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PULIENDO EL OFICIO

Ensayos de José Chalarca escritos entre 1964 y 1983 revelan cambios de estilo

12 de septiembre de 1983

"El oficio de preguntar" (ensayos y notas) de José Chalarca. Biblioteca de escritores caldenses. Manizales. 1983. 269 páginas. ¿Que razón tuvo José Chalarca para reimprimir esta miscelánea de ensayos y notas reunidas bajo el título de "El oficio de preguntar"? El prurito del libro, quizás. O ¿es un acto de escepticismo, con su manera de mantenerse al margen del fluir de los tiempos? (hay notas hasta de veinte años atrás). O mejor, ¿un deseo renovado de comunicar a sus semejantes su yo universal? (esto es muy probable puesto que José Chalarca recupera apasionadamente esta noción y la transmite con su nota: "Walt Whitman o el egoísmo planetario"). De todas maneras, cualquiera que fuese la razón de ser de este libro, su presencia suscita una alarmante inquietud: nos recuerda que en Colombia de vez en cuando se cultiva el género del ensayo. ¿Hay acaso un desprestigio del ensayo en nuestro país? ¿No hay ensayistas? O ¿es que no hay quién los edite? De los pocos libros de ensayo que hemos visto aparecer últimamente en los escaparates de las librerías, una buena parte son textos ya publicados en periódicos y revistas. Artículos potenciados a capítulos de un libro que se escribió sin intención. Y es una mala costumbre -sobre todo para los autores- porque crea el espejismo del libro. Esta manera de proceder es como un síntoma de la inquietud, o mejor, de la quietud intelectual del país, de la falta de entusiasmo, de la ingente situación de sus letras. Y no es que las notas y ensayos no tengan su justo y encomiable valor; no, es que ahoguen -por decirlo así- la posibilidad de un libro, de otro libro. Porque, una de dos: o ya no se tiene nada nuevo que decir, ningún campo de la experiencia sobre la que el autor asigne un nuevo valor a su escritura; o bien, es un esfuerzo precario (acaso inconsciente) para adaptar las nuevas inquietudes con el carpetazo del "libro publicado". Pienso que éste es el caso de José Chalarca. En "El oficio de preguntar" la progresión -de 1964 a 1983- de su escritura muestra como ha depurado su estilo, su sentido de observación se ha vuelto más preciso, más incisivo; se advierte cómo sus experiencias con la pintura y la literatura, que expresa en gozosos términos, han enriquecido su acervo cultural; se reconoce que su lenguaje se ha vuelto más amplio y su movimiento ondulante, alejándose de la rígida escritura académica y un poco pedagógica de sus primeros ensayos; y, sin embargo, ahora que el autor llega a la madurez de su oficio parece conformarse con una miscelánea que no représenta la situación de su actividad actual. José Chalarca con este volumen no ha hecho más que contraer una deuda con sus lectores: nos debe un nuevo libro.