden ser exclusivas, aún no le aportan nada al país. Consiguió detalles como las imágenes inéditas de combates grabados por las Farc y las publicó para que por primera vez el país viera desde la otra orilla el teatro de la guerra. Lamenta no haber tenido autorización para hablar con los soldados.

El silencio de los fusiles, logrado tras 26 viajes a Cuba y unos diez en el país, es tal vez uno de los grandes registros documentales del hecho histórico más importante para Colombia en los últimos años. Una mirada más allá de lo que mostraron los medios de comunicación.